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«De la guerra puede surgir el recuerdo pero no el baile»

La última y tú, ¿qué les pides a los políticos? Juan Antonio Urbeltz Folclorista. Danzas de espadas y vaqueras.

Egilea
Begoña del Teso
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Elkarrizketa
Data
2011/05/19
Lotura
Diario Vasco

Sus libros, investigaciones y coreografías resultan fascinantes y provocadoras. Ha escrito sobre la presencia de los moros, los insectos, el oso, los soldados cojos y las ciénagas en el folclore y las danzas vascas. Creó junto con su esposa, Marian Arregi, la 'Axuri beltza' basándose en bailes y canciones de las vaqueras navarras. Reflexiona ahora sobre el primer vampiro y en internet se colgó hace tiempo su 'Danza vasca, aproximación a los símbolos'.

-¿Está seguro de lo de la guerra y la fiesta? El calendario está lleno de celebraciones del Armisticio y memoriales de derrotas sin cuento.

- De acuerdo, de la guerra puede surgir la ceremonia, la conmemoración, los monumentos a los caídos, la escultura y la llama eterna dedicada al soldado desconocido. Se puede recordar su final o el armisticio. Antes, cierto, se celebraban las victorias, pero ahora el enemigo se ha convertido en amigo y los países prefieren olvidar que aplastaron al vecino.

- Los catalanes conmemoran en la Diada la caída de Barcelona en 1714 en manos de las tropas borbónicas .

- No celebran, recuerdan a los resistentes caídos en la defensa de la ciudad. Y los palestinos acaban de conmemorar el día cuando se opusieron al nacimiento de Israel. Pero no como fiesta sino como símbolo de lucha. De la guerra nunca surge la danza sino el deseo de olvidar. Por eso los padres no hablan a sus hijos de las batallas. El baile surge de la alegría o con el rito. No de la muerte.

- ¿Por qué estamos hablando de esto?

- Porque habíamos empezado a comentar que llevamos más de ochenta años de desconcierto folclórico y cultural. Tan grande que pensamos que la 'ezpata dan-tza' es un baile guerrero. Nos faltan intelectuales capaces de trascender la metáfora y nos sobra ese complejo de inferioridad que sentimos hacia nuestras danzas.

- Yo pensaba que nos sentíamos orgullosos de ellas.

- Si así fuera no nos empeñaríamos en refinarlas y convertirlas en ballet contemporáneo. Ni nos empecinaríamos en decir que somos un pueblo antiquísimo.

- Lo somos ¿no?

- Antiquísimo, sí. Marciano, no

- ¿?

- Quiero decir que estamos dentro de las tradiciones, del folclore y las influencias de los demás pueblos de Europa con los que hemos convivido por los siglos de los siglos. Bailamos, nos disfrazamos y hacemos las ceremonias que hacemos por lo mismo y muchas veces de la misma manera y desde las mismas raíces de otros pueblos europeos.

- Algo habrá de lo que debamos sentirnos orgullosos.

- Claro. Nuestra flota ballenera entraba en los puertos europeos arrastrando ocho cetáceos capturados en los siete mares y éramos el asombro de reyes y marinos.

- Dice que no tenemos demasiados intelectuales para reflexionar sobre lo nuestro y lo de los demás. ¿Qué más nos falta?

- Yo siempre he echado en falta una elite intelectual urbana. Como la que hubo en la Barcelona de Gil de Biedma, Tusquets, Barral, Portabella.

- Solidarios nos sobran. Nos hermanamos con medio mundo.

- Cierto, pero no reconocemos que los pueblos supuestamente primitivos son en realidad tan modernos como podemos serlo nosotros. El aborigen vive su mundo en el hoy. No en el ayer.

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