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Una hoguera como en 1813

La víspera de San Juan recuperó algunos usos como guiño al Bicentenario. Donostia volvió a volcarse en sus hogueras después de una víspera intensa con 'desafío' y danza de autoridades en la plaza de la Constitución

Primavera de 1912. Marino Tabuyo es alcalde de San Sebastián. «Quiero que el fresno sanjuanero vuelva a llegar a la plaza de la Constitución y quiero que lo acompañen los txistus y los dantzaris. Quiero que vuelva la fiesta». Esto, más o menos, es lo que dijo la máxima autoridad de San Sebastián cuando recuperó una tradición de los siglos XVIII y XIX, cuando un fresno llegaba hasta la plaza de la Constitución sobre un carro tirado por bueyes. Cumplió su deseo durante años y ayer, como un guiño al Bicentenario, descendientes de aquellos animales partían desde un nublado Sagüés con un carro en el que se portaba un hermoso fresno, arropado por la Banda de Txistularis y por el buen hacer de los makildantzaris. Atravesaba la Zurriola, el puente del Kursaal, Reina Regente y las calles Aldamar e Iñigo para llegar al terreno acotado en la plaza de la Constitución. Su recorrido causaba sorpresa entre quienes entrenaban, daban pedales o sacaban fotos a un mar gris. Un par de «look, come here» se escuchaba a la altura del Victoria Eugenia para que el resto de la excursión se asomara a ver el cortejo. Turistas y despistados se felicitaban por la gran definición de la cámara de su móvil y tras la imagen de una barra llena de pinchos se inmortalizaba esa labor ardua y precisa que implicaba que el árbol estuviera listo para las dantzas de la tarde. La víspera de San Juan arrancaba así con todas las expectativas puestas en una noche que tuvo mucho de mágica.
Egilea
J. Legaria
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Albistea
Data
2013/06/24
Lotura
Diario Vasco

Mucho foráneo y poco autóctono pululaba por la mañana por la plaza de la Constitución en la que, olvidadas camionetas y grúas habituales para tales tareas, la conmemoración del Bicentenario iba a mostrar cómo puede colocarse un fresno de gran altura, («aita, haundia da, ez da txikia», reprochaba una pequeña), con un juego de cuerdas, expertos cálculos visuales, maniobras y soportes de diferentes tamaños. Y con un par de hachas y un mazo todo hábilmente dirigido y ejecutado por siete hombretones. Primero había que vaciar el agua bajo la baldosa elegida para acoger el soporte metálico en el que se colocaría el árbol talado. Después, tocaba liberarlo del carro con sumo cuidado y, momento álgido para los curiosos presentes en la plaza, era el aplaudido momento de la alzada del ejemplar hasta quedar de pie.

Si alguien creyó que la maniobra había concluido se perdería una de las partes más complejas del elaborado sistema que se utilizaba hace doscientos años, cuando Donostia vivía sus vísperas sanjuaneras en ambiente tenso, pero aún lejos de saber hasta donde podía llegar la tragedia que asolaría sus calles en 1813.

Tochos de madera, golpes certeros, juegos de cuerdas... largos minutos para que el fresno estuviera tal y como se le esperaba para una noche tan mágica como la víspera de San Juan. Se abrían claros de sol y más de noventa dantzaris estaban dispuestos a ofrecer un espectáculo en el que ya habían participado los bertsolaris Beñat Gaztelumendi y Amaia Agirre, finas voces para ambientar el espectáculo de la izada del fresno. Y así, quienes habían sido cortejo del árbol como makildantzaris de los grupos Arkaitz, Axular y Goizaldi se afanaban en mostrar su habilidad en una plaza de la Constitución que iba agrupando cada vez más público.

El fresno esperaba después a los protagonistas de la tarde, a quienes el programa denomina 'Esku Dantza de autoridades'. Desde que el alcalde Juan Karlos Izagirre decidiera retomar el baile que un antecesor suyo Xabier Aizarna realizaba ante el árbol que debe bendecir la cosecha del estío, ha habido diferentes formas de hacerlo. La de ayer tenía una peculiaridad: el aurreskalari, el que encabeza la fila de la soga, un Izagirre con la vara de mando y la txapela en mano, retaba al atzeskulari, el último de esa fila, el edil del PNV Iñaki Gurrutxaga. Ambos habían ensayado y estiraban piernas antes de que la dantza comenzara. Ambos eran los únicos con chaqueta gris, elegantes para una ocasión en la que les acompañaban por este orden Miren Azkarate (PNV), Josu Ruiz (Bildu), Nekane Burutaran (Bildu), Juanra Viles (PNV), Aitziber San Román (PNV), Axier Jaka (Bildu), Nora Galaparsoro (Bildu) y Eneko Goia (PNV). Ningún concejal de PSE y PP acudió a la convocatoria dantzari, a pesar de que el primer año de esta legislatura sí lo hicieran. Una vez ejecutado el desafío entre los dos ediles, aplauso de la plaza soleada y expectante, y más dantzas y bailes para llegar hasta el momento en el que se cogen pequeños pedazos de corteza y en el que, por fín, el fuego va a acabar con todo lo malo que ha acumulado el invierno y que ha acabado identificado ese fresno izado.

No solo ardió la hoguera en la plaza de la Constitución. Una vez más, en Sagüés se quemaron maderos y libros de texto, en Riberas de Loiola se procuró que se olvidaran los malos presagios y, para más de uno, San Juan fue también fuente iniciática para vivir la primera noche cargada de música.

Donostia vivió una vez más esa antesala del verano, con guiño incluido al Bicentenario y un recorrido por la tradición.

Una hoguera como en 1813

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