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Un gran coreógrafo
Crítica, Ballet de Biarritz
THIERRY Malandain, director del Ballet de Biarritz y Premio Benois de la danza, ha sido nominado mejor coreógrafo del año 2004 por Création , la magnífica coreografía que hemos podido ver en Estella, y que le supone un gran prestigio internacional. No hay que olvidar que la distinción de mejor coreógrafo que se entrega en Moscú ha recaído los años anteriores en coreógrafos tan importantes como Lock, Kylian, Forsythe o Carolyn Carlson. Y es que Création , de la que vimos un amplio extracto, lo tiene todo. Ya desde la apertura del telón hay una corporeidad rotunda en los bailarines -tanto ellas como ellos, en la que encaja a la perfección la música que Beethoven escribió para el ballet Las criaturas de Prometeo. Malandain parte del hombre solo primitivo como animal que baila, y a partir de ahí va incorporando citas bíblicas de la Creación, figuras escultóricas primitivas y un desarrollo dancístico donde cabe el ballet barroco, el clásico y el contemporáneo, con pasos muy originales y una ejecución de los bailarines admirable. En esta obra se alternan los solos con los dúos, los grupos de cámara y el cuerpo de baile, y, con unas aportaciones físicas y técnicas individuales, hay, no obstante, una homogeneidad de estilo, una perfecta estructuración de los pasos, y un orden bellísimo -mejor y por encima de la simetría- que cohesiona, sin fisuras, las muy variadas secciones de la obra, plagada de sentido del humor, de felicidad, de espectacular danza muy arrimada a la música. Para la Muerte del cisne de Saint-Saëns, el coreógrafo francés opta por repetir el tema tres veces y recrearlo en tres bailarinas distintas. A mi juicio, no se ha superado la famosa coreografía en diagonal de Fokine, pero las tres bailarinas se lucen, desarrollan impecablemente las formas zoomórficas del cisne, sin redundancia, con variedad dentro del tema. Para finalizar, un siempre bien recibido Bolero de Ravel hizo las delicias del público. Se aborda esta obra con protagonismo del conjunto, sin solos, con momentos donde los hombres toman la elasticidad femenina, y las mujeres la potencia masculina. El desarrollo de la corporeidad de tan estresante música es, un poco, a la contra del regulador de la partitura. El comienzo es tajante y marca en todo el cuerpo de baile el machacón compás con recursos austeros pero muy eficaces, como la mera elevación de las rodillas a partir de los cuerpos tumbados. El movimiento se va enriqueciendo como la orquesta con los instrumentos, para, al final, deshacer el grupo, más que culminarlo. Quizás esta opción despiste, pero es que esta música lo puede todo. Nuestra más cordial felicitación al conjunto francés y a su gran coreógrafo.
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