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Regreso al pasado
Danza, Ballet de la Ópera de Burdeos
El impacto de la aparición de los Ballets Rusos
(1909-1929) fue similar al efecto producido por el Ballet de la Ópera
de Burdeos con su homenaje a la compañía liderada por Sergéi Diaghilev.
La elección de cuatro piezas, que, en su estreno hace casi un siglo,
marcaron un hito importante en la renovación de los códigos imperantes
en el ballet, demostró la modernidad de esta revolución en los
cimientos de la danza. La presencia de tres estrellas -Charles Jude,
Emmanuelle Grizot y Oksana Kucheruk- sobre el escenario del Kursaal
constituyó todo un lujo con el que el Ballet de la Ópera de Burdeos
obsequió al público donostiarra. Con dos horas y media de duración, el Homenaje a los Ballets Rusos
se reveló como un programa difícil, sin concesiones, ni condescendiente
para el espectador, cuyo principal atractivo reside en el carácter
fidedigno -en coreografía, escenografía, vestuario y música- de este
regreso al pasado, a aquello que escandalizó al público de principios
de siglo XX.
El espectro de la rosa (1911), con coreografía de
Michel Fokine, fue la pieza más aplaudida de la noche. Su lenguaje se
encuentra cercano a los cánones clásicos, lo que supone una capacidad
de conexión con el público mayor. La ucraniana Oksana Kucheruk confirmó
con su interpretación que, pese a su juventud, es una estrella en el
rutilante firmamento de la danza. El erotismo sumado a la veteranía
fueron las claves del libidinoso fauno Charles Jude. El drama del
títere Petrouchka y el sacrificio de la virgen completaron la velada.
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