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«No soy nadie para romper con la danza tradicional, que tiene todo mi respeto»

Edu Muruamendiaraz. Dantzari, coreógrafo y director de Aukeran

Egilea
Irene Saez
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Elkarrizketa
Data
2008/03/28
Satisfecho con la respuesta masiva del público -no hay entradas desde hace días- y un poco abrumado por la responsabilidad de responder a la altura, Edu Muruamendiaraz afronta con alegría la Gala Aukeran, 10 urte, con la que conmemora la década de trabajo de la formación. En su etapa de dantzari, el bergarés obtuvo distinciones tales como los Campeonatos de Euskadi de Aurresku guipuzcoano y de Baile a lo suelto, siendo la única persona que posee ambos títulos. En 1997, presentó una pequeña coreografía en la primera edición de la Muestra de Jóvenes Coreógrafos Vascos. Ahí comenzó este sueño llamado Aukeran, un camino lleno de rosas y espinas, que ha fructificado con tres espectáculos -Sutargi (2001), Izena duen guztia omen da (2003) y Bideak (2006)-. Defensores y detractores aparte, lo cierto es que Aukeran ha rubricado dos lustros de trabajo en la línea del mestizaje de la danza de raíz tradicional con otros estilos dancísticos. Mañana, a las 19.30 horas, con el Teatro Victoria Eugenia al completo, Edu Muruamendiaraz, dan-tzari, coreógrafo y director de Aukeran paladeará un momento dulce, en la gala conmemorativa de los diez años de su compañía.
 
«No soy nadie para romper con la danza tradicional, que tiene todo mi respeto»
 
Mañana presenta la gala 'Aukeran, 10 urte', ¿en qué consiste el espectáculo?

Presentamos un espectáculo único, con un formato especial, tanto por la gente invitada, como por la luz o por muchos otros factores. Se trata de una recopilación de las mejores coreografías de Aukeran en los últimos diez años, aunque algunas han sido renovadas para la ocasión.

Una década al frente de su compañía, ¿qué balance hace de este tiempo?

Positivo. Empezamos en 1997 con una pequeña coreografía, Aukeran, para la primera edición de los Jóvenes Coreógrafos Vascos. A partir de ahí, hicimos otra pequeña pieza que era Akilimarro, con la que constatamos que existía un público interesado en nuestra forma de enfocar la danza tradicional. Más tarde nos planteamos hacer un espectáculo entero, a partir de la danza con raíz tradicional, pero con un enfoque más moderno. Hoy día, con tres espectáculos presentados, hemos llegado a crear nuestro sello de identidad en lo coreográfico, en lo estético; nos hemos convertido en un grupo más profesional, sin poder dedicarnos enteramente a ello, pues el mercado y las subvenciones no lo permiten, aunque el producto resultante es totalmente profesional.

Ha aludido a un sello de identidad de Aukeran, ¿en qué consisten las características diferenciadoras de la formación?

La coreografía, el estilismo, la puesta en escena y ese deseo de mantener la base tradicional unida a un punto de mestizaje, a través del contacto con otras disciplinas de la danza. Aukeran está abierta a todos los estilos, desde el acrossport hasta el tango, porque nos gusta la versatilidad.

¿Cómo se renueva la danza tradicional sin perder la esencia?

La danza tradicional me sirve de fuente de inspiración. No es renovar, sino crear cosas nuevas, basándose en la raíz tradicional. Hemos tenido la suerte de actuar en galas con gente de la talla de Igor Yebra, Lucia Lacarra o el propio Iker Murillo. Con ese conocimiento, la danza se me ha hecho enorme. La danza tradicional tiene todo mi respeto. No soy nadie para romper con ello. Luego, si a la gente le parece que Aukeran está renovando la danza tradicional, chapeau.

'Sutargi, Izena duen guztia omen da' y 'Bideak' resumen toda la trayectoria de una década. ¿Qué supuso cada obra en su momento?

Sutargi es nuestro primer espectáculo y fue un verdadero boom. Hicimos 70 actuaciones y se trata de la obra que más raíz tradicional contiene. Abrió un camino. Izena. supuso la consolidación de Aukeran en el mundo de la danza, además de una mayor profesionalización, pues contamos con gente como José Antonio Vitoria y Garbi Losada, más música en directo y vestuario de Ramón García. Finalmente, Bideak ha significado el despunte y la estabilización como compañía en Euskadi. En total, llevamos más de cuatrocientas actuaciones en estos diez años.

