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Crítica, Kukai-Tanttaka

Egilea
Iratxe de Arantzibia
Komunikabidea
Donostilandia.com
Mota
Albistea
Data
2004/03/29

Ternura, inocencia y nostalgia son las características principales del espectáculo “1937, gogoaren bidezidorretatik” (=”1937, por las sendas del recuerdo”), presentado por la compañía Kukai, liderada por el joven coreógrafo Jon Maya, en el Casino Municipal de Biarritz, dentro del Festival ‘Bi harriz, lau xori’. Estrenado hace un año, para este proyecto, Maya contó con la colaboración del veterano grupo teatral Tanttaka. La apuesta no pudo ser más certera, pues, además de giras a nivel nacional, el espectáculo ha recalado en Argentina, Chile y Uruguay, mientras recibía el “Premio Donostia de Teatro”, el pasado día 27 de Marzo- “Día Mundial de Teatro”- y era nominado a los premios Max de las artes escénicas en la categoría de ‘espectáculo revelación’, que se fallará el próximo 26 de Abril. Merecidos galardones para un estupendo espectáculo, donde 7 niños exiliados por motivo de la Guerra Civil española narran sus vivencias, teniendo la euskal dantza- danza tradicional vasca- como cordón umbilical con su tierra. El soberbio montaje de imágenes y la fabulosa música de Juan Mari Beltrán completaron un espectáculo redondo de emociones, correcto de danza y evocador de recuerdos. Así lo entendió el público vascofrancés que aplaudió con entusiasmo el trabajo de la compañía Kukai.



El estallido de la Guerra Civil española (1936-1939) obliga a cientos de niños a iniciar un obligado exilio, lejos de su hogar. Con una infancia truncada por la sinrazón del conflicto bélico, estos infantes deben asumir la soledad, la tristeza y la melancolía. La historia de todo ese grupo se narra, a través de 7 niños, mediante una interesante mezcla alegría y amargura. A diferencia de la nostalgia tanguera, este espectáculo ofrece el aspecto más positivo y menos doliente del obligado destierro del seno materno y, por extensión, de su tierra de origen. La danza será el nexo de unión entre las vivencias del septeto: los primeros juegos compartidos entre niños y niñas, el primer cigarrillo furtivo, esos agujeros en la oreja para unos primeros pendientes, los primeros amores...todo lejos de su entorno familiar. Entrañable, el montaje, de una hora de duración, llega a un público variopinto- desde personas mayores, por lo tanto, coetáneas de la historia narrada, hasta jóvenes espectadores, receptores de aquellas vivencias por narración de los primeros-, cosa perceptible en la energía desplegada en el merecido aplauso.



La compañía de danza Kukai surgió a finales del año 2002 de la mano del bailarín y coreógrafo Jon Maya. El principal objetivo de esta joven compañía es la de crear nuevos espacios y espectáculos, basándose en la danza tradicional vasca. Conscientes de que los elementos tradicionales pueden ser válidos para formatos más contemporáneos han emprendido una experiencia sumamente atractiva. Por ello, Maya ha demostrado que el lenguaje de la danza tradicional puede ser plenamente adecuado para contar historias de aquí, con una perspectiva y concepción de espectáculo contemporáneos. El recurso a la proyección de imágenes históricas de aquel lejano 1937, entremezcladas con nuevos planos de los 7 dantzaris en su crecer y madurar en el exilio, junto a la bella y poética música de Juan Mari Beltrán, dotan de ritmo al espectáculo, rompiendo la posible reiteración coreográfica de una danza tradicional. Así, la alternancia de imágenes-narración y de danza ofrecen un espectáculo final completo en cuanto a recursos. Por otra parte, los dantzaris, capitaneados por Jon Maya, están espléndidos en su discurrir escénico, destacando diversas piezas grupales y el claro homenaje al Carnaval de Zuberoa, danza donde los intérpretes ejecutan unos pasos para saltar encima de un vaso de cristal, cuyo contenido lo apura el último participante. Y siguiendo la senda de un lejano recuerdo, acaecido en 1937, la compañía de danza Kukai completó una magnífica actuación, refrenda por un público deseoso de evocar antiguas vivencias, contadas con su música, su danza y en su lenguaje.



Iratxe de Arantzibia

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