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Vivencias del creador del ballet vasco

Fundador de los Ballet Olaeta

Egilea
Maite Redondo
Komunikabidea
Deia - Noticias de Bizkaia
Tokia
Bilbao
Mota
Albistea
Data
2011/01/29
Lotura
Deia - Noticias de Bizkaia

Una de sus últimas frases antes de morir fue: ¿Quién va a abrir la academia de baile el lunes? El músico, dantzari y coreógrafo Víctor de Olaeta (Gernika-Lumo 1922-2007) tuvo una vida llena de búsquedas y descubrimientos, de exilios y aventuras artísticas, en la que la música jugó un papel tan decisivo como el baile. Olaeta consiguió elevar el folklore vasco a la categoría de ballet, fusionando la danza clásica y los bailes ancestrales del País y configurando algo tan nuevo como los bailes infantiles.

Por primera vez se publica un libro dedicado al alma mater durante más de cincuenta años de los ballets Olaeta y de la academia bilbaina del mismo nombre por la que pasaron cerca de diez mil alumnos. El autor de esta publicación, de la colección Temas Vizcainos de la Fundación BBK, es el periodista y escritor Alberto López Echevarrieta, con el que el músico compartió horas de conversación y confidencias. "La idea de este libro nació precisamente tras una entrevista que le hice en el porche de su casa en 1969. Estábamos hablando cuando me di cuenta de que no solo era un bailarín y un coreógrafo extraordinario, sino que tenía también una vida de película. Cogí la grabadora y empecé a tomar notas", explica. A ese encuentro siguieron otros muchos y fruto de ellos es este libro, que coincide con la exposición Ballets Olaeta: Amets baten koreografia/Coreografía de un sueño, en el Museo Euskal Herria de Gernika que reúne el fondo patrimonial que esta entidad cultural vasca donó a la Diputación de Bizkaia en 2008.

"Víctor dedicó toda su vida al baile, algo que era casi inevitable. Era hijo de Segundo, que le inculcó el amor a la música, a la danza y al folklore vasco desde su más tierna infancia, cuando comenzó a estudiar música o a bailar en el grupo Elai Alai, fundado por su padre en su villa natal. Segundo se pasó la vida recorriendo los pueblos vascos para recuperar el folklore que se estaba perdiendo. Los ancianos le explicaban los pasos mientras él iba apuntándolos en un cuaderno. Desde que tuvo uso de razón, Víctor se dio cuenta de que tenía que ser el continuador de la obra de su padre", explica el autor del libro.

saga olaeta Víctor reconoció que él y sus hermanos - Javier, Lourdes, Lide, y Miren Tere- nunca fueron unos niños normales porque subconscientemente tenían muy claro que su futuro iba a estar relacionado con el baile: "Hasta nuestros juegos infantiles tenían relación con la música y la danza", le confesó una vez a Alberto López Echevarrieta. El grupo infantil de danzas vascas Elai Alai empezó actuando en varios pueblos de la comarca de Gernika en el año 1927. Para predicar con el ejemplo, Segundo Olaeta fue incluyendo en el grupo a sus hijos, primero a Víctor y más tarde a sus hermanos. Según destaca el historiador José Antonio Arana Martija, Elai Alai significó mucho para todo el País vasco, pero sobre todo para los niños gernikarras, dado su carácter infantil. Con sus cantos y danzas demostraron que el folklore era una cosa perfectamente asumible por los niños en contra de lo que hasta entonces había habido, grupos de danzas de mayores.

Víctor debutó en un escenario con siete años de edad. Fue el sábado 22 de noviembre de 1930 en una velada organizada por la Asociación de la Prensa de Bilbao. Segundo permitió que Víctor incorporara un capítulo de la espatadan-tza de Amaya. Fue todo un éxito.

Luego llegarían épocas peores. Alberto López Echevarrieta refleja el testimonio de los hermanos Olaeta durante el bombardeo de Gernika. Cuando la familia se reencontró fue uno de los momentos más emocionantes de la vida de Víctor. "Mi padre, mi madre Rosario y mis hermanos nos unimos en un abrazo que siempre ha constituido una de las imágenes más entrañables. Tenía 15 años, pero aquella fotografía la mantengo viva en mi mente como si hubiera sido tomada ayer".

