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Una fiesta en busca de la sombra
El sol castigó en un día de la Virgen de Arrate con una importante afluencia
La primera cita del día fue la Misa Mayor que, una vez
más, dejó pequeño el Santuario. Mientras tanto, eran muchos los que
llegaban a pie. «Por el camino de los Pasos. La zona donde están
haciendo el polígono Erisono está con tierra, pero se sube bien»
señalaba una vecina. «Sí, pero con una cuesta que tira para atrás»
añadía su marido. Frente a las rampas que tuvieron que afrontar quienes
subieron andando, las colas eran el peaje a pagar por los que elegían
el autobús. A mediodía, la hilera para subir a Arrate cruzaba toda la
calle Toribio Etxebarria.
Ya en el alto, los sudorosos caminantes se mezclaban con
los aseados del coche o el autobús. Todos ellos se unieron al frente
común. Agua, sidra, vino, cerveza o refrescos se convirtieron en
acompañamiento para pinchos de chorizo o lomo. Entretanto, algunos se
dejaban pasar por los puestos para comprar las rosquillas que les
librarán de dolores de garganta.
Montañeros y cuadrillas
Al final de la misa llegaba el momento de la procesión,
acto señalado del día para muchos vecinos. La patrona de los eibarreses
y de los txistularis partió acompañada de sus músicos de la Banda
Usartza. Por delante, la Cruz abría camino entre montañeros recién
coronados, cuadrillas de chavales con mochilas y grupos con el
piscolabis. Detrás, la comitiva de dantzaris de Kezka daba paso a la
imagen de la Virgen. Detrás, sacerdotes y autoridades eran los primeros
de la comitiva que se dirigió hasta la Cruz. Allí la Virgen se situó de
cara a la ciudad de Eibar desde donde un año más le llegarán centenares
de peticiones.
Finalizada la parte más religiosa de la fiesta, muchos
optaron por acudir a la campa. Las txosnas se convirtieron en refugio
de los sedientos y no faltaron lo que aguantaban desde la noche
anterior. Los dantzaris de Kezka fueron sufridos cumplidores y
ofrecieron su exhibición en la campa bajo un sol de justicia. Mientras,
muchos eran los que disfrutaban de la bebida y la charla.
Durante el día, la afluencia de gente no cesó y por la
tarde Arrate mantuvo su tirón. La 'Amatxo' de los eibarreses recibió a
todos con buen tiempo y por este año dió permiso para disfrutar de la
fiesta sí, pero a la sombra.
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