Tras el especial homenaje brindado a los miembros del citado grupo, por su extensa trayectoria de trabajo con los más jóvenes de la localidad, el primer edil y el concejal Pavel Viñas hicieron ondear la ikurriña, mientras representantes de Abegi hacían lo propio con la bandera de Oiartzun y los bretones hermanados con los oiartzundarras, su propio estandarte.

Desponjándose de la vergüenza y de los nervios previos, la corporación municipal se lanzaba minutos después a interpretar las distintas coreografías de las que fueron testigos centenares de personas.

El primero en romper el fuego fue el alcalde, que recibió un caluroso aplauso de los espectadores. Acompañados de dos parejas de dantzaris y de componentes del Movimiento Juvenil, elegidos este año para recibir también un especial homenaje, concluyeron su actuación al ritmo de arin arin y fandangos. Su relevo lo tomaron los gigantes y cabezudos que hicieron correr a niños y adultos en dirección a calles adyacentes, contagiando las ansias de divertirse a cuantos se encontraban a su paso.

No fueron éstos los únicos actos programados en esta primera jornada de fiestas de San Esteban. A lo largo de la tarde, los oiartzundarras pudieron disfrutar del recorrido musical que, organizado por Lartaun KJKE elkartea, tuvo lugar barrio a barrio, como ya es habitual desde hace veintisiete años. El sonido del txistu, unido al de otros instrumentos, puso banda sonora al campeonato puesto en marcha por la asociación Oiarpe Joko Garbi y a otra competición que se desarrolló de forma casi simultánea, la final de segalaris celebrada de la mano del Ayuntamiento y Almintza.

Ya por la noche, y tras el brindis llevado a cabo a favor de los presos y refugiados políticos vascos, un concierto de rock reunió en un mismo escenario habilitado en la plaza Landetxe a los grupos Defoe, Northanya y Bon Scott Band.

El contrapunto a su actuación se encontraba en Madalensoro, donde se proyectaba al aire libre la película Hiru mosketariak.