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Una nave a la deriva
El ambicioso Plan Vasco de la Cultura del Gobierno Ibarretxe hace aguas a los dos años, lastrado por los retrasos y la falta de recursos
Al margen de las medidas concretas, los sectores
afectados destacan la desinformación sobre la aplicación del PVC, la
absoluta falta de comunicación entre los diferentes ámbitos pese a la
interrelación de muchos de ellos, la permanente sospecha de invasión de
competencias entre administraciones y la dificultad de adoptar medidas
ambiguas en su planteamiento. Las críticas que con motivo de su
presentación hicieron algunos especialistas, centradas en su carácter
sectario, la escasa participación real de los sectores afectados
-enmascarada con la creación de grupos de trabajo cuya efectividad fue
seriamente puesta en duda- y su exceso de verborrea y tópicos han
cambiado de signo. Ahora sigue habiendo apoyos al Plan y su puesta en
marcha, pero muchas de las fuentes consultadas, que han pedido
mantenerse en el anonimato, dudan entre criticar al Ejecutivo por su
incapacidad para aplicar un documento que presentó con tanta ambición y
respirar aliviados por el hecho de que en varios campos no se haya
hecho apenas nada. Esto último se debe sobre todo al dirigismo latente
en el documento.
Lo que sigue es un diagnóstico de la situación,
hecho con la ayuda de especialistas que trabajan en los distintos
subsectores. Este periódico se ha dirigido al Departamento de Cultura
del Gobierno vasco para que dé su propia versión de las actuaciones
realizadas y conteste a algunas de las críticas que hacen desde dentro
de ese mundo. Responsables del mismo han remitido a una conferencia de
prensa prevista para mañana, donde la consejera y varios altos cargos
resumirán las medidas adoptadas y anunciarán otras. En su discurso del
viernes, en el pleno de Política General, al hacer balance de los
éxitos del último año, el lehendakari dedicó sólo tres líneas al Plan.
ACTUACIONES GLOBALES
Ni Observatorio ni fundaciones
En
todos los documentos relacionados con el Plan, el Observatorio Vasco de
la Cultura aparece como organismo básico, con funciones de diagnóstico,
delimitación de prioridades, definición de presupuestos y seguimiento
de actuaciones. En su formulación final, el PVC recoge que el
Observatorio debe estar constituido en 2004/5 y en fase de
consolidación estructural en 2006/7. Sin embargo, el Gobierno vasco
acaba de anunciar que lo pondrá en marcha, sin demasiada concreción.
Las partidas presupuestarias para este organismo, en cambio, sí son
bien tangibles: 300.000 euros fueron dispuestos en 2004, 500.000 en
2005 y otros tantos en este ejercicio.
Tampoco el PVC ha
avanzado mucho en otro de sus más importantes objetivos estratégicos:
incentivar e impulsar el patrocinio y la iniciativa privada para que
sirvan como dinamizadores de proyectos culturales y de apoyo a los
creadores. Para empezar, no se ha cumplido el objetivo de revisar y
actualizar en 2005/6 la Ley de Fundaciones, cuyo acompasamiento a la
norma estatal homónima es juzgado como urgente por muchos responsables
de estas instituciones. Eso sí, las diputaciones forales modificaron
hace ya dos años los regímenes fiscales aplicables a las entidades sin
fines lucrativos, como lógica respuesta a los cambios surgidos en el
ámbito estatal. Asimismo, nada se ha hecho con respecto a la promesa de
instauración de un régimen de desgravaciones fiscales a la inversión en
cultura, más allá de las normas generales y pese a que el PVC
establecía el horizonte de 2005/6 para su desarrollo.
Lo mismo
se puede decir del impulso del capital riesgo dirigido a empresas
culturales y en colaboración con otros departamentos de Gobierno vasco
y diputaciones, cuyo plazo también se fijaba en 2005/6. Finalmente, en
este capítulo también deben consignarse los nulos resultados obtenidos
en el objetivo dirigido a incentivar e impulsar tanto políticas
industriales horizontales adaptadas al ámbito cultural, como nuevas
formas de financiación de la producción y la cooperación en el mercado
cultural. En definitiva, el PVC ni ha propiciado una mayor
participación privada en el ámbito de la cultura, ni tampoco el
surgimiento de una auténtica estructura de industria cultural.
