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Nuevos cofrades
Nueve parejas se convirtieron ayer en santaneros y santaneras en Ordizia, en la celebración que todos los años se hace en la villa
A media mañana, los esposos plasmaron su firma en el volumen de actas
de la cofradía, y se dirigieron después a la Parroquia para asistir a
misa. Pero el momento más emocionante de la celebración llegó cuando
las parejas volvieron al ayuntamiento para bailar la tradicional
Esku-Dantza. Mientras las esposas salían al balcón, los maridos,
acompañados por los txistularis, entraron en la plaza Mayor para dar
comienzo a los bailes.
Aunque la mayoría de las parejas
acostumnran a saber bailar piezas como el fandango, el arin-arin o el
zortziko, este año entre los maridos había un dantzaro. «Aunque he
bailado mucho para otras celebraciones y también he sido profesor, este
año me ha hecho especial ilusión bailar en la plaza de Ordizia»,
comentó Joseba Juarez, mientras sus familiares estaban en primera fila
disfrutando del espectáculo. Fue Joseba precisamente quien en, su
función de aurrelari, tuvo el honor de abrir la celebración. Tras él,
el segundo marido, el atzelari lo desafió con su danza.
Bajo
la atenta mirada de las esposas, cuatro de los maridos subieron al
ayuntamiento para recoger a una de ellas, que recibió la reverencia del
aurreskulari. La operación se repitió con una segunda esposa, a quien
el atzelari ofreció su mejor baile.
Finalmente, el resto de las
esposas se incorporó al grupo de bailarines. En ese momento, todos los
presentes pudieron observar la belleza de los mantones que lucían las
nuevas cofrades. «Se dice que fue Fray Andrés de Urdaneta quien trajo
de Manila los mantones a la vuelta de una de sus expediciones a
Filipinas. Otros, sin embargo, creen la tradición empezó con el clásico
pañuelo de ocho puntas y se pasó al mantón, porque es mucho más
vistoso. También se dice que antes se usaba para disimular los
embarazos de muchas de las recién casadas», explicó Iñaki Hidalgo,
responsable de Cultura de Ordizia. Lo cierto es que, a pesar de su
belleza, las prendas dieron mucho calor a sus portadoras. «Entre el
calor que da el mantón y que se nos hinchan los pies, no se cómo hemos
bailado», bromeaban las santaneras.
Tras la exhibición en la
Plaza Mayor, las parejas cogidas por un pañuelo blanco recorrieron las
calles de la Parte Vieja. El desfile de las nueve parejas se hizo entre
la música de los txistularis de Ordizia y la gente y familiares que los
acompañaron.
Aunque algunos se mostraron más hábiles que otros
a la hora de bailar, lo cierto es que todos pusieron mucha ilusión y
empeño. «Al final ha salido mejor de lo que pensaba», aseguró el
ordiziarra Iván, que se vio metido en esta celebración por iniciativa
de su mujer, Charo, y porque también lo habían hecho otros de la
cuadrilla. En la pareja formada por Argiñe y Joseba, fue éste quien,
como buen ordiziarra, quería vivir la experiencia. «Llevamos un mes
ensayando tres veces por semana. Y aunque Joseba es un experto
bailarín, la verdad es que no hemos ensayado en casa», explicó la
beasaindarra, quien aseguró que esta celebración era casi una cita
obligada ya que su marido lo había vivido desde pequeño y le hacía
mucha ilusión participar.
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