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Una memoria pasada por agua
Crear implica asumir riesgos. Eso lo saben bien en
Arteleku -en la actualidad, Centro de Creación Arteleku-Tabakalera -, y
lo practican desde que en 1987 un edificio industrial que había servido
de almacén de pienso y de material eléctrico se convirtió en un centro
dedicado al arte contemporáneo, en su versión más creativa y
vanguardista.
Durante más de veinte años, Arteleku había conseguido
torear mal que bien el riesgo derivado de su ubicación: el camino de
Kristobaldegi, en el barrio donostiarra de Txomin Enea, con el Urumea
como vecino peligrosamente próximo. Tras muchos avisos que nunca fueron a
mayores, las inundaciones del pasado 6 de noviembre pudieron con
Arteleku. La primera planta del edificio quedó completamente anegada, al
igual que su contenido.
A dos semanas del desastre, la directora foral de
Cultura, Garazi López de Etxezarreta, y el director del Koldo Mitxelena,
Frantxis López de Landatxe, a pie de obra desde el primer momento,
confían en poder realizar en breve un balance bien documentado de los
daños causados por el agua, dan prioridad al rescate de los materiales
susceptibles de ser restaurados o recuperados y quieren volver cuanto
antes a la normalidad, aunque no ocultan que, tal vez, Arteleku no
vuelva a ser exactamente lo que ha sido hasta la fecha. «Lo que ha
ocurrido ha acentuado la necesidad de reflexionar sobre Arteleku, algo
que ya estábamos haciendo, así como a incorporar nuevas variables en ese
proceso de reflexión», indica Garazi López de Etxezarreta. De momento,
sin embargo, lo más urgente es seguir trabajando en un edificio en el
que, a pesar del esfuerzo de limpieza que se está realizando, se sigue
patinando en el barro y persiste un hedor a humedad que, en lugar de
remitir, se acrecienta conforme pasa el tiempo.
A primera vista, la planta que Arteleku tiene a nivel de
calle -y, lamentablemente, a nivel de río- sigue siendo una mezcla de
cementerio de material informático y audiovisual embarrado y de secadero
de materiales diversos (CDs, documentos, diapositivas, libros,
forografías, casetes, cintas de video, revistas, carpetas...) que,
perfectamente dispuestos sobre las mesas, proporcionan en ocasiones
resultados sorprendentes desde el punto de vista estético.
La memoria de Arteleku
La primera planta de Arteleku, que el agua convirtió
durante horas en una piscina de metro y medio de profundidad, no estaba
precisamente vacía. Sus muchos metros cuadrados acogían, por ejemplo, el
centro de documentación -una de las joyas de la casa-; los laboratorios
audiovisuales; el taller de grabado; la oficina que compartían los
servicios administrativos de Arteleku-Tabakalera y Dantzaz Konpainia; el
amplio y bien equipado salón principal; los espacios de trabajo de
algunos artistas, afortunadamente pocos; la cocina, con sus máquinas de
café y su microondas...
Los aparatos, cualquiera que sea su naturaleza, pueden
darse por perdidos, pero siempre se pueden reponer. Solo es cuestión de
dinero, aunque en estos tiempos ese 'solo' no sea tan obvio. También
pueden reponerse por el mismo procedimiento muchos de los materiales del
centro de documentación echados a perder, que rondan el 40% del total
de fondos. Las pérdidas más dolorosas, por irreparables, son las que
afectan a documentos imposibles de reemplazar, materiales que contenían
la historia de Arteleku, una memoria que ha quedado pasada por agua.
La mala noticia es que muchos de esos documentos han
acabado en el contenedor. La buena, que otros muchos se podrán recuperar
y que, por fortuna, desde 2003 la digitalización estaba fuertemente
implantada en Arteleku, por lo que el equivalente digital de mucho
material analógico estragado por el agua está a buen recaudo. Muchos
dossieres de artistas que han pasado por Arteleku, documentos vitales
para conocer qué se ha hecho en el centro, pervivirán gracias a su
versión digital. Otro tanto puede decirse de los archivos sonoros que
desde 2003 se han generado en torno al laboratorio Audiolab, dirigido
por Xabier Erkizia.
