Sopor en cucharadas

Crítica de danza

Partiendo de esa premisa, el artista legazpiarra construye un mundo anárquico y surrealista donde se entremezclan un dúo de intérpretes -Juan Luis Matilla y Eloísa Cantón- que adereza su participación con una suerte de elementos inanimados como un violín, un acordeón y, sobre todo y principalmente, toda una inmensa cubertería de cucharas omnipresentes a lo largo de 'Espérame despierto'. Avalada con el Premio al Mejor Espectáculo en Gira 2009 de la Feria de Huesca, la pieza contiene muchos ingredientes diversos que la convierten en difícil de clasificación: retazos de danza, breves diálogos, notas musicales arrancadas a los intrumentos, alguna canción entonada a capella. Todo ello emerge como un gran conglomerado de compleja consistencia interna. Además, probablemente debido a su fecha de creación, la propuesta acusa una falta de frescura, achacable a su reiteración. Si bien Díaz de Garaio ofrece algunas ideas interesantes, a saber, el juego de los cuerpos e instrumentos, tocando y danzando al unísono, no es menos cierto que el resultado final adolece de coherencia. Sería el equivalente a cocinar un bizcocho sin la levadura necesaria para que éste florezca en todo su esplendor. A medio camino entre la danza y el teatro, muy cercano a las influencias estilísticas de Sasha Waltz -compañía de la que forma parte el polifacético artista guipuzcoano-, 'Espérame despierto' vuelve a mostrar las inquietudes plurales de Díaz de Garaio. A nivel coreográfico, resultó bastante repetitiva la reiteración de frases coreográficas hasta la extenuación. Eso sí, en ocasiones, se crearon bellos momentos, en los interludios del sopor servido a cucharadas. Contar ovejas o tomar un somnífero, sin duda, mejores remedios contra el insomnio.