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Triska, cantera de bailarines
El festival de Triska demostró que la danza cuenta con muchos seguidores en la comarca del Bajo Deba y goza de un estado de salud excelente
El resultado fue un festival vibrante, lleno de ritmo, luz y colorido,
en el que el entusiasmo y las ganas de agradar de todos los que
actuaron se vieron realzados por un apartado musical elegido con mucho
mimo, y una puesta en escena sorprendente, con profusión de
proyecciones de imágenes, juegos de luces y efectos especiales. El
público que abarrotaba las gradas del polideportivo Olaizaga así lo
supo reconocer, y cada actuación fue premiada con una salva de
aplausos, que alcanzó su máxima expresión en el punto final de la
fiesta, con todos los participantes en el festival, bailando en el
centro del escenario.
El director de Triska, Josu Múgica, no
podía ocultar su satisfacción por el espectáculo que sus bailarines
brindaron en el polideportivo Olaizaga. «Hemos trabajado mucho. Le
hemos dedicado gran cantidad de tiempo a la preparación de las piezas,
y al diseño del festival, buscando las músicas más adecuadas, diseñando
las coreografías y preparando la escenografía. Ha sido un trabajo que
comenzó hace más de un año, porque mi meta era ofrecerles a las
bailarinas, en especial a las mayores, que ya tienen un cierto nivel,
un marco para demostrar sus habilidades, y creo que lo hemos
conseguido».
La cita del pasado fin de semana fue el resultado
de una andadura que el elgoibarrés Josu Múgica inicio hace nueve años
en Deba, con un grupo de veinte niños. Poco a poco, su empeño y
capacidad de trabajo hizo que el número de jóvenes aficionados a la
danza fuera creciendo y, hoy en día, Triska Dantza Taldea cuenta con
300 estudiantes de danza entre Eibar, Elgoibar, Mendaro y Deba.
Desgraciadamente,
el festival sirvió también para constatar que la danza sigue siendo
coto cerrado para los niños. Sólo cinco chicos pisaron la cancha
central del polideportivo Olaizaga. «Es una pena, pero los chicos no se
atreven a apuntarse a danza. Eso limita mucho nuestras coreografías, ya
que dificulta la realización de bailes por parejas. Creen que si haces
danza eres un afeminado. Siempre ha sido así y seguirá siendo así. De
todos modos, todavía hay quien huye de los convencionalismos, y este
año vamos a tener con nosotros a un chaval de once año que se va
apuntar en danza a pesar de que en casa le animaban a jugar al fútbol.
Casos así invitan a tener esperanza. Insistía en que lo que quería era
bailar y, al final, sus padres han accedido», señaló Múgica.
Grupo profesional
Los
festivales de Mendaro, Deba, Eibar y Elgoibar han servido para ver que
hay mucho potencial en el Bajo Deba. «Hay chicas que están en
condiciones de dar el salto. Podrían iniciar una carrera, pero les
exigiría ensayar dos horas al día para mejorar su condición física y su
expresividad», indicó Múgica. Desgraciadamente, hoy en día hay que
salir fuera del País Vasco para dar ese paso, dando comienzo a un
peregrinaje por academias y grupos de baile, alejados del hogar y la
familia, que el propio Múgica vivió en primera persona. Estas vivencias
están detrás de su deseo de fundar una compañía profesional o
semiprofesional. «Los bailarines no se verían obligados a abandonar su
pueblo. Pero es necesaria una inversión importante y contar con el
apoyo de las instituciones públicas. Nosotros vamos a seguir trabajando
y, quién sabe, si algún día podemos convertir en realidad ese sueño».
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