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"Para mí, la danza lo desborda todo"

Iñaki Urrutia, Dantzari de Elizondo y bailarín de danza clásica

Egilea
Rubén Elizari
Komunikabidea
Diario de Noticias
Tokia
Elizondo
Mota
Elkarrizketa
Data
2003/07/26

-¿Dónde puedo encontrar a Iñaki Urrutia?

-¿El balletista? Creo que ahora está dónde las escaleras -responde uno de sus amigos dantzari minutos antes de actuar para el pueblo de Elizondo.

Y es que, en la capital del Valle del Baztan todo el mundo conoce a Iñaki Urrutia, de 23 años, la joven promesa del ballet que en fiestas de su localidad natal no baila al son de la música de Chopin, sino al ritmo de los txistus y de los tambores.

-¿Iñaki Urrutia?

-Si, soy yo- responde con un fuerte apretón de manos que pone de manifiesto todas las horas de ensayos que ha acumulado: "Desde que tengo uso de razón he bailado", asegura cuando se le pregunta de dónde proviene su afición al baile. Lo que empezó como un simple deseo de aprender, "con 16 años tomé algunos cursillos con Mari Cruz Goñi", se ha convertido en su vida. Después de estos "cursillos", como él mismo dice, estudió en Pamplona con Isabel Elizondo, y después, en Madrid, con Víctor Ullate, director de la Compañía de Ballet Nacional en 1978. Iñaki Urrutia, al igual que los buenos vinos, va a más con el paso del tiempo. Ahora se prepara para perfeccionar su técnica en la Central School of Ballet, en Londres.

-¿Cómo se tomaron sus padres que su hijo quisiera dedicarse al ballet?

-Cuando hacia bailes regionales con Mari Cruz Goñi, una gran amiga mía e impulsora de la danza en el Baztán junto a personas como Félix Salaburu o Irantzu Izeta, estaban contentos. Pero al ver que me lo tomaba en serio, les costó asumirlo. No veían mucho futuro en esto del ballet.

-¿Las ayudas del Gobierno de Navarra y de la institución Príncipe de Viana les ha hecho cambiar de opinión?

-Claro, poco a poco lo han ido aceptando. Además, quiero dar las gracias a Príncipe de Viana. Sin ellos no podría haberme volcado tanto en el baile. Antes para ganar una pelillas venía todos los fines de semana desde Madrid al Baztan para dar clases a los niños los sábados, y después, a la noche trabajaba en una discoteca como camarero.

-Ahora, con más experiencia en el mundo del ballet, ¿ve futuro?

-Normalmente, para los chicos es más sencillo encontrar trabajo que para las chicas, más abundantes en número que los hombres. Conseguir un puesto como bailarín no es difícil. Hay que moverse, hay que buscarse la vida. En estos momentos, hay una gran demanda de bailarines en Alemania, Inglaterra...

-Y usted ha elegido Londres ¿cuál es el motivo?

-Es algo que surgió gracias a Isabel Elizondo, profesora mía en Pamplona. Ella nos puso en contacto a mí y a la Central School of Ballet. Envió mi currículum y en los últimos días de junio me llamaron para hacer unas audiciones en Londres. A los pocos días me llamaron diciéndome que habían aceptado.

-¿Y qué le dicen sus amigos?

-Esta mañana, a las siete y media, cuando cerrábamos el Bar Casino en el que trabajo se me ha acercado un amigo y me ha dicho olé tus cojones. Otra amiga mía, Mari Cruz Goñi, fue la que me animó con 18 años a hacer cosas a un nivel mayor. La verdad es que siempre me han apoyado.

-Has trabajado con reconocidos profesionales del ballet,como Víctor Ullate, ¿cuál es el mejor consejo que te han dado hasta ahora?

-Trabajar, trabajar más y si estás cansado, trabajar aún más. El ballet es un trabajo muy duro. Requiere mucho sacrificio. Las vacaciones no pueden ser muy prolongadas y todos los días tienes que ensayar un poquito. El ballet clásico es como el carné de conducir: hacen falta años para empezar a bailar bien.

-Y cuando baila, ¿qué sensaciones recorren su cuerpo?

-Siento placer pero también hay nervios porque todo salga bien.

-De no haberse dedicado al ballet ¿a qué le hubieras dedicado?

-Habría trabajado en el Baztan impartiendo clases de baile. De todas formas, cuando acabe mi carrera profesional regresaré al Baztan. Siempre lo tengo en mente.

-¿Hay tiempo para recordar los buenos momentos?

-Recuerdo con especial cariño un 5 de enero de 1998. La coreografía que interpretamos se llamaba Sangre Vienesa. Aquella fue la primera vez que actúe en el Gayarre. Trabajamos muchas horas, y ahora cada vez que la escucho se me viene a la cabeza los pasos que daba. Es un momento especial.

-¿Y los malos? Soy bastante cabezón. Nunca he pensado dejarlo. Como todo el mundo he tenido momentos malos, sobre todo en Madrid. Sentía mucho la soledad, y además, el ambiente que hay en la capital es muy diferente. Sin embargo, la danza lo desborda todo.

Diario de Noticias
2003-07-30

Rectificación
Con respecto a la entrevista a Iñaki Urrutia, publicada el domingo 27 de julio en la página 36, donde dice que Isabel Elizondo fue profesora de Iñaki Urrutia en Pamplona, debería aparecer Almudena Lobón. Iñaki Urrutia sólo participó en un festival con Isabel Elizondo.

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