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Sombría amistad
Crítica, Damian Muñoz
Damián Muñoz y Jordi Cortés acercaron a Donostia su último trabajo coreográfico en el que comparten coreografía e interpretación. Con él se adentran en lo profundo de las relaciones humanas y escarban en los rescoldos de una casi agotada amistad entre dos hombres, que se resiste a su propia ruptura provocando todavía intrincados sentimientos de ternura, rencor o desafío. Es una obra sombría y difícil que, por momentos, arriesga demasiado en la ausencia de ritmo, pero que encuentra poderosos pasajes coreográficos como intensas pinceladas en medio de las largas presencias.
La interpretación de los dos artistas va ganando en profundidad a medida que avanza la obra. Ésta, a su vez, toma cuerpo progresivamente llegando a un hermoso final que queda suspendido en una tensa quietud. La calidad escénica de ambos bailarines es patente pero cabe reseñar la especial transparencia en el movimiento del bailarín gazteiztarra Damián Muñoz, que se comunica de una manera directa y diáfana con el espectador. Los textos que se escuchan desde una pequeña grabadora en el escenario son clarificadores y aportan un contenido poético y dramático que favorecen el desarrollo in crescendo de la pieza.
La escenografía se recrea preferentemente en una serie de objetos que penden de cuerdas y que se integran con acierto en el movimiento coreográfico proporcionando bellas imágenes a la composición.
Apoyada en un excelente y original trabajo de iluminación, la obra conectó con el público que le brindó un cálido y prolongado aplauso.
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