Romántica

El 3D, hasta ayer un innecesario balbuceo ininteligible, pronuncia sus primeras palabras en 'Pina', las primeras señales de un nuevo lenguaje que describe con precisión formas y volúmenes imposibles de representar sobre una supercie plana. En el primer movimiento del homenaje que Wim Wenders y el elenco del Tanztheater Wuppertal le dedican a Pina, la cámara traspasa la cuarta pared colocando al espectador en el centro de una de las doce piezas en las que se resume el trabajo de la coreógrafa alemana; Wenders no aporta una lista de detalles históricos de su biografía, pero nos hace sentir cómo su esencia y presencia se materializan a través de una escueta cifra de frases en 'off' que se entrelazan con los movimientos de los bailarines con los que convivió durante casi 30 años. No hay datos, únicamente danza y volumetría expresadas mediante composiciones de una belleza infinita que bordea los límites del síndrome de Stendhal. El Romanticismo alemán, elevado a la máxima potencia, impregna unos cuadros sobre los que se sobreimpresiona la pasión de Pina Bausch por la danza; su espiritu late en cada fotograma (¿puede 'Pina' fragmentarse en fotogramas?), pero conmueve especialmente cuando puede leerse sobre las arrugas de sus colaboradores más veteranos (a este crítico la interpretación de Lütz Forster le hizo llorar). Otra afirmación, menos arriesgada: 'Pina' merece, ya, ser reconocida como el primer hito del cine tridimensional, por su voluntad de trazar nuevas y armónicas relaciones entre el espectador, la cámara y el espacio, ampliando los límites y el horizonte de la profundidad de campo. Quédense con las utópicas e hipnóticas localizaciones en las Wenders escenifica sus microrrelatos, quédense con la música ('The Here and After', de Lisa Papineau y Jun Miyake), quédense con el arte.

PINA
Alemania 2010 100 m. (TP). 'Documental'.
Director: Wim Wenders.
Intérpretes: Pina Bausch, Regina Advento, Malou Airaudo, Ruth Amarante, Rainer Behr, Andrey Berezin, Damiano Ottavio Bigi, Bénédicte Billet.