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Un mes sobre las tablas
Dantzerti, la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Euskadi, cumple su primer mes de vida con un curso que durante dos semanas ha impartido la donostiarra Iratxe Ansa, bailarina y coreógrafa internacional.
Veintiocho días después y con los nervios iniciales algo más calmados, los jóvenes están disfrutando de la primera de las tres masterclass que impartirán destacados profesionales vascos pertenecientes al sector de las artes escénicas y de la danza. En este caso, la encargada de inaugurar estos cursos de formación complementaria es la bailarina Iratxe Ansa, que se encuentra en Bilbao desde el día 13 y que prolongará su formación hasta pasado mañana. Un total de 40 horas de danza que permitirán al alumnado de esta especialidad “subir un peldaño más en su formación”, explica a este diario Ekaitz González Urretxu. El joven director de Dantzerti incide en la importancia de estas clases magistrales que continuarán a partir del 2 de noviembre con la actriz Karmele Aranburu, a la que seguirá el 9 de noviembre el coreógrafo Jon Ugarriza. Ellos son los colaboradores confirmados hasta el momento para el curso académico 2015-2016, que finalizará en junio, aunque el director no descarta alguna posible incorporación más para los próximos meses.
Inicio positivo
Por el momento, la respuesta inicial a este arranque de curso ha sido “muy positiva”, algo en lo que coinciden tanto el director del centro como varios de sus alumnos. “Lo que más destacaría es que estamos aprendiendo diferentes formas de trabajar”, apunta Beñat, un joven de Sopelana formado en ballet clásico pero que ya había coqueteado con la danza contemporánea durante los últimos dos años. “Es algo completamente nuevo para mí”, explica, en referencia al curso impartido por Ansa, “pero al mismo tiempo estoy aprendiendo muchas cosas que podré aplicar luego al clásico”.
Muy diferente es el origen de Marcos, un joven amante del break dance que ha abierto las puertas al género clásico y a “la danza que trabaja más desde las sensaciones”, algo a lo que admite no estar muy acostumbrado. “Vengo del ámbito urbano y desde el primer día estoy aprendiendo cosas muy diferentes a las que estoy acostumbrado, lo cual es enriquecedor; aunque carezca de la base técnica del clásico que otras personas pueden tener, trabajando duro se sacan las cosas”, sostiene, ilusionado.
Garazi, otra de las estudiantes, no duda en subrayar la influencia positiva que esta formación complementaria a sus clases ha ejercido sobre ellos a lo largo de estos días: “Además de todo lo que estamos aprendiendo día a día en clase, que venga gente diferente es algo muy gratificante para nosotros a nivel personal y profesional, vamos aprendiendo cómo aplicar todos esos conocimientos que adquirimos”.
La llegada de Iratxe Ansa, cuya estancia se ha prolongado durante quince días, ha llevado a modificar el planteamiento horario de los alumnos de la especialidad de danza (también existe otra de arte dramático), que en cada jornada académica suelen compaginar dos clases teóricas con varias horas de danza práctica. Respecto a las disciplinas a las que se han acercado en este breve comienzo de su trayectoria académica, los alumnos aluden tanto al género clásico como a la danza contemporánea, además de una primera toma de contacto con la improvisación y el análisis del movimiento. “Tenemos un repertorio en el que se hace un repaso desde los inicios de la danza clásica y la contemporánea”, explica Marcos, una selección sobre la que los estudiantes van haciendo “variaciones de diferentes artistas a lo largo de la historia en las cuales se aprecia cómo ha sido la evolución”.
Los tres alumnos entrevistados coinciden al reafirmar la necesidad de creación de un centro de estas características en Euskadi, “algo que hacía falta”, y afirman echar de menos la existencia de una formación similar en la etapa inmediatamente anterior, es decir, un paso previo a la entrada en la universidad que prepare a los jóvenes que deseen iniciar una carrera artística profesional unida tanto al mundo de la interpretación como al de la danza.
“La nuestra es una profesión en la que no te puedes quedar anclado en un sitio, tienes que moverte, y aunque luego salgas al extranjero para poder evolucionar, esta es una gran oportunidad para formarnos aquí”, sostienen, un extremo con el que coincide Ansa: “Es una experiencia bonita e interesante para mí, principalmente porque soy vasca y me encantaría que esto siguiera creciendo hasta convertirse en algo muy potente”. La bailarina se muestra partidaria de enriquecer la formación profesional a través de la estancia en diferentes países, pero añade que tenía “un gran interés en venir y conocer a los alumnos, ser la primera que trabaja con ellos y aportar algo en mi tierra”. “Un artista debe hablar muchísimos idiomas, incluso físicamente, pero es esencial que aquí exista un lugar donde se pueda trabajar”, concluye.
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