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Relevo sobre el arcón
Asier Uskola bailó ayer en Lekeitio por primer vez la 'kaxarranka' en la festividad de San Pedro
El joven, de 18 años, era consciente de que iba a ser una de las principales atracciones de la jornada en honor al patrón de los arrantzales. Durante varias horas fue un manojo de nervios. Sin embargo, cuando sus pies comenzaron a seguir el ritmo del txistu encima de la caja de madera, soltó toda su adrenalina y disfrutó como protagonista de una de las tradiciones más arraigadas de la localidad costera.
Lekeitio revivió una festividad repleta de atractivos que recupera las costumbres marineras. Aunque hoy en día su puerto sólo cuenta con un puñado de embarcaciones de bajura, el municipio se resiste a perder un legado que se mantiene intacto desde tiempos inmemoriales.
Al alba, los más madrugadores pudieron escuchar las voces de tres mujeres que, al grito de 'altza jangoikoaren izenian' -levántate en nombre del señor- recorrieron el casco viejo de la localidad desde la Tala hasta San Andrés.
Eran las 'dei eittekuak' o llamadoras, que antaño despertaban a los pescadores para que se dispusieran a afrontar una nueva jornada. «Este año una se ha emocionado y durante el trayecto se ha arrancado a cantar rancheras», manifestó una de las asistentes.
Por la costera del bonito
Tras la misa en honor al patrón de los pescadores llegó el segundo punto fuerte de la jornada, la 'kilin kala' o guiño del santo al agua. Los cofrades que portaban la imagen a hombros la situaron al borde del muelle y simularon que la dejaban caer al mar. Con esta tradición se pidió al santo una buena costera de bonito y que proteja a los arrantzales durante la campaña.
A las 12.30 horas, Asier Uskola se subió al arcón, situado de forma excepcional frente a la empresa de hielo, y mandó a los ocho porteadores del club Isuntza que lo izaran hasta sus hombros. Los sones del txistu recibieron en la fachada principal de la cofradía de San Pedro a la 'kaxarranka'.
El primer baile consistió en un 'zortziko', acompañado por los irrintzis y los ánimos del público. El nerviosismo con el que comenzó la primera coreografía fue desapareciendo a medida que completó el 'fandango' y el 'arin-arin'.
La danza simboliza el relevo del 'mayordomo', personaje encargado de llevar los libros de cuentas que la cofradía guardaba en el arcón. El traspaso de poderes se celebraba con un baile en honor a los dos tesoreros. A continuación, la comitiva se desplazó a casa del presidente de la cofradía, donde repitió la actuación y completó la trilogía en la plaza.
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