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Riqueza de personajes en la Cuenca

Colectivos y asociaciones de la comarca de Pamplona recuperan la diversidad de su folclore

Se conocen el zanpantzar y sus cencerros de Zubieta e Ituren, se popularizan los temerosos momotxorros naturales de Alsasua, se extienden Miel Otxines y ziripots, con origen en Lantz, y la figura del oso del pueblo de Arizkun empieza a sonar en el imaginario colectivo. Son personajes de carnaval navarros que gracias al trabajo de vecinos y colectivos van recuperando su lugar desde que se permite celebrar esta festividad llamada pagana y tachada de excesos desde hace poco más de 35 años.
Egilea
P. Sarmiento
Komunikabidea
Noticias de Navarra
Tokia
Pamplona
Mota
Albistea
Data
2013/02/08
Lotura
Noticias de Navarra

Sin embargo, la riqueza de personajes carnavalescos no se reduce a los más conocidos. En la misma Cuenca de Pamplona varias localidades recuperan a los protagonistas de sus historias. Algunos se basan en personas reales, como el procurador Jacobo de Licras de la Edad Media de Barañáin, recuperado por el grupo de gaiteros Ezpelur. Otros son seres ficticios, como Atarrabi y Mikelats, de Villava, vivos por la sociedad Etxe Beltza, o la fuerza positiva de la naturaleza encarnada en Tipulón, que danza por Huarte gracias a la labor de Berdintasuna.

Los personajes poco a poco toman las calles de las localidades de la Comarca arropados por los vecinos, llenos de color y, en muchas ocasiones, con la constante final del fuego.

Los carnavales varían su fecha cada año. Su celebración se ajusta a la primera Luna llena de primavera, que marca el domingo de Resurrección y, 47 días antes, se festeja el carnaval.

VILLAVA: MIKELATS Y ATARRABI

Una de las leyendas de Mari, reina de la mitología vasca, cuenta que tuvo dos hijos con Maju (Majue o Sugaar). Uno bueno, Atarrabi, y otro malo, Mikelats. Representan el equilibrio y lucha en una misma familia entre el bien y el mal. Atarrabi es bondadoso y dispone de un buen corazón. Además, protege las cosechas y a los pueblos. En las historias que toman a Mikelats como contrario, considerado un genio maléfico por gran parte del campesinado vasco, se le achacan la formación de algunas tormentas y la destrucción de rebaños y cosechas por medio de rayos y lluvias. El nombre del hijo bueno se origina en el topónimo de Villava en euskera: Atarrabia. Y se atribuye a un cura franciscano, Atarrabio, de la localidad y que adquirió relativa fama.

La sociedad Etxe Beltza se encarga de estas fiestas. El sábado de Carnaval se sale en kalejira, entre otras actividades, con los pequeños gigantes que hoy día porta la comparsa y representan a estos dos seres.

HUARTE: TIPULON

El pasado sábado en Huarte ya se anunció y celebró parte del carnaval. En esta localidad Tipulón, un coloso cubierto de helechos, de diferentes motivos vegetales, de hojas y de trenzas de cebolla, pasea por las calles del pueblo representando las fuerzas positivas de la naturaleza. Los txatxos, encargados de custodiar al gigante de la naturaleza, danzan y cantan alrededor de este símbolo natural y consiguen que las cintas de colores de sus sombreros destellen incluso en la oscuridad. Además, sorprenden a más de un vecino con puñados de harina. En la kalejira, no falta el zanpantzar de los joaldunak, quienes con el sonido mágico de sus cencerros espantan a los malos espíritus allá por donde pasan. Por su parte, las minervas, las damas de negro recuperadas de antiguas fiestas religiosas protagonizadas por mujeres, se convierten en símbolo del agua y caminan salpicando con cubos y escobillas a quien no vaya disfrazado. Por el contrario, los quemaculos, como símbolo del fuego, portan cubos metálicos donde arde paja húmeda y provoca humo sin peligro, tiran petardos y son saltarines. No paran de incordiar durante todo el recorrido, hasta llegar a la plaza, donde les arrancan las colas -foco de su maldad- y se tiran a la hoguera.

ZIZUR MAYOR: TARTALO

La figura central es Tartalo, recuperado hace unos 25 años, un jentil (ser con fuerza sobrehumana de la mitología de Euskal Herria) nacido con un solo ojo cuyo apetito era voraz, tenía costumbres antropófagas y vivía en el monte Erreniega, muy cercano a la localidad de Zizur Mayor.

