Edukira salto egin | Salto egin nabigazioara

Tresna pertsonalak
Hemen zaude: Hasiera Hemeroteka Una compañía con tres manzanas

Dokumentuaren akzioak

Una compañía con tres manzanas

Tanttaka acaba de ser reconocida con un Max como la mejor empresa teatral privada.

El grupo nació en 1983 y tuvo su primera residencia en Hernani. Dio el salto a finales de los años 90 con 'El Florido Pensil'
Egilea
Teresa Flaño
Komunikabidea
d
Tokia
San Sebastián
Mota
Albistea
Data
2014/06/04
Lotura
d

En un territorio que presume de gastronomía y donde uno de los baremos para medir la calidad del cocinero o del restaurante son las estrellas que acumula, hay una compañía que suma tres Max, el principal premio de las artes escénicas de España, representados en otras tantas manzanas con máscaras diseñadas por Joan Brossa. Se trata de Tanttaka, formación donostiarra que el pasado lunes ganó su última manzana, esta vez a la mejor empresa o producción privada por 'Soinujolearen semea'-'El hijo del acordeonista' y 'Komunikazioa/Inkomukazioa'. «Ha quedado demostrado que aquí, cuando hay medios, tenemos algo que decir y somos tan competitivos como el que más. En Euskadi, las artes escénicas pueden estar a la altura de la gastronomía y el fútbol», aseguran.

El premio ya luce en la repisa de los galardones de su oficina, aunque todavía no tiene la placa pegada porque «nos la tienen que mandar grabada por correo». Pero hasta este último viaje a Madrid para asistir a la gala de los Max hay un largo camino que se inició hace 31 años, en 1983. Ya desde sus inicios Tanttaka demostró que tenía una vocación pionera: fue la primera compañía residente en el País Vasco. Buscaron un pueblo donde ubicarse, donde exhibir sus obras, crear una dinámica teatral con un taller y una programación estable como contraprestación por disponer de unas instalaciones. Hernani fue el municipio que aceptó la propuesta y la Sala Viteri fue una de las primeras en contar con una programación continuada en Gipuzkoa. Con el tiempo la gestión pública de los espacios fue asumida por las diferentes administraciones y Tanttaka optó por centrarse en la producción.

Era una época, que vista desde la perspectiva que dan los años y la situación actual, de vacas gordas con Antzerki como cantera. Tanttaka era una cooperativa que saltaba de género con facilidad y sus proyectos no bajaban de diez personas en escena. Lo mismo montaban el drama naturalista 'Agur Eire' que el espectáculo infantil 'Ondo loin', la ópera bufa 'Flaminio' o el musical 'Peligro, te quiero'.

Pero llegó el 92, las administraciones cortaron las ayudas a las actividades artísticas lo que supuso que compañías pequeñas sufrieran crisis económicas y estructurales en los años siguientes. Tanttaka, que financiaba sus proyectos con créditos al 16% de interés, también padeció esta situación y todos los socios tuvieron que poner dinero, 4 millones de pesetas de entonces, para poder pagar todas las deudas y cerrar la primera etapa de la compañía. Tres de sus miembros -Fernando Bernués, Mireia Gabilondo y Kike Díaz de Rada- decidieron seguir juntos «con la misma manera de hacer», es decir con una base ética y estética.

¿Y cuál es esa manera? Los miembros de Tanttaka lo tienen claro. Por un lado está centrarse en obras que, sin importar el género, tengan un camino que desbrozar. Bernués explica que «nuestra forma de trabajar es a través del vértigo porque sabemos qué se puede hacer pero no sabemos cómo». También consideran fundamental los equipos. «Se trata de un oficio con muchos matices y hay que cuidarlos. Para ello es necesario configurar equipos acordes con las necesidades. En una producción se puede prescindir de un escenógrafo, de un diseñador de vestuario, de un iluminador, del de comunicación... pero así no se suma y la suma de todas esas identidades en torno a cómo transmitir un proyecto es lo que lo dimensiona. Nosotros nos hemos empeñado en que todos esos aspectos estén presentes. Por ejemplo, consideramos que la música es fundamental y en casi todos los espectáculos está en directo. En los casos en los que es imposible introducimos bandas sonoras muy cuidadas escritas para cada ocasión. Correr el riesgo de sumar todos esos aspectos no garantiza el éxito, pero sin eso es difícil aportar algo nuevo».

Narrativa contemporánea

Fue entonces cuando comenzaron sus adaptaciones de textos no teatrales con un gusto particular por la narrativa contemporánea. Las primeras fueron 'Todas culpables' y 'El Florido Pensil', que además de ser la obra que más veces han representado -la recuperaron hace seis años-, también les permitió salir del agujero económico y darles cierta estabilidad al poder contar con una oficina y un pabellón para los ensayos. Además esta obra les dio su primer Max en 1999. «Había estado nominada en las dos ediciones anteriores como mejor espectáculo, pero no nos lo concedieron. Así que cuando nos eligieron entre las tres mejores adaptaciones teatrales no nos hicimos muchas ilusiones, sobre todo si teníamos en cuenta que uno de nuestros competidores era el mismísimo Fernando Fernán Gómez», recuerda Bernués. Pero sí lo lograron y la compañía ascendió un nuevo escalón.

Los conflictos humanos han estado presentes en muchas de sus obras como 'Nacidos culpables', 'El pianista del océano', 'Paradero desconocido', 'Mi suicidio', 'La mano del emigrante', 'El porqué de las cosas', 'La mujer justa', 'Kafka eta panpina bidaiaria', o 'Contra el viento del norte'. Desde Tanttaka explican que se trata de un teatro de emociones y nociones, de gente común y corriente enfrentada a situaciones especiales. Entienden las manifestaciones artísticas como una manera de acercarse al otro. Otra especie de lema en el que basan su trabajo es: conocer es entender.

En ese camino hace diez años se toparon con una compañía con una manera de entender la escena de forma muy similar, la errenterriarra Kukai, con quien han colaborado en varias ocasiones. Juntos aunaron lenguajes y miradas en un proyecto de investigación en torno a una narración escénica sobre la evolución de la danza tradicional que «no sabíamos a dónde iba a llegar». Entre los varios montajes en común surgió el espectáculo 'Hnuy Illa' donde se mezclaban poemas, danza, música, imágenes, en un poético recorrido por la vida. Con él llegó el segundo Max al mejor espectáculo revelación.

Muchos son los artistas que han influido en Tanttaka, pero hay tres a los que les une un vínculo especial: Jorge Oteiza, Mikel Laboa y Bernardo Atxaga. Y no es casualidad que sean un escultor, un músico/poeta, y un escritor, porque conjugan esos caminos que desbroza la compañía. Basándose en el primero crearon 'Otehitzari biraka', también con Kukai; sobre los pensamientos del bardo tienen ahora 'Zazpi aldiz elur', para cuya elaboración han contado con la colaboración de Atxaga, con quien reescribieron 'El hijo del acordeonista' para llevarlo a escena. Es precisamente esta última obra, junto a 'Komunikazioa/Inkomunikazioa', la que les ha reportado el último galardón.

El nuevo Max es el resumen de este ya largo viaje y supone «una cierta alegría porque se reconoce el esfuerzo por rebelarse, en el sentido de no conformarse y asumir esa miseria que vive el teatro. Los trabajos han llamado la atención porque son de calidad, pero también se reconoce la osadía y la rebeldía en el sentido artístico. Alguno puede decir que también somos unos inconscientes pero tenemos claro que esto es un oficio de pasión».

Dokumentuaren akzioak