Dokumentuaren akzioak
Una hoguera como en 1813
La víspera de San Juan recuperó algunos usos como guiño al Bicentenario. Donostia volvió a volcarse en sus hogueras después de una víspera intensa con 'desafío' y danza de autoridades en la plaza de la Constitución
Mucho foráneo y poco autóctono pululaba por la mañana por la plaza de la Constitución en la que, olvidadas camionetas y grúas habituales para tales tareas, la conmemoración del Bicentenario iba a mostrar cómo puede colocarse un fresno de gran altura, («aita, haundia da, ez da txikia», reprochaba una pequeña), con un juego de cuerdas, expertos cálculos visuales, maniobras y soportes de diferentes tamaños. Y con un par de hachas y un mazo todo hábilmente dirigido y ejecutado por siete hombretones. Primero había que vaciar el agua bajo la baldosa elegida para acoger el soporte metálico en el que se colocaría el árbol talado. Después, tocaba liberarlo del carro con sumo cuidado y, momento álgido para los curiosos presentes en la plaza, era el aplaudido momento de la alzada del ejemplar hasta quedar de pie.
Si alguien creyó que la maniobra había concluido se perdería una de las partes más complejas del elaborado sistema que se utilizaba hace doscientos años, cuando Donostia vivía sus vísperas sanjuaneras en ambiente tenso, pero aún lejos de saber hasta donde podía llegar la tragedia que asolaría sus calles en 1813.
Tochos de madera, golpes certeros, juegos de cuerdas... largos minutos para que el fresno estuviera tal y como se le esperaba para una noche tan mágica como la víspera de San Juan. Se abrían claros de sol y más de noventa dantzaris estaban dispuestos a ofrecer un espectáculo en el que ya habían participado los bertsolaris Beñat Gaztelumendi y Amaia Agirre, finas voces para ambientar el espectáculo de la izada del fresno. Y así, quienes habían sido cortejo del árbol como makildantzaris de los grupos Arkaitz, Axular y Goizaldi se afanaban en mostrar su habilidad en una plaza de la Constitución que iba agrupando cada vez más público.
El fresno esperaba después a los protagonistas de la tarde, a quienes el programa denomina 'Esku Dantza de autoridades'. Desde que el alcalde Juan Karlos Izagirre decidiera retomar el baile que un antecesor suyo Xabier Aizarna realizaba ante el árbol que debe bendecir la cosecha del estío, ha habido diferentes formas de hacerlo. La de ayer tenía una peculiaridad: el aurreskalari, el que encabeza la fila de la soga, un Izagirre con la vara de mando y la txapela en mano, retaba al atzeskulari, el último de esa fila, el edil del PNV Iñaki Gurrutxaga. Ambos habían ensayado y estiraban piernas antes de que la dantza comenzara. Ambos eran los únicos con chaqueta gris, elegantes para una ocasión en la que les acompañaban por este orden Miren Azkarate (PNV), Josu Ruiz (Bildu), Nekane Burutaran (Bildu), Juanra Viles (PNV), Aitziber San Román (PNV), Axier Jaka (Bildu), Nora Galaparsoro (Bildu) y Eneko Goia (PNV). Ningún concejal de PSE y PP acudió a la convocatoria dantzari, a pesar de que el primer año de esta legislatura sí lo hicieran. Una vez ejecutado el desafío entre los dos ediles, aplauso de la plaza soleada y expectante, y más dantzas y bailes para llegar hasta el momento en el que se cogen pequeños pedazos de corteza y en el que, por fín, el fuego va a acabar con todo lo malo que ha acumulado el invierno y que ha acabado identificado ese fresno izado.
No solo ardió la hoguera en la plaza de la Constitución. Una vez más, en Sagüés se quemaron maderos y libros de texto, en Riberas de Loiola se procuró que se olvidaran los malos presagios y, para más de uno, San Juan fue también fuente iniciática para vivir la primera noche cargada de música.
Donostia vivió una vez más esa antesala del verano, con guiño incluido al Bicentenario y un recorrido por la tradición.
Dokumentuaren akzioak