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Un festival de lo más variado
El XXIII Festival de Folklore de Elgoibar volvió a mostrar las diferentes formas de entender las raíces culturales de los pueblos en la cita del polideportivo Olaizaga
Los primeros en saltar al escenario fueron los miembros
de Haritz que, en la primera parte de su actuación, trasladaron a los
espectadores hasta tierras alavesas, haciéndoles disfrutar de la
briosas piezas rescatadas del patrimonio folklórico de localidades como
Cuartango, Añana y Elciego, antes de finalizar con los Paloteados, de Villanueva,
A continuación llegó el turno de los sonidos y ritmos de
África, que llegaron hasta Elgoibar de la mano de la compañía de
Gauteng. El retumbar de los tambores inundó el pabellón elgoibarrés
dando paso a una actuación trepidante. Los hombres centraron buena
parte de su actuación en danzas en las que hacían alarde de su
fortaleza con el objeto de captar la atención de unas mujeres que
hacían valer sus armas de seducción con canciones de gran belleza y
bailes cargados de sensualidad.
Los espectadores también disfrutaron de piezas de raíz
guerrera en las que un grupo compuesto de hombres y mujeres trataba de
impresionar a su jefe con nuevos alardes de fuerza y vigor. Las
poderosas y continuas patadas al aire, rematadas con secos golpes con
la planta del pie contra el suelo, sus saltos y acrobacias provocaron
el entusiasmo del público, que premió su despedida con una sonora salva
de aplausos.
La compañía Nairi, de Armenia, ocupó a continuación el
lugar del grupo sudafricano. La visceralidad de los bailes de la
compañía africana dio paso al estilo más frío y reposado de la compañía
caucásica, que no estuvo sola en el polideportivo elgoibarrés pues
fueron bastantes los armenios residentes en el País Vasco que se
acercaron hasta Elgoibar para disfrutar del espectáculo.
El colofón al XXIII Festival Internacional de Folklore
llegó con la segunda actuación de Haritz Euskal Dantzari Taldea. El
grupo elgoibarrés ofreció, en esta ocasión, una semblanza de diferentes
danzas de Lapurdi que entraron a formar parte de su repertorio de la
mano de Betti Betelu. Apoyados con un potente apartado musical, los
dantzaris ofrecieron una actuación cargada de color y ritmo que se
abrió con una marcha en la que se incluían gigantes, damas con el
rostro cubierto por velos y personajes con tocados de enormes
dimensiones cubiertos de pelo sobre sus cabezas, antes de interpretar
un paloteado, un jauzi y un fandango, concluyendo su actuación con la alegre pieza Dantza Luze.
Homenaje
El cierre del festival estuvo marcado por el homenaje
que se le rindió a la Escuela de Música de Elgoibar al cumplirse este
año el 25 aniversario de su fundación. Una emocionada y sorprendida
Marijose Zubiaurre fue la encargada de recoger el simbólico bastón de
mando con el que Haritz Euskal Dantzari Taldea reconoce la labor en
apoyo al folklore vasco y al grupo elgoibarrés.
La presencia de Marijose Zubiaurre fue recibida con una
calurosa salva de aplausos que sirvió para poner brillante colofón al
gran festival que se vivió en el polideportivo Olaizaga la noche del
pasado viernes y que se despidió hasta la siguiente edición del próximo
año.
Zubiaurre recibiendo el recuerdo de Haritz.
Zubiaurre recibiendo el recuerdo de Haritz.
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