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Un genio cascarrabias

Kritika, Otehitzari biraka

Egilea
Iratxe de Arantzibia
Komunikabidea
Donostilandia
Mota
Kritika
Data
2005/01/30

La controvertida figura del escultor Jorge Oteiza (Orio,1908- Zarautz,2003) es el hilo argumental en torno al que se unen de nuevo la compañía de teatro Tanttaka y los dantzaris de Kukai. El montaje, con guión de Mireia Gabilondo, alterna los momentos danzados con las proyecciones en video, en las que el espectador se acerca a la complejidad del universo Oteiza. Precisamente, el espectáculo busca adentrarse a la actitud vital de artista oriotarra, ahondando en su punto de vista sobre la circunstancia de la existencia. Para ello, Gabilondo ha buceado en su manera de actuar, sus pensamientos más íntimos, las curiosidades inéditas y algunas anécdotas. De esta manera, Otehitzari biraka (=Girando a Oteiza) muestra la excentricidad del genio creativo de este escultor con imagen de cascarrabias. Con una hora de duración, la mezcla entre danza e imágenes de video construyeron un espectáculo interesante, que continúa la senda iniciada en 1937, gogoaren bidezidorretatik, donde también se intercalan ambos artes, obteniendo un satisfactorio efecto ante el público.



La necesidad de la palabra, su infancia, la renuncia al arte, la reivindicación de un cambio en un obsoleto sistema educativo, el silencio, la soledad por la pérdida de su esposa -Itziar- y la muerte, son algunos de los ejes temáticos que se abordan en los fragmentos del interesante montaje de video de Mireia Gabilondo y David Bernués. A esto, hay que sumar la efectiva intervención del joven coreógrafo errenteriarra Jon Maya. Desde el terreno de la euskal dantza, pero con pequeños guiños hacia otros lenguajes contemporáneos, Maya afianza el camino iniciado en su anterior pieza. No debe resultar sencillo adoptar como lenguaje de expresión dancístico el acervo cultural de la danza tradicional. Es más, el excesivo respecto por el sustrato ancestral, en ocasiones, puede llevar a su obsolescencia y pérdida. En este sentido, hay que enmarcar el meritorio trabajo de una generación de jóvenes dantzaris-coreógrafos que han apostado por la danza tradicional como fórmula de expresión, pero que, a su vez, sienten la necesidad de incluir pequeños matices de contemporaneidad a este lenguaje. Por ello, pese a su juventud, Jon Maya va trazando una sólida trayectoria en esta línea, para lo que debería perder un poco el miedo a la fusión con el lenguaje de la danza contemporánea. Precisamente, algunos detalles en esta dirección fueron, sin duda, parte de las aportaciones más interesantes en el campo dancístico.



Ataviado como el anciano artista de Orio, Jon Maya regala al público una de las escenas más entrañables de la noche, al bailar, con bastón en ristre, demostrando las dificultades propias de la edad de un nonagenario Oteiza. También se producen otros momentos memorables en escena, por donde vagan unos bailarines con más formación en danza tradicional que en contemporáneo. Si hubiera que poner un pero a Otehitzari biraka, sin duda, éste sería los breves destellos de inseguridad en algunos fragmentos, que, como recién hilvanados, requerían mayor número de actuaciones, cosa, por otra parte natural, habida cuenta los nervios del estreno. No obstante, obviando estas minúsculas máculas, el espectáculo, con música original de Mikel Urdangarin, Bingen Mendizabal, Rafa Rueda y Mikel F. Krutzaga, encantó al abarrotado patio de butacas del donostiarra Teatro Principal. La buena conjunción entre las proyecciones de video y la exploración y búsqueda de Jon Maya en el terreno dancístico, a buen seguro, les llevará muy lejos con Otehitzari biraka; un montaje, para el que la elección de la figura del escultor guipuzcoano Jorge Oteiza, es la espina dorsal, para volver a mostrar el excelente maridaje entre Tanttaka y Kukai.

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