¿Ha sido duro abrir nuevos caminos a partir de la danza tradicional?

Muy duro. A la gente le ha costado entender nuestro trabajo, porque no ha sido un camino de rosas. Hemos recibido muchos palos, pero, con el paso de los años, gente que nos ha criticado, hoy día, nos está apoyando. También ha sido un reconocimiento importante el hecho de que nos llamen de galas de danza académica. Hay un público y un mercado que espera a que Aukeran presente su espectáculo. Ha habido gente que nos ha aplaudido y otros que no. También me ha servido para darme cuenta de que existe mucha envidia. Muchas veces, nos han criticado con razón, pero otras, no.

¿El peor y el mejor momento desde que existe Aukeran?

Me han hecho daño las críticas que ha habido. Hago mi trabajo y cuando he recibido críticas duras, me he sentido mal. He estado a punto de echar la toalla, pero, por otra parte, ha habido gente que me ha animado a seguir. Como momentos buenos, todos los estrenos, las ferias, viajar con la compañía, participar en galas como artistas invitados. También me ha permitido conocer más facetas de la danza.

Iker Murillo y Ion Agirretxe, bailarines de clásico, participan en la gala, ¿qué le ha movido para invitarles a participar?

Personalmente, tenemos amistad con ambos. Tanto Iker como Ion provienen del mundo de la danza tradicional. Son el presente y el futuro de la danza. Iker es un bailarín consolidado en Zurich, donde es solista, y Ion está comenzando una carrera, ahora en la Compañía de Ángel Corella. Además, queríamos reforzar el espectáculo y mostrar que, desde la danza tradicional, se puede evolucionar a otros campos como el clásico, porque, al fin y al cabo, muchos pasos del lenguaje clásico proceden de la danza tradicional vasca.

El año pasado, inauguraron la danza en el Teatro Victoria Eugenia. Ahora vuelven al mismo escenario, ¿qué supone este retorno?

Inaugurar la danza en el Victoria Eugenia fue un reconocimiento. Cuando nos llamó Norka Chiapuso de Donostia Kultura en plenas Navidades, pensé que era una inocentada. Antes de inaugurarse el Victoria Eugenia, en una entrevista, dije que me gustaría retirarme allí y casi, casi. Es gratificante volver con este espectáculo que va a ser toda una fiesta.

¿Cuáles son sus proyectos?

Espero que la gala marque un punto de inflexión, pero que Aukeran siga otros veinticinco años en los escenarios. Estamos abiertos a todo tipo de estilos y tendencias de danza y también a que la compañía vaya creciendo. Mi ilusión es poder formar a gente joven para que continúe con Aukeran, pero tenemos el handicap de no disponer de un local ni de posibilidades económicas. Me gustaría que Aukeran fuera un referente para la gente joven. Cuando nosotros empezamos, no teníamos ningún referente; el túnel estaba negro. También me gustaría poder hacer más giras con la compañía. No creo que hemos tenido suficiente apoyo como compañía.



Un valor donostiarra en el futuro de la danza

Tenía cuatro años cuando veía videos de ballet o de euskal dantza en lugar de dibujos animados. Así que pronto Ion Agirretxe descubrió que su camino estaba dentro de la danza. A la edad de siete años, entró a formar parte de Eskola y comenzó a participar en campeonato. En 2002, se alzó con el título de Campeón de Gipuzkoa y de Euskadi de fandango y arin-arin. Pero su trayectoria vital, le haría decantarse por el ballet clásico, disciplina en la que debutará como profesional en la Compañía de Ángel Corella, el próximo mes de septiembre, con el espectáculo La bayadera. «La danza tradicional me aportó mucho movimiento de pierna, aunque permanezca casi inmóvil el torso. Creo que la euskal dantza nos da a los bailarines más facilidad a la hora de realizar pasos clásicos». Con la variación del Cisne Negro y Llamas de Paris, el intérprete donostiarra se estrenará en el Teatro Victoria Eugenia, aunque ya participara hace dos años en una gala en el Kursaal. «Actuar en el Victoria Eugenia significa mucho», afirma el bailarín. 
 
Un valor donostiarra en el futuro de la danza
 
 

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