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Un Cascanueces de Elizondo
Según sus propias palabras, "yo no sabía que la danza se pudiera estudiar, y ahora que me he metido, no saldría nunca". Tras seis años de estudio entre Pamplona, Madrid y Londres, el esfuerzo comenzó a dar sus frutos: el primer contrato de trabajo fue nada más y nada menos que interpretar al Cascanueces en la obra del mismo nombre junto al Ballet Nacional de Irlanda en una gira a través de Gran Bretaña. "Llevábamos tres semanas con las clases cuando me dijeron que iba a ser el Cascanueces. Llamé a todo el mundo; a mi madre, a Mari Cruz, a mis tías..."
A la emoción le siguió el duro trabajo necesario para representar la obra lo mejor posible. Fueron 47 funciones en dos meses y en diferentes lugares, con sus clases y ensayos correspondientes. "Estuvimos en pueblos y ciudades, pero como la danza requiere una disciplina tan enorme tampoco pude visitar muchos sitios", manifestó el bailarín. Reconoce que los viajes fueron "una paliza", pero, por lo demás, "como sarna con gusto no pica, pues yo encantado".
La obra fue muy bien recibida por el público británico y obtuvo excelentes críticas en los medios. "Los ingleses son más cerrados y secos como público que los irlandeses, pero aún así, se notaba por los aplausos que la obra gustaba".
Después de tres meses de escenario en escenario y con la experiencia que ello supone, Urrutia se queda con el buen ambiente de la compañía: "me he relacionado mucho, la gente era muy simpática, muy sana". Incluso el director se mostró comprensivo ante los imprevistos: "Tuve un tirón en la espalda provocado por llevar a la bailarina principal en mi hombro derecho, y le pedí al director que cambiásemos la coreografía; no hubo ningún problema".
En cambio, hubo algo que, como buen baztandarra, fue imposible no echar de menos: "La comida. Tanto en Inglaterra como en Irlanda se come fatal, incluso en los pueblos; un día dormimos en un bed and breakfast, que son como las casas rurales de aquí, y todo era comprado a medio preparar y relleno... Eché de menos comer bien, sano".
más vale tarde que nunca Una persona que decide dedicar su vida al baile, tiene que estudiar durante diez años, pero "cuando entras a los 18 años, no puedes estar estudiando tanto tiempo, así que yo estudié la mitad, cinco años". Los tres primeros transcurrieron en Pamplona en la escuela de Almudena Lobón, tras los cuales el Gobierno de Navarra concedió una beca a Urrutia para seguir estudiando en Madrid otros dos años. "Me parecía una ciudad enorme y para mí fue duro, pero luego me fui a vivir a Londres, que es más grande, y me encantó". Allí llegó de la mano de Isabel Elizondo, quien le puso en contacto con la Central School of Britain. Fue aceptado y además becado, con lo que sólo tenía que pagar el alojamiento. Como en todo, hubo momentos buenos y malos: "A veces pensaba: me voy de aquí, porque esto es de locos , pero ahora yo también estoy un poco loco". A pesar de todo, Urrutia no se imagina su vida sin la danza: "Sin Mari Cruz no sé lo que hubiese sido de mí, no se me ocurre que otra cosa hubiese podido estudiar, la verdad es que estoy encantado de ser bailarín".
proyectos de futuro Urrutia reconoce que, por el momento, existen más opciones de trabajo en el extranjero, "pero ya volveremos luego para casa y lo solucionaremos", afirma con una pícara sonrisa. Y es que una de sus ilusiones es "fundar una compañía en Navarra cuando acabe mi carrera, porque no hay". Pero es consciente de que sus ilusiones "no van a venir del cielo y hay que salir, trabajar, y conseguir títulos que certifiquen que eres un bailarín con experiencias importantes".
Más a corto plazo, Urrutia desearía formar parte de los ballets de Montecarlo: "Hice una audición cuando aún estaba estudiando en Londres y me dijeron que me llamarían más adelante, cuando hubiese cogido experiencia, y hace poco recibí un mail en el que me invitaban a hacer la audición el 23 de enero".
Muchas han sido las dificultades, pero han merecido la pena; los sueños del baztandarra Iñaki Urrutia están empezando a cumplirse.
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