En la localidad se le persigue durante dos días. Al son de un ritmo alegre, por las calles de Zizur desfilan los músicos de la txaranga, txistularis y gaiteros, acompañados de personajes propios de otros carnavales como los txatxos, los momotxorros, el oso y el zanpantzar. Tartalo, que camina entre la colorida comitiva, escapa al final de la kalejira y todo el mundo corre tras él. Llegado el martes de Carnaval, en otra kalejira, la huida tiene un final diferente: se captura al cíclope y se le prende fuego. Asimismo, estos carnavales también cuentan con una danza específica que se baila durante estos días.

PAMPLONA: MARI TRAPU Y MARIA TRAPO

Esta tarde, a las 19.00 horas, se colocará a María Trapo en la fuente de Navarrería. ¿Y quién fue esta señora? El programa de la Comisión de Fiestas del Casco Viejo recoge su leyenda, transmitida en la tradición oral, y que en la actualidad llega también por medio de la escrita.

El ambiente de Pamplona en 1214 no era de armonía entre los burgos del Casco Viejo. En una ocasión, los francos entraron a Navarrería para destruir una torre recién levantada y quemaron y mataron a la mayoría de la población. Joanes, un habilidoso carpintero vasco, fue capturado y llevado por los franceses y su hija, Aratz, se salvó escondiéndose en un barril. Tras la masacre, la niña fue portada por los duendes del taller de su padre a la cueva de una bruja en el monte Ezkaba, quien le mostró cómo golpeaban a su padre hasta la muerte. Aratz regresó a Pamplona vestida con largos trapos y se hizo llamar Mari Trapu. Reconstruyó Navarrería con ayuda de los duendes y, en un engaño a los francos, entró en su burgo con varios vecinos y les hicieron huir, prendiendo fuego a la torre de la jefa franca, María Trapo.

BARAÑAIN: JACOBO DE LICRAS

La figura que se pasea, juzga y quema el sábado de Carnaval se basa en una persona que existió. Se trata de Jacobo de Licras, procurador de origen francés que enviaron Felipe III de Francia y su esposa Juana II de Navarra allá por los años 1338-1345. Según cuenta su historia, recuperada por los gaiteros Ezpelur y Harizti, este hombre público y de leyes al principio se mostró incorruptible. Sin embargo, pasado un tiempo, abusó de su poder y trató de sacar todo el dinero posible a quien pudo. Por ello, fue juzgado y hallado culpable, "en cumplimiento de la condena fue arrastrado por las calles de Pamplona al son del clarín, se le cortó la lengua al pie del patíbulo y fue ahorcado a la hora del mediodía en el prado de Barañáin".

BURLADA: LUKAS DE AIERBE

Entre el lunes y el martes de Carnaval, el casco viejo de Burlada se revuelve y baila con protagonistas propios. En la Martingala se apresa, juzga, ahorca y quema la figura de Lukas de Aierbe. Se trata de un personaje documentado que vivía en la vecina localidad de Villava y era natural de Tolosa. Se cuenta que era curandero y echaba a los espíritus, y se le atribuyeron episodios burladeses pseudobrujeriles.

Los joasikeroak (vestidos de colores y armados con panderetas y escobas) capturan y pasean al brujo por el pueblo. Condenado al fuego por los zorrotzak (jueces), las muxinariak (plañideras) llorarán su destino y el resto danzará alegre.

BERRIOZAR: TXOLIN

En los ochenta se promovió un Carnaval con personajes propios. El protagonista fue Txolin, quien hoy renueva su aspecto tras más de 20 años. La figura se basa en la persona real de Félix Sarasa quien, nacido en Berriosuso a finales del siglo XVIII, fue alcalde de Artica. Su mote se atribuye erróneamente a su apego al vino y a la juerga, pero deviene de la casa de su esposa en Artica (Txolinarena), aunque esta afición se subraya de manera constante en los escritos. Su lengua era el euskera y apenas hablaba castellano. Fue lugarteniente de Espoz y Mina y se amotinó contra la ocupación francesa. La comitiva de esta fiesta la forman txatxos, sorgiñas y sus enemigos, los franceses.

Personajes de Carnaval en la Cuenca de Pamplona.

Personajes de Carnaval en la Cuenca de Pamplona.

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