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Un pincel guardián del costumbrismo vasco
El basauritarra Víctor Sarriugarte ha centrado su trayectoria artística en preservar con sus obras las danzas y el folclore autóctono
Lo suyo es una afición a tiempo completo desde que se jubilara de su puesto de delineante en la antigua fábrica de Bandas. Porque, hasta entonces, tenía que exprimir al máximo sus ratos libres para visitar pueblos que le proporcionaran la inspiración que buscaba. Se había impuesto la obligación de retratar las tradiciones vascas. El objetivo que permanezcan en el tiempo. Y así ha pasado sus años, viajando de un lado para otro captando las costumbres de mil y un lugares.
Su afición por el arte comenzó a los 17 años y, a punto de cumplir 70, sigue al pie del cañón en su estudio. Y mantiene fresca su creatividad. Ya lleva días enfrascado en un nuevo proyecto, que todavía no quiere desvelar.
«De esto no se vive», sentencia, aunque con orgullo también afirma que tener un trabajo le ha permitido no plegarse a postulados. Desde su prisma -«el ojo de un ciudadano preocupado»-, plasmó la situación que vivía este país en su obra 'La espera', una reflexión de la vida, de cómo sufría un pueblo dividido. El folclore, las danzas, el carnaval, los zanpantzarrak, los gigantes o el ballet Olaeta forman parte del extenso currículo de Sarriugarte. Incluso en 1982 fue el encargado de enseñar las costumbres vascas en el Mundial de Fútbol.
Garaikoetxea y Barandiaran
El retrato le confirmó como uno de los pintores vascos más importantes. Ha captado a los personajes más ilustres del pasado siglo. Desde políticos como Garaikoetxea a personajes como Resurrección María de Azkue, Jon Bilbao o José Miguel de Barandiaran. Su obra se ha podido contemplar incluso en el Vaticano.
En Basauri además se pueden contemplar tres de sus esculturas: 'Los lazos del deporte', la 'Eskarabillera' y el retrato alegórico de 'Pinceles'.
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