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Parejas de jota
Etxebarri acogió ayer el III campeonato de Vizcaya de esta danza tradicional vasca, que atraviesa una de sus peores crisis
El acto fue organizado por la asociación cultural Beti Batera, que se ha propuesto «recuperar» un espectáculo venido a menos. Las actuaciones del grupo de trikitixa de la Escuela Bertoko de Zamudio, que sustituyó al tradicional txistu, y del conjunto Arantz, de Gorliz, dieron el pistoletazo de salida a una jornada en la que la lluvia no desanimó al público, que, agazapado bajo los paraguas, siguió el certamen hasta el final.
En un momento en que la danza contemporánea le está ganando terreno a los bailes tradicionales, mantener un campeonato de estas características se ha convertido para sus organizadores casi en un reto. «Este año hemos tenido que recurrir a Guipúzcoa ya que allí hay más tradición y un mayor número de parejas», explicaba José María Asensio, secretario del Beti Batera y un gran aficionado a una modalidad que se caracteriza «por una mayor rapidez y bravura».
Como tantos otros, aún recuerda los años de esplendor de la jota vasca, allá por los 80. Entonces llegaban a juntarse hasta once parejas sólo de Sestao, el municipio organizador del evento, que en 2000 cedió la batuta a Etxebarri.
Ajenos a la incómoda lluvia, la docena de participantes calentaba motores poco antes de la una ante la mirada atónita del público, incapaz casi de seguir con la mirada el rápido movimiento de sus pies. Chavales de entre 14 y 25 años ataviados con abarcas y medias ensayaban una y otra vez esos pasos tantas veces repetidos y compartían risas en un ambiente distendido. «Aquí no hay rivalidad entre vizcaínos y guipuzcoanos», aseguraba Jon Agirretxe, vecino de Bergara, que antes de que comenzase el concurso ya advertía que el premio se quedaría «en casa».
Muchas horas de ensayo
Él, como su compañera de baile Ibane Baseta, comenzó en la danza cuando apenas daba sus primeros pasos y ya puede considerarse, pese a su juventud, todo un veterano. La jota forma parte de su quehacer diario y a ella dedica muchas horas. «Para bailar hay que ensayar mucho y eso indudablemente es un sacrificio», asegura el joven. Reconoce que no es un baile que requiera aptitudes especiales: «sólo muchas ganas».
Aún así, son pocos los que se inician. «A los chicos les tira más el fútbol y por eso hay muchas chicas que no tienen pareja», subraya Arkaitz Pascuas, un joven de Sestao. Él comenzó a bailar cuando la jota ya estaba en pleno declive, pero le pudo la afición. Se niega a que caiga en el olvido y por eso sabe bien que todos los esfuerzos son pocos. «Hay que participar para mantener el concurso». Para él, probablemente, lo de menos ayer era el premio.
PALMARÉS
Primer premio: 300 euros. Eneko Calle (Urduliz) y Haizea Ormaetxea (Leioa).
Segundo premio: 240 euros. Arkaitz Pascuas y Nagore Cuevas (Sestao).
Tercer premio: 180 euros. Mikel Mujika y Nagore Narbarte (Azteazu).
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