Rigor y autenticidad

La velada se abrió con la obra Fútil de Thomas Noone. Una pieza lenta, enigmática y algo oscura que abre interrogantes acerca de los espacios que separan a las parejas. En ella los bailarines dibujan con rigor el personal y nítido lenguaje coreográfico de Noone que, sin embargo, no adquirió suficiente densidad.

Tras el descanso Jaar Eden ocupó el escenario con una propuesta sugerente e intimista. Fue una coreografía delicada y deliciosa en la que sus dos intérpretes evolucionan de una forma absolutamente fluída y armoniosa creando sorprendentes formas en un movimiento continuo, que regresa una y otra vez al tema inicial, envuelta con gran acierto por una acordeón en vivo mezclada con sonidos de agua, pájaros y naturaleza. La danza y la música consiguen una honda sintonía y logran mantener con gran intensidad el cálido y apacible clima creado desde el principio hasta el final de la pieza.

Como broche final llegó la obra de Itzik Galili, Earth Apples. Una maravillosa pieza coreográfica que parte de la música de Mercedes Sosa para hablarnos de la sencillez y de lo terrenal. Cálida, fuerte, dinámica y sensual, esta obra atrapa totalmente al espectador conectándole con lo profundo, con lo sencillo y con lo auténtico, en un creciente despliegue de formas en movimiento que desprenden enorme belleza.

Los jovencísimos bailarines que integran esta compañía realizaron una sobresaliente interpretación dejando un trabajo de gran calidad sobre el escenario.

Una oportunidad excelente para disfrutar de la danza en toda su magnitud que se repetirá hoy en el Teatro Victoria Eugenia a las ocho de la tarde.