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También saben bailar bajo la lluvia
Las comparsas de Iñudes y Artzaiak de Kresala y Gros desafiaron al temporal. La plaza de la Constitución se volcó en las danzas realizadas sobre los charcos
Y, está visto, las comparsas de Iñudes y Artatzaiak no
podían ser menos. A las 12, con una intensa lluvia, la comitiva de
Kresala partía desde su sede con pequeños mikeletes sonriendo bajo el
agua, el cochecito de una iñude de pocos años en el que había decidido
pasear a un gemelo blanco y otro negro y las alpargatas de los
dantzaris saltando en baile y en charcos. Las pequeñas cofias de las
iñudes, los elegantes sombreros de las autoridades y hasta los bebés de
plástico, estaban dispuestos a desafiar agua, viento o frío. Sin
desmayo.
Ni los más expertos en meteorología pueden adivinar
cuando dejará de llover, o si, al menos durante un rato, las nubes se
apiadarán de artzaiak con alpargatas blancas, saltando con el ritmo
puesto. Eso sí, hay familias previsoras que saben hacer protecciones
bajo los trajes con plásticos, con bolsas de basura... Y quienes, ya en
la plaza de la Constitución, decidieron que los más pequeños estaban lo
suficientemente mojados después de una hora, a pesar de su entusiasmo y
de que era hora de retirarlos, aunque fuera un rato.
Pero, como se esperaba, Iñudes y Artzaiak de la Parte
Vieja y de Gros aguantaron el chaparrón con muñecas al aire, gritos de
alegría, con los sones de Sarriegui y con un público entusiasta que
sabía que un buen paraguas permite disfrutar de fechas como ésta aunque
el agua no tenga piedad con la comparsa. Todo había comenzado a las 12
en la calle Euskalherria, un poco antes en Gros. Hay fieles de esta
fiesta que se prolongará en Amara Berri y en el Antiguo a lo largo de
este mes y que, por tradición, se celebra al día siguiente de la
invasión calderera del primer sábado del mes de febrero.
Y los hay también de ese concierto previo que se celebra
en la plaza de la Constitución y que, dirigido por el músico José
Ignacio Ansorena, aunó ayer txistu, tamboril, percusión y cuerda, para
que sonaran Hungariako Kaldereroak, Artzain eta Inudeak y las comparsas de caballería de Gallos y Viejas. O la Biribilketa de Kresala y el siempre popular Andre madalen,
capaz de hacer vibrar a quienes disfrutaban de la música. Pasada casi
media hora desde las 12, los aguerridos comparseros entraban en la
Parte Vieja, pero el espectáculo de los bailes de la plaza de la
Constitución se hizo esperar hasta que el reloj del antiguo
ayuntamiento marcaba la 1. ¿Llovía? Sí, pero algunos de los más
pequeños se refugiaban junto a sus padres en los arkupes y otros
aguantaban sonrisa al viento, mientras iñudes y artzaiak lanzaban
muñecos y alegría, dispuestos a que nada estropeara la fiesta.
Donosti centra sus celebraciones en invierno. Por eso,
quienes la habitan y guardan y miman sus tradiciones están dispuestos a
que no se suspendan.
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