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Un oteiza que llora

Egilea
Joxean Agirre
Komunikabidea
Gara
Mota
Kronika
Data
2005/01/29

Quizás al espectáculo le falte algo de historia y de trama, o quizás no la necesite, porque es simplemente un homenaje, un montaje de naturaleza abstracta, dedicado al poeta que escondía Oteiza.



«Oteiza es un hombre poliédrico y el espectáculo tenía el riesgo de hacer aguas al querer abarcarlo en todas sus facetas. Se ha optado por su obra poética, que es una de las facetas que a mí personalmente más me interesa», decía Joxe Anjel Irigarai, una de las personas que más ha asesorado a Mireia Gabilondo, responsable del montaje de “Otehitzari biraka”, que se estrenó el jueves a la noche en el Principal de Donostia, donde se representó ayer y lo harán hoy a las 20.00.



«El montaje que combina el vídeo, la música y la danza, se centra en la palabra, en la obra poética de Oteiza. Tanto los responsables de Tanttaka como los de Kukai apenas conocían la figura de Oteiza, pero se han acercado a la misma con más honestidad si cabe que si la conocieran y han quedado como prendados. Es un montaje realizado bajo ese impacto. Es un espectáculo realizado con el corazón y eso se agradece mucho», declaró minutos antes de entrar al estreno.



Irigarai añadió que el mayor reto que planteaba «esta especie de performance sobre Oteiza» era la conjugación de lenguajes tan dispares como el vídeo, en los que aparecía el escultor, la escenografía, la música y la danza. Salió entusiasmado de la función. «Creo que es un trabajo más que digno. Espero que ayude a socializar la figura de Oteiza», dijo a la salida.



También el cantante Mikel Urdangarin, que junto a Bingen Mendizabal, Rafa Rueda y Mikel Fernández Krutzaga se ha encargado de la parte musical del montaje, salía entusiasmado del estreno, al que habían acudido las caras más conocidas del mundo del teatro, de la televisión y de la cultura. Acudía, por ejemplo, Joxerra Garzia, en cuyo libro “Itsasoan euri” Mireia Gabilondo había encontrado la idea de la que surgió el proyecto.



para resaciar una pena



«Comenzamos en reunirnos en agosto Bingen, Rafa y los tres y dedicamos un tiempo largo a darle vueltas al tema, porque tampoco era sencillo poner música a un espectáculo sobre Oteiza. Al principio ni siquiera conocíamos el guión. Más que las ideas nos interesaban las atmósferas y poco a poco la música fue tomando cuerpo. El montaje no gira en torno a un tesis, sino en torno a una persona con toda su complejidad que se manifiesta en la obra poética de Oteiza. Ha sido un proceso de trabajo paralelo. Al mismo tiempo que ellos trabajaban en las coreografías y la escenografía, nosotros lo hacíamos con la música. Nos costó mucho arrancar. Quizás la figura de Oteiza nos infundía un respeto que nos paralizaba. Pero logramos traer a Oteiza a nuestro terreno. Los músicos que hemos trabajado en la obra tenemos una tendencia minimalista. No nos gustan las grandes producciones. Desde el principio hemos sabido que estábamos al servicio de un montaje, que estábamos para poner énfasis a algunos momentos poéticos que muestra la obra. Siempre he tenido la pena de no haber conocido personalmente a Jorge Oteiza y ésta ha sido la manera de resaciar esa pena. Siento que he tenido el privilegio de colaborar en una obra que ayudará al conocimiento de un artista que me atañe de muy cerca», dijo, mientras sostenía el manojo de claveles que había recogido minutos antes en el escenario, mientras el público aplaudía.



En este tipo de montajes, muchos veces se asigna a la danza un papel ornamental, de mero acompañamiento. Pero en “Otheitzari biraka” hay veces en que se erige en protagonista. Son varios esos momentos. Están los aurreskus. Uno de ellos subraya el dramatismo del momento cumbre del montaje, el de la muerte de su mujer, Itziar. Al recitado de “Itziar, elegía y otros poemas” le sigue una coreografía basada en el aurresku que manifiesta todo el dramatismo del momento.



Caerse y levantarse



Hay otros momentos de mayor alegría referidos a la niñez y a la juventud que se acompañan de banakos, la kaxarranka o la mutil-dantza.



Y está la parte final del montaje en el que Jon Maya, vestido con el atuendo otoñal de Oteiza, chaqueta azul y bufanda roja, empuña el bastón y se marca unos pasos de aurresku con tanto realismo que todos revivimos las imágenes de Jorge paseando por las aceras de San Pelayo, el barrio zarauztarra donde vivió. Mientras baila, el artista sufre un traspié, pero se levanta, puesto que ese caer y levantarse es el leit motiv de la obra y de la vida del propio artista. Esa idea se muestra también en la escenografía, de Fernando Bernués. El suelo del escenario es una gran pizarra donde los dantzaris escriben y borran, y la pantalla, donde se proyectan los vídeos, está confeccionada con tizas.

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