Aún
quedan tres meses para que termine el año 2006, pero será muy difícil
que se puedan cumplir los plazos previstos para la creación del
Instituto de Artes e Industrias Culturales. El PVC preveía estudiar la
creación del organismo en 2005 y crearlo en el presente ejercicio. En
la misma situación está el punto referido a la consecución de acuerdos
con medios de comunicación (salvo EITB, que tiene su propio apartado)
para implicarles en la promoción y difusión de la cultura y el arte. El
plazo se agota y los acuerdos no llegan.
El Gobierno vasco ha
avanzado más en el objetivo de poner en marcha «un órgano tractor para
la internacionalización de la cultura vasca», que se estableció para
2005/6. El Instituto Etxepare, cuyo proyecto de ley fue aprobado por el
Consejo de Gobierno a comienzos de este mes, será el organismo
encargado de esa función, al menos en lo relativo a la difusión del
euskera. Con todo, llega con retraso, porque parece poco probable que
sea aprobado antes de primavera.
EDICIÓN
Avances parciales, sobre todo en euskera
El
sector de la edición es mayoritariamente privado, de manera que es
preciso aunar muchos intereses. Eso explica, probablemente, algunos de
los retrasos en las medidas adoptadas. Con todo, es uno de los
apartados en los que el PVC se está cumpliendo en mayor medida en
aspectos básicos: financiación, estudios sectoriales y promoción. No
obstante, hay retrasos notables y en ciertos capítulos los pasos son
muy tímidos: sucede con la creación de un 'cluster' de industrias de la
lengua y con el fomento de un plan de I+D+I en ese mismo ámbito.
Las
ayudas a la traducción de obras de autores vascos -en euskera y
castellano- a otras lenguas han mejorado, según especialistas del
sector. Pero apenas ha habido avances en lo que respecta a las
bibliotecas: no se han creado o funcionan en precario la biblioteca
digital, el catálogo colectivo y la bibliografía vasca. No se registra
resultado alguno tampoco en lo que se refiere a la firma de acuerdos
con las Universidades para promoción del libro, ni en cuanto a la
creación de una revista literaria. Y los editores se quejan de que,
mientras se habla de cómo favorecer al sector, otro Departamento,
Educación, toma medidas muy lesivas para el mismo, como el préstamo de
libros de texto.
En el campo de la difusión del euskera en la
prensa algo parece moverse. El pasado verano se presentó un plan para
estudiar la reordenación de las subvenciones, pero aún está en una fase
preliminar. También se han puesto apenas las primeras bases en cuanto a
la difusión del euskera a través de los medios entre los inmigrantes.
Sin
embargo, la escasa fluidez de la información en un sector con intereses
diversos se presenta como un obstáculo serio a la hora de avanzar. Esto
es relevante en la edición en euskera, porque las ayudas recibidas
están vinculadas al suministro de títulos para las bibliotecas,
afectadas también por el PVC de una forma que los editores desconocen.
Sorprende además que Cultura haya optado por no aprovechar la detallada
información disponible sobre el sector editorial. Por el contrario, van
gastados 160.000 euros en informes acerca del mismo.
MÚSICA Y ARTES ESCÉNICAS
Entre el vacío y la nada
Música,
danza y teatro viven situaciones muy diferentes y las medidas previstas
para estos ámbitos en el PVC son también de rango distinto. La música,
por ejemplo, está sólidamente establecida en torno a algunos festivales
y la temporada de abono de las dos orquestas. Por eso, el Plan recoge
medidas destinadas a garantizar la difusión de la obra de autores
vascos, promover las giras de las orquestas y otros grupos y ayudar a
Eresbil en su función de preservar y catalogar el patrimonio musical.
Los resultados parecen más bien discretos, como revela el ejemplo de
que las dos orquestas sinfónicas han reducido el número de giras justo
desde la entrada en vigor del PVC.
Pero en danza y teatro la
situación es mucho peor. Asfixiado por la falta de centros de enseñanza
públicos (sólo hay uno en Vitoria), el sector de la danza ve con
desesperanza cómo pasó el año 2005 sin que se supiera nada acerca de la
posibilidad de constituir centros coreográficos en cada territorio; es
escéptico ante la intención de estudiar la creación de una compañía
joven (prevista para 2006/7) por la falta de bailarines, obligados a
emigrar para labrarse un futuro; y cree que la promesa de formar un
circuito estable es demasiado etérea. En definitiva, la danza lleva
años abandonada por los poderes públicos y los escasos profesionales
que quedan no ven la salida del túnel. Desde luego, no la ven en el PVC.
