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Aita Donostia: Coreografia Vasca 1932

2015/09/18 09:30
Aita Donostia: Coreografia Vasca 1932

Aita Donostia pianoa jotzen, Eibarren, 1917an. Argazkia: Indalecio Ojanguren / Guregipuzkoa.net CC BY-SA

Jose Gonzalo Zulaika Arregik "Aita Donostiak", euskal dantzari buruz 1932an emandako hitzaldiaz Txistulari aldizkarian jasotako kronika da honako hau:

La Conferencia del Padre José Antonio Donostia

En el salón novedades de San Sebastián

Con la brillante disertación sobre "Coreografía Vasca", del Padre José Antonio de Donostia, inauguró ayer el Centro de Cultura Femenina la serie de actos culturales preparados con el entusiasmo que caracteriza a las distinguidas damas dirigentes del mismo, para este final de verano y la temporada otoñal.

Ante una selecta concurrencia, como ya es tradicional en el acogedor saloncito del Novedades, dió lugar su interesante conferencia nuestro respetable ammigo y distinguido colaborador, Padre José Antonio de Donostia.

Una de las manifestaciones características del País Vasco es la danza. No es ajeno este tema a las disciplinas que aquí se cursan.

Asi se entiende en el extranjero.

Anúnciase para el próximo mes de septiembre en Lucerna, un Congreso de Juventudes Católicas Femeninas y uno de los puntos que se ha de tratar o exponer es precisamente éste de las diversiones populares, de lo que en ellas haya de aprovechable como solaz de la juventud, de honesto esparcimiento y a la vez de beneficio físico y moral.

San Tomás dice que el hombre no puede vivir sin diversiones, que si no se las procura espirituales caerá en las corporales.

Una leyenda bearnesa (un poco irreverente) dice que Adán y Eva habrían dibujado el primer paso de la danza vasca, un Salto Vasco en el Paraíso.

Así, algunos vascófilos calificados de paradisíacos, se valdrían de esta prueba para esgrimirla en favor del euskera.

Nos viene de lejos a los vascos la afición al baile; es nuestra característica.

Cita el padre José Antonio la frase del solitario Ferney, que ya es muy conocida: "Los vascos son un pueblo que baila en los Pirineos".

Y antes dice Pays: "Un niño sabe bailar antes que llamar a su padre o a su nodriza".

Pierre de l'Ancre nos dice en su parcial obra, "De la inconstancia de los malos ángeles y demonios", que procediendo en San Luz al juicio de una pretendida bruja, le preguntaron por qué había cometido la locura de ir cierta noche al akelarre. La desgraciada confesó ingenuamente que lo había hecho solamente por el gusto de bailar.

Según estos documentos, toda clase de personas habría bailado en nuestro país.

Recuerda como ejemplos, en Vizcaya, el ezpata-dantza, con sus variadas figuras, el Maiganeko, La Kasarranka, de Lekeitio, el Txakolin... En Guipúzcoa, el aurresku, el ezpata-dantza, el makil-dantza y otras; en Navarra, el mutil dantza baztanés con sus variantes; mas los bailes-juegos como el katadera dantza o baile de sillas; el Zurume dantza o baile del tacón; Esku dantza o danza de manos; Almute dantza o baile del amund; el Zagi dantza o baile del pellejo; el Trapatán de Santeseban, el Sagar dantza o baile de las mananas, ya vulgarizado en el "Saski Naski"; el Ingurutxo y Sagar dantza de Leiza, tan idílicos e ingenuos; el Dantza Luze o baile de la era de Valcarlos, y otros de Leiza, Betelu, Valcarlos, Aranaz; los Muxikos o Mutikos laburdinos, los Saltos suletinos, etcétera, etcétera.

La afición al baile del pueblo vasco esta probada.

Pero el baile, entre nosotros, no pasa en general de ser un ejercicio gimnástico, más o menos viril, más o menos artístico, más o menos variado.

No es expresión de estados de alma, como algunas danzas orientasles o las creaciones modernas de los ballets rusos y demás manifestaciones artísticas emparentadas con ellos.

El baile en Basconia es sinónimo de fuerza, de agilidad e imitación de la naturaleza en algunos casos. De agilidad delante de la dama, como en el aurresku, el Trapatán y el Ingurutxo de Leiza; recordación de gestas antiguas.

Danzas que en Vizcaya y Guipúzcoa son de un tipo guerrero, fuerte, angular. En Baztán, Leiza y Laburdi la danza adquiere un carácter bucólico, pastoral, que parece trasunto de edades antiguas.

Si la danza es un lenguaje, si "habla", como dice Lamennais; sí, según Combarieu, no es una simple gimnasia y si sus orgines son los mismos del canto, habrá que convenir en que la danza vasca respresentaría el espíritu de una raza primitiva, que lucha por la existencia en algunos casos y en otros descansa apaciblemente, llena de ritmo y armonía, entre bosques y ríos.

Desconócese el origen de las evoluciones rítmicas de nuestro pueblo.