Aunque sólo un inventario definitivo despejará las dudas
acerca de la magnitud de los daños -muy importantes, en cualquier
caso-algunas impresiones iniciales se van atemperando. En los primeros
momentos, por ejemplo, se dio prácticamente por perdido el valiosísimo
material acumulado a lo largo de los años en el taller de grabado que
desde los orígenes de Arteleku es responsabilidad del artista
estadounidense Don Herbert. Parte de ese material, que se guardaba en
planeros de madera, se ha perdido, pero cientos de ejemplares de obra
gráfica, muy a menudo de artistas relevantes, se pudieron extraer de los
planeros y se confía en su recuperación.
Puesto a buscar lo que de positivo haya podido traer el
agua junto con la devastación que todavía se advierte en Arteleku y su
entorno, Frantxis López de Landatxe cree que la limpieza general forzosa
dictada por el Urumea puede servir para abordar un «cierto expurgo»,
quedarse con lo esencial y avanzar en la digitalización de los fondos.
Los que no se podrán resolver de manera digital son los
posibles daños que haya podido causar el agua a la estructura del
edificio. Hay alguna grieta que no tiene muy buen aspecto, pero los
técnicos en la materia todavía no se han pronunciado. Cuestiones
relacionadas con las infraestructuras básicas -esencialmente el estado
de la instalación eléctrica y del sistema de calefacción- son asimismo
las que pueden plantear problemas para que la veintena de artistas que
estaban trabajando en los estudios de la segunda planta, que no han
sufrido daños, puedan volver a la normalidad. La intención es que lo
hagan a lo largo de esta semana.
«Show must go on»
Arteleku, además de un lugar en el que se cruzan con
libertad casi absoluta las disciplinas artísticas, es un espacio
compartido en el que conviven muchos inquilinos. Uno de ellos es Dantzaz
Konpainia que, junto con Ertza, dirigida por Asier Zabaleta, es una de
las dos compañías residentes de Dantzagunea, servicio foral dedicado a
la danza que da cobertura a bailarines y grupos de estilos muy variados.
Filgi Claverie, director general de Dantzaz Konpainia, es
de los que ha visitado con frecuencia Arteleku en los últimos días. Con
la administración en la primera planta, en plena zona cero, «el agua se
ha llevado toda la memoria de la compañía». Ordenadores y documentos
que se archivaban en papel han naufragado, así como la cartelería y los
programas de mano destinados al inminente inicio de la campaña que
Dantzaz desarrolla en los centros escolares.
La desaparición de facturas y otros documentos complicará
trámites tan importantes como «la justificación y el cobro de las
subvenciones», pero «la actividad artística no se ha resentido para
nada». Por suerte, los materiales relacionados con esa faceta de la
compañía estaban en el segundo piso. Claverie, destacando una
solidaridad que todos los afectados han experimentado y ensalzan,
recuerda que la compañía (nueve jóvenes bailarines seleccionados entre
las decenas que aspiran cada año a tener un lugar en Dantzaz) ha seguido
con sus ensayos en el estudio de danza del Victoria Eugenia. Como él
mismo dice, «show must go on», el espectáculo no puede parar. Muestra de
ello es que anoche presentaron el programa 'Mintzo' en el auditorio
Adolfo Marcillach de San Sebastián de los Reyes (Madrid).
También se va a mantener, «hasta fin de año» y con la
mayor normalidad posible teniendo en cuenta las circunstancias, la
programación prevista por Arteleku-Tabakalera. Seguir con los planes
será posible gracias a la ayuda prestada por recintos como San Telmo,
Koldo Mitxelena y a los espacios que facilitan las casas de cultura
donostiarras o la UPV-EHU. El año que viene, ya se verá...
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