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Pío Caro Baroja recoge en un libro sus años como director de documentales y cine
Trabajó en 38 documentales desde 1958 hasta 1982.
Treinta y ocho documentales realizados entre los años 1958 y 1982, dos libros relacionados con el cine (El neorealismo cinematográfico italiano, de 1955 y Las estructuras fundamentales del cine, de 1957) y artículos y colaboraciones periodísticas publicadas en Claridades, Cinema Nuovo u Objetivo conforman la vinculación de Pío Caro Baroja (Madrid, 1928) con el mundo del cine y de los documentales. Fueron trabajos en los que se ocupó de recoger las tradiciones vascas y navarras pero también del resto del país y que sirvieron, por ejemplo, para recuperar el carnaval rural de la localidad navarra de Lanz. Todas estas vivencias forman el libro Recuerdos de un documentalista. Historias de la vieja querida que el escritor Pío Caro Baroja presentó ayer en Pamplona y con el que ha querido dar a conocer su faceta más desconocida para el gran público, la de documentalista. La obra, publicada por la editorial Pamiela, rememora aquellos años en los que el autor trabajó, en muchas ocasiones, en colaboración con su hermano Julio.
Pío Caro Baroja resumió ayer su relación con el cine y su visión del séptimo arte actual como algo «efímero». Lo hizo para dar a conocer su octava obra en la editorial Pamiela que, como varias de las anteriores (entre las que figuran El gachupín o Itinerario sentimental, guía de Itzea), son historias noveladas de su vida. Contó que tras iniciarse en el cine en México, tras descubrir la escuela neorrealista italiana, de denuncia social, intentó recuperar este estilo a su vuelta a España durante el franquismo. Después, junto a su hermano Julio, decidió iniciar una labor documental sobre algunas fiestas vascas y navarras que corrían el riesgo de desaparecer y fundaron la productora Para conocer España, que luego se asoció con el NODO para grabar documentales que se emitieron en el segundo canal de Televisión Española, al que se refirió como El canalillo según el nombre utilizado en aquellos años.
El carnaval de Lanz
El trabajo como documentalistas de los Caro Baroja permitió en 1964 grabar El carnaval de Lanz, una película de 10 minutos que surgió con el propósito de recoger una fiesta que había sido prohibida por el franquismo 28 años antes y que desde entonces no se había celebrado en la localidad. «Se consiguió un permiso del gobernador civil para organizarlo gracias a la colaboración de José Esteban Uranga», contó Pío Caro, que reconoció que su idea fue posible gracias a la ayuda de las personas de más edad del pueblo. «Los jóvenes no lo conocían y eran reacios a participar los jóvenes de la localidad pero la fiesta se recuperó y ahora van autobuses llenos a verla», comentó el autor.
El éxito de este trabajo y relacionado con otras fiestas como Los Diablos Danzantes de Almonacid del Marquesado y de la Romería de la Virgen de la Peña, de Puebla de Guzman (Huelva), hizo que Televisión Española propusiese a la productora de los hermanos Caro Baroja la filmación de varios documentales para la segunda cadena que a mediados de los años sesenta iba a ponerse en marcha. Así, durante cuatro años trabajaron en los programas de televisión Conozca usted España, Fiesta, La víspera de nuestro tiempo, Cuentos y leyendas y Los históricos del balompié, aunque en este último no aparece su nombre porque, según confesó el autor, le «daba vergüenza». Esta colaboración permitió, según se recoge en la obra, ver por primera vez en televisión los deportes vascos, pero también conocer su visión del País Vasco, del Principado de Asturias, de los bertsolaris, de las traineras, de los carboneros, del baile del paloteado de Cortes y películas como El País Vasco y los Baroja, La Javierada, El Románico navarro, Navarra, Cuatro estaciones, Los Pirineos, Gipuzkoa o Baroja a través de Baroja.
La colaboración con Televisión Española concluyó cuando se censuró la emisión de un cuento de su tío Pío Baroja titulado Maritxu y que se iba a incluir en la serie Cuentos y leyendas.
Caro Baroja destacó su trabajo con el operador Joaquín Hualde y con el montador Quiterio Prieto y aseguró que le hubiera gustado filmar un documental sobre los orígenes y la vida de los gitanos.
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