Algunos textos nos ponen sobre la pista histórica, al parecer, pero no hacen sino indicarnos los medios de que echa mano el bailarín para sus evoluciones.

Despierta curiosidad el que algunos de los mutil dantzas de Baztán llevan nombres de animales.

Considera el Padre Donostia que no sería extraño que estos bailes hayan sido inspirados por aquéllos.

Una prueba de sus sospecha son estos dos versos recogidos en un Zozoarena de Zuberoa:

Xoxoa irudi lo
Noski malezian dago.

(El tordo está observando, aunque parezca dormido. Seguramente que algo malicia.)

Y el Padre Donostia la ilustró con el prodigio de sus dedos en el piano.

¿Serán imitiaciones de los movimientos de estos animales o reproducción de algún diseño de su canto?

Citó razones el conferenciante, por las que se demuestra la imposiblidad de relatar un tratado de Coreografia Vasca.

Dejase notar que la mujer no baila en el verdadero sentido de la palabra. Lo hacen los hombres, más especialmente los jovenes.

¿Por qué nuestra danza es gimnástica, fuerte, impropia de la delicadeza femenina? ¿Por sentimiento de pudor? La mujer asiste al baile para "ser bailada", como muy bien se ha dicho. Para que ante ella muestre el varón sus habilidades. Como danzarina, como elemento activo del baile, la mujer vasca no interviene en él.

Nos habla el padre José Antonio de "La Pamperrupe", baile de Bayona, que ahora se trata de reconstruir y que era cosa obligada en aquella ciudad de allende el Pirineo cuando se había de hacer los honores a un gran personaje, tomando parte en la fiesta jóvenes y señoritas de la mejor sociedad.

En nuestra tierra vasca ninguna clase social se ha dignado a tomar parte na la danza. Recuérdense los aurreskus en que toman parte las autoridades y señoras de nuestra mejor sociedad. Esto admira a los extranjeros. Y ha habido épocas en que el elemnto más respetado en el País, el sacerdote, tomó parte también en nuestras fiestas populares. Refrendan esta afirmación muchos testimonios de libros antiguos, los cuales cita con detenimiento el Padre Donostia, salpicando los ejemplos con detalles curiosísimos. Uno de éstos es el acuerdo tomado por los señores del Gobierno de Oyarzun, en 1662, que dice así: "Cuando empezaren la danza principal el dia de San Juan y San Pedro por la tarde los señores sacerdotes y Gobierno, dejen despejada la plaza dichos mozorros como quiera que hata entonces la tienen por suya".

El Padre José Antonio, con la maestría y la exquisitez en la interpretación que le caracterizan, tocó a continuación en el piano un Minueto llamado Edate-dantza, recogido en Santesteban (Navarra), y que es de una nobleza, de una aristocracia verdaderamente admirables.

Al oirlo surge la pregunta: ¿Pero es que nosotros los vascos rebajamos las cosas nobles, adaptándolas a fines plebeyos o es, por el contrario, que aun para momentos tan vulgares llevamos en la sangre la necesidad de levantarlos por medio de una música tan aristocrática?

El notable musicólogo se suma a esta segunda opinión.

Y nos habla luego de la danza hecha con ocasión de festividades religiosas, que existe en diversos puntos de aquende y allende el Bidasoa.

Rica en ejemplos es esta etapa de la conferencia del benéfico capuchino, que el distinguido auditorio escucha con creciente interés.

Señala el resultado de probable éxito que se alcanzaría con una investigación en los archivos, v. gr., de la Cámara de Comptos de Pamplona, para saber de la existencia o ausencia de nuestros bailes en épocas remotas.

Para llegar en el curso de sus disertación a la conclusión de que el txistu era conocido en tiempo muy lejano, tocándose en Navarra, en Olite, cuando existian los reyes de Navarra. Y al dedicar frases de alabanza al txistulari, essa figura simpática en la vieda de nuestro pueblo, humilde juglar a quien deben nuestra vida social y nuestro arte una gratitud inmensa, se extiende en detalles que prueban la antigüedad del sencillo "txistu", así como en datos técnicos sobre el sonido y lo que de él se ha llegado a obtener en la actualidad por la maestría y el talento artístico del juglar.

Y terminó el Padre José Antonio, que fué aplaudidísimo por su amena y brillante disertación, con esatas sentidas palabras, algunas de las que dedicó a los txistularis.

"Permitid a un franciscano, hijo de aquel Pobrecillo de Asís, que así mismo se llamaba "juglar del Señor", permitidle que os exprese toda su simpatía a vosotros, humildes artistas populares, de pura estirpe frasciscana y factores esenciales en la vida de nuestro pueblo. Sin txistularis no se concebiria a nuestra Patria. No calléis y enmudezcáiz. Sin canciones, sin txistularis, sin baile, moriría el "euskaldun".

***

Zulaica Arregui, José Gonzalo de. 1932. «La Conferencia del Padre José Antonio Donostia. En el salón novedades de San Sebastián». Txistulari 28 (sept.-oct. 1932): 3–4.

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