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Pleno de dantzaris, justitos de curas
Las fiestas de la Virgen de Arrate cambiaron el recorrido de la procesión por el barrizal. La lluvia de las últimas jornadas hizo que se acercaran al Santuario menos fieles que en pasadas ediciones
Los que acudieron en masa fueron los dantzaris. El grupo Kezka de Eibar y sus invitados sumaron 65 personas. Todas y todos vistieron el uniforme blanco y rojo, y bailaron ante la Patrona. Fue la edición más multitudinaria por parte de los bailarines. Frente a ellos, el altar ocupado a menudo por un gran número de sacerdotes se veía muy reducido. La carencia cada vez mayor de sacerdotes hizo que los curas en activo se encontrasen más ocupados que nunca, al ser una mañana de domingo. Así, el párroco Xabier Zubizarreta ofició la Misa Mayor de Arrate con menos ayudas de las habituales.
Mientras el interior del Santuario albergaba la celebración religiosa, fuera eran muchos los que miraban al cielo para ver asomar los primeros claros. La procesión tradicional en el día de Arrate lleva a la Virgen hasta la Cruz por un camino que ayer se encontraba totalmente embarrado. Eso hizo que, a pesar de que el sol se asomó para dar calor a los reunidos en Arrate, se optase por el plan B. La comitiva hizo un breve trayecto alrededor del Santuario, antes de poner a la Virgen ante los dantzaris, para que estos pudieran ofrecerle su homenaje. Después, Kezka decidió ofrecer su exhibición intentando ceñirse al probadero, la zona de piedra existente en la campa para las pruebas de bueyes. Aún así, alguna alpargata acabó marrón.
El camino que llevaba del Santuario a la campa en la que esperaban las txosnas exigía ayer una planificación previa. Había que evitar las zonas con más barro y cualquier despiste se podía pagar caro. Sin embargo, eso no amedrentó a los que se habían animado a subir a Arrate. Con la desapacible mañana convertida en un agradable mediodía, la campa se fue poblando de cuadrillas y familias. Los madrugadores comenzaron a mezclarse con los gaupaseros. Los miembros de las txosnas señalaban lo flojito del arranque, «pero es que el año pasado fue una pasada, hubo muchísima gente» reconocía una de ellas. Sin apreturas, hubo qué comer y qué beber en Arrate.
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