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Simbiosis de lenguajes

Capricho Sarasate Ara Malikian

Egilea
Iratxe de Aranzibia
Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
Donostia
Mota
Kritika
Data
2008/08/05
La interpretación musical corrió a cargo de Ara Malikian y su Ensemble. Mientras en la primera parte, el violinista libanés fue el protagonista absoluto, desgranando un programa con temas de Sarasate, Camille Saint Saëns y Enrique Arbós, tras el descanso, compartió escenario con el legazpiarra, en una singular simbiosis de ambos lenguajes artísticos. Expresivo, enérgico y apasionado, Malikian es todo un espectáculo en movimiento, mientras arranca de su violín las notas de la partitura. Su música se acompaña de un movimiento natural de tal entrega y envergadura que pareciera que ejecutara su propia coreografía, a la par que interpreta.
Muy aplaudido en todo momento, tanto él, como su sexteto de cuerda. Con una escenografía desnuda y la Ara Malikian Ensemble en la parte trasera, los bailarines comandados por Díaz de Garaio protagonizaron la segunda parte. El de Legazpi demostró el poso de su faceta como músico, en las tres coreografías presentadas -»Aires bohemios», «Capricho vasco» y «Fantasía sobre Carmen»-, en las que el brío o sosiego coreográfico se adecuaban a la perfección con los tempos musicales. Concebido como un perpetuum mobile, en el que no había ni principio ni final, el movimiento constante unió las tres piezas sin interrupción alguna. La técnica dancística empleada por Juan Kruz Díaz de Garaio fue el contact, consistente en el contacto continuo de diferentes partes corporales de los bailarines. El movimiento resultante es orgánico, sin florituras, nacido de la consecuencia del paso anterior. El lenguaje del contact, muy agradable para los intérpretes, quizás peca de su poca vistosidad, aunque resultó muy interesante el nudo gordiano formado por Díaz de Garaio, Luc Dunberry y Claudia de Serpa Soares, en «Fantasía de Carmen».
También fue variado el número de bailarines con que construyó el legazpiarra sus coreografías: partiendo de un dúo, continuó con un solo y terminó con un trío. En dúo y en trío empleó al máximo las excelencias del contact. No obstante, en los solos fue donde se apreció mejor la codificación coreográfica surgida a partir del estudio de las improvisaciones dancísticas de los bailarines. Nada fue gratuito.

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