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"Voy a dejar de bailar profesionalmente; el premio es el broche de oro a mi carrera"
Primer bailarín del ballet de Montecarlo
A Asier Uriagereka, que acaba de volver de una gira por Brasil con la compañía monegasca, se le quiebra la voz cuando se refiere a este galardón: "Tengo 37 años y ha llegado la hora de retirarme. La vida de una bailarín es corta pero muy intensa. Este galardón es muy especial para mí porque viene de casa, de cerca del corazón". Hijo de un pelotari profesional y hermano de Nerea, exjugadora del equipo femenino del Athletic, Asier Uriagereka (Mungia, 1975) descubrió prácticamente desde el mismo momento en que aprendió a andar, que quería ser bailarín. Desde 2004, es una de las primeras figuras de una de las compañías más prestigiosas del mundo, el ballet de Montecarlo bajo las órdenes del coreógrafo y director Jean-Christophe Maillot. Un príncipe de la danza que ha sido condecorado como Caballero de la Orden de Mónaco por la propia princesa Carolina.
Lleva bailando desde los 9 años...
Así es. Comencé en una academia de Mungia, con Koldobike Atxa, una profesora estupenda que daba baile y que se dio cuenta muy pronto de que no me podía enseñar más y me llevó a la escuela de Jon Beitia. Jon me dijo que si quería bailar, tenía que dedicarme completamente a la danza. Fue un dilema para mi aita porque tenía que dejar la ikastola con solo 14 años. Me dio un año para probar, si no salía bien, volvería a la ikastola.
Pero les convenció de que la danza era lo suyo...
La única prueba que podía enseñarles a mis padres de que yo me lo tomaba muy en serio eran los exámenes profesionales que había en Madrid y los saqué todos en un año con sobresalientes y matrículas de honor. Cuando mis aitas vieron el resultado, se dieron cuenta de que había encontrado mi camino.
Tuvo que ser muy duro dejar su tierra, su familia, sus amigos para seguir avanzando...
Aquí no había posibilidades de seguir con mi carrera. Beitia me animó a presentarme a una beca en el Prix de Lausanne, con la que accedí a la escuela del Royal Ballet, de Londres. En el País Vasco, solo existía el Ballet de Euskadi y las condiciones de trabajo no eran muy buenas. En Inglaterra, me ofrecieron un contrato para una compañía de Birmingan. Tienen un repertorio clásico maravilloso, pero me apetecía irme a Ginebra.
Y allí conoció a Jean-Christophe Maillot, director del Ballet de Montecarlo.
Fue un encuentro que me cambió la vida. Me ofreció el papel de Romeo en Romeo y Julieta, pero puse tanto empeño en hacerlo bien que en un ensayo, un mes antes, me rompí el pie izquierdo. Estuve seis meses de baja, tuvieron que reconstruirlo y tuve que recuperar la fuerza y la movilidad.
Y entonces, hizo las maletas y se presentó en Montecarlo...
Sabía que tenía que trabajar con Jean-Christophe Maillot. Recuerdo la emoción que sentí poco antes de subirme por primera vez al escenario tras la recuperación. Pensaba lo mucho que había echado en falta bailar sobre un escenario, esa adrenalina, esa energía, esas mariposas en el estómago que se sienten antes de salir a escena.
¿Consiguió cumplir su sueño de bailar 'Romeo y Julieta'?
En ese momento, no, pero luego lo he interpretado tantas veces, que ni las he contado.
¿Es el rol en el que se ha sentido mejor?
Cada época de tu vida tiene un papel, su momento. Depende de la gente con la que estés bailando, de los coreógrafos...
¿Qué le ha aportado el Ballet de Montecarlo?
Maillot es el que da los matices a la compañía. Su forma de dirigir, de hacer cuestionarte a ti mismo, conocerte y crecer es única.
¿El público va a tener oportunidad de verle bailar en Euskalduna?
Voy a interpretar Opus 40, con Bernice Coppieters, estrella de la compañía monegasca y un fragmento de Altro Canto, uno dúo por el que me han nombrado uno de los 100 bailarines del año a nivel mundial.
No ha tenido muchas oportunidades de subirse a un escenario en el País Vasco...
Tengo que reconocer que lo he podido hacer más que otros compañeros que están triunfando en otras compañías y no han tenido nunca esta oportunidad. Precisamente, la primera vez que bailé Romeo y Julieta fue en el Arriaga, he bailado tres veces en estas galas, lo que ha permitido que mucha gente de mi familia y amigos puedan verme... Me parece maravillosa la labor que está haciendo la Asociación al permitir a los profesionales vascos que bailen por lo menos una vez en su tierra.
¿A qué se va dedicar a partir de ahora? ¿Va a dejar de bailar?
Nunca dejaré de bailar, pero sí profesionalmente. Entre otros proyectos, pienso impartir formación en la compañía de pilates. Cada vez que comienzo una clase, siento la misma adrenalina que cuando salgo a un escenario.
Asier Uriagereka
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