El
caso del teatro es distinto pero no mejor. La red de teatros Sarea
funciona razonablemente bien, pero se constituyó antes del Plan, y la
participación del Gobierno vasco es limitada. El apoyo a la producción
se ha mantenido y otro tanto sucede con la financiación de las
compañías que hacen giras, medidas todas ellas que ya existían.
Sin
embargo, otras actuaciones han sido perniciosas para el sector. Al
limitarse la competencia por la entrada de los teatros públicos en la
actividad más comercial, las empresas privadas se han retirado. El
amateurismo, que se pretendía organizar siguiendo las directrices del
PVC, no existe, y los teatros públicos, en vez de ser coordinados, han
entrado en una competencia que ni siquiera se da en el sector privado,
donde las diferentes salas se ponen de acuerdo para participar en las
giras de las compañías. El diagnóstico de quienes están dentro del
sector no puede ser más pesimista: los efectos perversos, sobre todo la
desaparición de la iniciativa privada, superan con mucho los escasos
beneficios, que además se han producido por la continuación de
políticas anteriores.
MUSEOS
Apenas unos pasos
El
Plan parece haber dado algunos pasos en cuanto a los museos, incluidos
dentro del eje estratégico relativo a la dinamización del patrimonio
cultural. Pasos realmente lentos en todo caso, a juzgar por el retraso
en la promoción del Plan de Museos del País Vasco previsto para 2004/5,
y por la demora en la aprobación de la Ley de Museos, también
comprometida para el mismo plazo. Por lo que respecta al Plan de
Museos, se trata de un dossier que ha dado muchas vueltas en Cultura,
tras aquel otro que se presentó en el año 1994, con una cuantía cifrada
entonces por el consejero Joseba Arregui en 23.500 millones de pesetas
en diez años. Aquel documento fue aparcado por Mari Carmen Garmendia,
si bien en 1996 la misma consejera propuso retocarlo.
En cuanto
a la Ley de Museos, fue aprobada por el Gobierno en un plazo acorde con
el establecido en el PVC, pero su tramitación parlamentaria quedó
interrumpida sin que se iniciara el debate por la disolución de la
Cámara a causa de la convocatoria de elecciones autonómicas. El
proyecto de ley presentado de nuevo al Parlamento pretende fomentar la
cooperación de la actividad pública y privada y la planificación,
además de prever un régimen sancionador y la creación de un registro de
museos y colecciones. Dadas las dificultades de un Gobierno sin grandes
respaldos y también debido a la escasa y lenta actividad parlamentaria,
este texto lleva ya un retraso de casi un año, por mucho que en las
próximas semanas se siga discutiendo su articulado en la Cámara de
Vitoria.
Poco se ha hecho, igualmente, respecto de los
incentivos fiscales y la revisión del sistema impositivo para la
preservación del patrimonio artístico o para el impulso de
restauraciones, daciones o depósitos temporales. Todo lo más, en 2005
se promulgó una norma foral para beneficiar fiscalmente a los préstamos
y depósitos de obras de arte. Escasos resultados, en definitiva, como
en el caso de ese objetivo enunciado por el Plan sobre la potenciación
de la financiación pública para la adquisición de elementos declarados
como patrimonio artístico.
PATRIMONIO
Con 16 años de retraso
«¿Cómo
vamos a esperar que se cumpla lo previsto en el PVC si la Ley de
Patrimonio de 1990 no se ha llevado a la práctica en casi ninguno de
sus apartados?» La pregunta se la hace un técnico, que cree que el
apartado dedicado al patrimonio es innecesario. Bastaría, asegura, con
que se cumpliera la ley existente. Pero no ha sido así, y a la ley se
superpone un Plan lleno de generalidades, obviedades y expresiones
ambiguas.
Los logros tienden a cero: aún no está listo el Plan
Sectorial de Patrimonio Cultural, que empezó a redactarse hace seis
años; el PVC habla de potenciar la restauración, pero es un brindis al
sol, porque no da dinero para ello al carecer de competencias; apunta
que debe regularizarse el depósito de materiales arqueológicos, asunto
de su competencia pero que sólo comenzó a asumir hace algunos años,
presionado por otras instituciones... Es decir, que en este campo el
Gobierno vasco ha hecho a lo largo de 16 años una absoluta dejación de
competencias. Un ejemplo de los muchos que los especialistas recuerdan:
los caseríos se catalogaron hace 15 años, igual que las ferrerías y las
iglesias. Pero no se protegieron, por lo que no pocos han desaparecido
o están en ruinas.
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