Exilio Ante el cariz que estaba tomando la guerra, el Gobierno vasco puso en marcha diversos programas de evacuación y dictó una disposición para sacar de Euskadi dos grupos folklóricos, Eresoinka, al que pertenecieron Luis Mariano y Pepita Embil (madre de Plácido Domingo) y Elai Alai, para que actuarán en el extranjero como mensajeros de paz. El objetivo era contrarrestar así la publicidad negativa que estaban haciendo los nacionales sobre los vascos. Con los permisos correspondientes, Segundo formó una expedición de 45 niños en edades comprendidas entre 12 y 16 años, con los hermanos Olaeta y la madre de estos, Rosario, que partió de Bilbao. Segundo se tuvo que reunir con ellos más tarde porque no le permitieron embarcar.

Víctor siempre recordaría aquella expedición, con su madre, que solo hablaba euskera y 45 niños a su cargo. El Elai Alai desembarcó en Burdeos el 22 de junio de 1937, más tarde se instalarían en la localidad de Suresnes. Rosario llevaba todos los días a los niños a oír misa y el párroco se fijó en aquel coro infantil que cantaban en la misa dejando a todos con la boca abierta. Este comunicó a su superior, el cardenal Verdier, arzobispo de París, la presencia de aquellos niños emigrantes y tras oírles cantar, les prometió su ayuda. Protegidos por el cardenal Verdier, actuaron en lugares emblemáticos franceses como el Palacio del Trocadero, realizando giras por Francia y Bélgica.

En octubre de 1939, el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el Alai Alai regresó a Gernika. La familia Olaeta, ante la invasión alemana, tuvo que abandonar París y se estableció en Biarritz. Segundo dirigió las academias de danzas vascas de Biarritz, Baiona, San Juan de Luz y Ustaitz, formando grupos como el Oldarra de Biarritz, Txelistarrak, Oroi Bat, Begiraleak...

En 1943 los Olaeta volvieron a Euskadi tras asegurarse de que no iban a ser encarcelados por el régimen de Franco y que iban a respetar su labor artística, y siete años más tarde, Víctor consiguió su gran sueño: abrir en Bilbao su academia de baile clásico vasco, en la que años más tarde llegaría a ensayar hasta Rudolf Nureyev.

Víctor, acompañado de su hermana Lourdes, pisó por primera vez Estados Unidos en 1951 formando parte de un espectáculo vasco. Como anécdota, López Echevarrieta relata en el libro, que "Humphrey Bogart les presentó durante un espectáculo que se realizó en la travesía. Lauren Bacall quedó tan encantada con la actuación que le regaló a Lourdes un pañuelo de seda para el cuello".

Posteriormente, los ballets Olaeta realizaron tres giras recorriendo los Estados Unidos de costa a costa y ofreciendo 64 actuaciones en total, desde Nueva York a Chicago, Detroit, San Francisco o Los Ángeles. Ejercían como embajadores de la cultura vasca. Algunos periodistas les compararon con los ballets rusos de Mosseiev y Bolshoi.

Su legado es incalculable. Entre sus alumnos se encuentran desde Juan Antonio Urbeltz, maestro de la recopilación y la escenificación de las danzas antiguas y su reinterpretación, hasta otros ex alumnos más jóvenes como Jon Beitia. De la escuela salió también uno de los investigadores más ligados a la búsqueda de la tradición pura, Sabin Egiguren, dedicado a la fiel conservación de las ejecuciones y los pasos de las danzas populares.

Entre sus creaciones figuran Kasket y Oinka-mantenirin, con música de Jesús Guridi; Cuatro estaciones, de José Franco; Aiko Maiko, con música de Aranbarri y guión de Ramón de la Sota; Atalayero de Matxitxako, de Ruiz Jalón, y Urbeltzeko laminak, con música de Aita Donostia.

A la izquierda, los ballets Olaeta a la llegada tras su gira por los Estados Unidos en 1968. Y Víctor dando clase en la Academia Olaeta (calle Ercilla  nº 11 de Bilbao). A la derecha, bailando un aurresku al aire libre

A la izquierda, los ballets Olaeta a la llegada tras su gira por los Estados Unidos en 1968. Y Víctor dando clase en la Academia Olaeta (calle Ercilla nº 11 de Bilbao). A la derecha, bailando un aurresku al aire libre (Foto: fundación y familia olaeta)

Víctor y Lourdes Olaeta representando

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