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Sabores de colores
Crítica, Sara Baras
Sabores es un espectáculo de danza pura. Desprovisto de trama
argumental, se centra en desgranar las sensaciones, los matices, los
colores y los sabores de los distintos palos flamencos desde un enfoque
sobrio y contenido. Es una obra muy formal en la que el componente
visual predomina en todo momento. El tratamiento de la luz es exquisito
y el concepto de iluminación está muy trabajado. Una excelente puesta
en escena coloca cada número de baile en una singular y ordenada
composición espacial dando lugar a equilibrados juegos geométricos que
logran una profunda y armoniosa plasticidad. Pero definitivamente el
color es el gran protagonista de esta bellísima puesta en escena. Tanto
a través de la luz como del vestuario, intensos colores invaden el
escenario produciendo mágicos efectos y nítidos contrastes musicalmente
coordinados con justa exactitud. El vestuario fue otro elemento vital
en la estética de esta obra. La elegancia con mayúsculas se vislumbraba
en cada uno de los originales diseños, de los delicados tejidos y en
los logrados resultados de forma y color.
La escritura
coreográfica es sobria, de trazo limpio y medido, mostrando pulcritud
en líneas y absoluta definición en el movimiento. El papel del cuerpo
de baile de la compañía fue excelente, con una actuación impecable, así
como las notables intervenciones de los artistas invitados que, sin
negar su espectacular calidad, resultaron algo prolongadas perdiendo la
obra su ritmo por momentos. Por el contrario, los magníficos solos de
Sara Baras fueron profusos en matices expresivos y dejaron sin
respiración al público asistente que comulgó a pies juntillas con cada
gesto, con cada mirada, con cada silencio de esta sensacional artista.
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