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De nuevo en el Victoria Eugenia
Es el mismo escenario al que la bailarina zumaiarra llegó por primera vez en 1993 con la compañía de Víctor Ullate
En aquella ocasión, bailó dos piezas de su maestro, junto a compañeros
tales como Igor Yebra (estrella del Ballet de la Ópera de Burdeos),
Ángel Corella (bailarín principal del American Ballet Theatre) o Tamara
Rojo (bailarina principal del Royal Ballet). «Fue una generación
impresionante. Llena de pasión, energía y con unas ganas y resistencia
para trabajar ilimitadas. Una generación que está marcando en los
escenarios de hoy en día», asegura Lucia, de quien DV sólo hacía una
breve mención como miembro del Ballet de Ullate. «Entre esa gente con
talento, hay tres vascos: las jóvenes donostiarras Lucia Lakarra y
Leticia Izuzkiza, más el bilbaíno Igor Yebra», escribía Ana Urroz.
Mucho cambió el cuento en su segunda actuación donostiarra. Como
bailarina principal del Ballet Nacional de Marsella, junto a Cyril
Pierre, su marido, Lucia Lacarra, ya morena, protagonizaba la Coppelia
de Roland Petit, dentro de la quincuagésimo sexta edición de Quincena
Musical. También sería en el Victoria Eugenia que «tiene el alma de un
teatro antiguo, por el que han pasado miles de artistas», señala. Por
primera vez, la intérprete zumaiarra salía en una portada de este
periódico. Ese año también inauguró su personal vitrina de galardones:
los Premios Positano y Danza&Danza 1995 empezaron a reconocer una
joven e incipiente trayectoria profesional.
Ya en su etapa americana, como figura del Ballet de San Francisco,
el veterano certamen musical donostiarra vuelve a contar con la artista
guipuzcoana en sendas galas de estrellas, en 1999, año en el que obtuvo
el Premio Isadora Duncan, y 2001. Con el paso a dos del Cisne Blanco
junto a Óscar Torrado (primer bailarín del Ballet Nacional de Cuba) y
Adagio for strings con Cyril Pierre, Lucia se despidió del Victoria
Eugenia durante la Quincena Musical de 1999, para inaugurar el Kursaal
que «tiene un espíritu más joven y moderno», dos años después. La
acrobática Light rain y el lirismo de Adagio for strings formaron parte
de su actuación estelar de 2001, en una época en la que actuar en las
galas de Quincena Musical suponía «la única manera de actuar en casa y
de que vieran el trabajo que estaba desarrollando en Estados Unidos».
Pasaron cinco años de éxitos y galardones como los prestigiosos
Premio Nijinsky 2002 -Oscar de la danza- y Premio Benois de la Danse
2003, y con una carrera profesional muy consolidada, Lucía Lacarra,
ahora bailarina principal del Ballet de la Ópera de Múnich, regresó a
casa en dos ocasiones en 2006. Con el Premio Nacional de Danza 2005
recién recogido, se volvía a convertir en la alumna de Mentxu Medel y
compartía escenario con sus compañeros del estudio de danza Thalia,
bailarines de la talla de Urtzi Aranburu (bailarín freelance y ex
miembro de Nederlands Dans Theater), su primer partenaire en los años
de formación; Jone San Martín (bailarina en The Forsythe Company); Iker
Murillo (solista en el Ballet de Zúrich); o Jon Vallejo (solista del
Ballet de la Ópera de Dresde). Además, fue por una causa benéfica:
«Resultó muy emocionante hacer la gala en honor a Mentxu porque ha sido
como una madre artística», señala la guipuzcoana, quien interpretó el
paso a dos del Cisne Blanco, La prisionera y Thais.
Meses después, en la sexagésimo séptima edición de Quincena
Musical, Lucia colaboraba con el Ballet Asami Maki en su representación
de la obra Pink Floyd de su mentor Roland Petit. Fue su última
actuación en suelo donostiarra, aunque no la más vista. A buen seguro
que su intervención en el tradicional Concierto de Año Nuevo de Viena,
el 1 de enero de 2007, se convirtió en la ocasión en la que contó con
más espectadores, mientras ella bailaba el vals Danubio azul, junto a
su marido Cyril Pierre, «mi mejor partenaire». Al convertirse en la
mejor embajadora de su localidad de origen, Zumaia le concedió la
primera Medalla de Oro, en abril de este año. Poco queda de la joven
rubia que vino como cuerpo de baile del Ballet de Víctor Ullate en
1993, pero permanece lo esencial: su pasión por la danza. Para su
retorno, interpretará cuatro piezas: Adagio for strings y Light rain,
en la primera parte, La dama de las camelias y Thais, en la segunda. La
cita, mañana y pasado, en el Victoria Eugenia.
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