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Una tradición que renace
Marquitos, Ajusticiado, en el Carnaval de Zalduendo
Zalduendo de Alava es una villa donde ahora viven más del centenar y medio de habitantes. Zalduendo es solar deseñorío y dos de sus casonas reciven todavía el nombre de palacio. Especialmente llama la atención, enclavado en el corazón del caserío, el edificio del Palacio de Armas. Con un imponente blasón que ocupa media fachada, protegido por dos ttallas humanas de piedra y decorado, tanto en interiores como en su espaciosa solanera, con unos magníficos frescos que estropean la intemperie y los años. A la entrada al lugar unos cobertizos que aún se utilizan para el juego de bolos circular y largo.
Dicen que nadie niega que en Zalduondo nació "Celedon", el aldeano alaves cuyo simulacro abre y cierra las fiestas de Vitoria y cuyo recuerdo anual hace manar cada primero de agosto chorros de vino por la fuente de su villa natal. Un placa, colocada en 1967, asegura en una casa de calle mayor: AQUI NACIO CELEDONIO ANZOLA G. DE ANDOAIN "CELEDON" Zalduendo 25-IX-1796 Vitoria 13-XI-1876.
Zalduendo ha restaurado sus carnavales. El año pasado resucitaba una tradición interrunpida en 1934. Lo que ahora se hace en domingo, era antes rito para martes de carnaval.
Al mediodía es el paseo por las calles del personaje central de la fiesta: MARQUITOS, un grotesco muñeco embutido de heno y disfrazado, con chaqueta negra y pantalón gris. Lo cubren con un boina y lo adornan con un collar que ensarta cáscaras de huevos cocidos y plumas de ave teñidas de carmín. Montado sobre una caballería enmantada y abrazándole un chaval con vestido multicolor y sombrero de paja con cintas lo llevan a la picota para dejarlo empalado varias horas a horcajadas en un poste de seis metros de altura.
El plato fuerte llega a media tarde. Una colorista comparsa busca al empalado Marquitos, lo pasea por la villa y lo lleva al lugar de su juicio sumarísimo y ejecución, mientras suena una reiterada melodía, monótona y discreta que la gente core: "que venimos de la función, que venimos del carnaval, que venimos de la función, de la función del carnavan...". Txistus, acordeón y el atabal repiten sin cesar el tema. Las máscaras de la comparsa carnavalesca merecen atención. Algunas son muy orijinales y habrá que desentrañar su significado.
La más chocante es la VIEJILLA, curiosa super posición en un solo portador de una vieja achacosa que lleva a "rechinchín" a un corpulento hombrón. Ellos serán los dos únicos personajes que lloren la muerte de Marquitos. Quizás se trae de su padre y su madre.
EL BARRANDERO lleva un grande palo con una chaqueta hecha gironesen el extremo superior, que pasea por las narices de los espectadores. Sin duda era antiguamente un hisopo con el que se rociaba.
EL CENICERO, empelucado, portada un balde en la mano, y esparce por doquier cenizas del muñeco quemado el año anterior. ES uno de los elementos más antiguos de este carnaval. Antaños las cenizas arrojaba a la gente con afaán de molestar.
Un par de gordísimas máscaras, semejantes al ZIRIPOT de Lanz, son constantemente empujados por un OSO para que caigan al suelo.
Las demás máscaras reciben el nombre genérico de LOS PORREROS. Son chicos y chicas cuya indumentaria se nutre de todos los trapos viejos de baúles y desvanes,
Sobre un carro va la NASA, un cesto muy grande tegido con tallo de centeno que servía para guardar el pienso y en este caso se convierte en púlpito para un predicador cubierto de sobrecama que será quien lea la cartilla de sus crímenes y pecados al infeliz Judas-Marquitos.
El sermón que el "el predicador leyóeste año para Marquitos es una peza bastante indigesta que desde 1897 anduvo de cuadrilla en cuadrilla y que en los años veinte escrbió y conserbaba en un cuadernillo un hombre del pueblo, Blas Arratíbel. Tal como lo escuchamos por sonido megafónico de labios de predicador, comenzaba así:
"Se por siempre alabado por todo vino generoso, que se puro y no esté bautizado, de las carnes, el carnero; de los pescados, el jamón; de las aves, la perdiz, y de los peces, el jamón. El pecado dañó a la cabra, dañó al cochino, también dañó al pollino, llamado lechuguino. Qué gusto sería el mío en la presente ocasión, si tuviera tal elocuencia del sabio Salomón..."
¡Pobre Marquitos! Antiguamente se le pegaba un tiro y un cartuco de dinamita lo descuartizaba. Ahora lo rocian de gasolina y le dan fuego. En torno a sus despojos "los porreros" danzan y cantan.
Dos hombres del pueblo que conocieron el carnaval hasta los años treinta y que recordaban sus detalles han hecho posible su recostrucción Martiniano Martinez de Ordóñana, 79 años, el mayor de los varones del pueblo, y Blas Arratíbel, 70 años, guardianes de la vieja tradición. Recuerdan también que había carnavales en los pueblos cercanos: San Román, Larrea, Ocay...
Restaurar el folclore desapareciso no es cosa fácil. Interpretar el significado de las máscaras de Zalduendo será ahora trabajo para el etnologo. Los asistentes eran un público bastante frío, pero quedó suficientemente demostrado que este carnaval rural puedo llegar a tener la garra y la fama que tuvo. Los trescientos espectadores de este año aumentarán.
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