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No faltó la tradición
Multitud de gente acompañó en la mañana del día de San Bartolomé los actos más tradicionales del programa festivo
Poco antes de las once de la mañana de ayer, la efigie de San Bartolomé volvió a cruzar en procesión las calles cercanas a la parroquia. La comitiva, acompañada por las Banda Municipal y la de Txistularis, iba encabezada por la figura del santo patrón. Detrás, cuatro sacerdotes daban pie a los miembros de la corporación municipal. Más de un centenar de elgoibartarras acompañaron a su santo durante todo el trayecto.
Tras abandonar el pórtico de la iglesia de San Bartolomé, la procesión cruzó la Plaza de los Fueros para adentrarse en la calle Rosario. Tras la parada de la Plaza Nafarroa, la comitiva procedió a remontar la calle San Bartolomé antes de volver a introducirse en el templo.
La Banda Municipal siguió tocando hasta la puerta de la iglesia. Mientras, en su interior, multitud de feligreses llenaban los bancos de la parroquia a la espera de la entrada del mártir. La religión aún mantiene un gran peso especifico en estas fiestas, en las que otros solo ven juerga y buen humor.
Soka Dantza
La tradicional Soka Dantza volvió a interpretarse en la plaza como cada día de San Bartolomé. El año que viene se cumplirán cuatro décadas desde el cambio de día de su ejecución, ya que anteriormente este baile se realizaba el Día del Txiki.
Minutos después de las doce ya se habían llenado las más de trescientas sillas que rodeaban la Plaza de los Fueros; el público no iba a fallar. Los precavidos pudieron coger las sillas que se ubicaron a la sombra. En cambio, los que esperaron al final de la misa tuvieron que armarse con gafas oscuras y abanicos para poder disfrutar del espectáculo.
Una vez hubo acabada la misa, los miembros del gobierno municipal elgoibartarra entraron en la Plaza de los Fueros. En el centro los dantzaris de Haritz esperaban a la corporación para comenzar la Soka Dantza . Aunque la Soka Dantza se realiza en muchos pueblos del País Vasco, el significado de muchas de sus partes es desconocido por gran parte del público. «Es una danza social», explica Jon Lizarralde, coordinador de Haritz. Cada parte tiene su significado y responde a una liturgia que pasa desapercibida.
Como todos los años la Soka dantza de ayer comenzó con una vuelta a la plaza de los dantzaris. Esta vuelta la encabezó la alcaldesa de Elgoibar: «este gesto da a entender quién es la autoridad en el pueblo», explica Lizarralde.
Tras esta vuelta, el Aurresku , el primero de la cadena de dantzaris, baila en frente de la autoridad, «así se pide el permiso para poder utilizar la plaza». Después realizó este mismo gesto de cara al público, «para pedir permiso a las gentes». En la actuación de ayer, poco antes de empezar, los miembros de Haritz se descubrieron las txapelas y permanecieron inmóviles por unos instantes. «Un pequeño homenaje de nuestra parte para los hermanos Ansola, txistularis recientemente fallecidos».
Una vez obtenido el permiso, los dantzaris realizaron los zubiak por debajo de los brazos del Aurresku y del Atzesku -el ultimo de la cadena-. «Si el Aurresku considera que alguno de los participantes no está en condiciones puede expulsarlo de la cadena» apuntaba el Aurresku en el día de ayer.
El Desafío' resultó una de las partes más espectaculares de la Soka dantza . En él, el Aurresku y el Atzesku bailaron frente a frente para demostrar quién es mejor bailarín, «y así conseguir el derecho de sacar a bailar a las mujeres». Tras el desafío, de nuevo los mismos dantzaris actuaron ante una de sus compañeras como invitación a las mujeres.
A continuación del saludo las chicas entran a formar parte de la Soka dantza y se realiza un segundo desafío. Los posteriores zubiak con las chicas se realizan unidos mediante pañuelos, ya que tal y como aclara Lizarralde «la iglesia no veía con buenos ojos que se dieran la mano».
Una vez la cadena pasa a estar formada por hombres y mujeres, tanto el Aurresku como el Atzesku se giran y bailan el Saltokako Zortzikoa ante la cadena de dantzaris.
La Soka dantza finalizó con el fandango y el arin-arin , en baile suelto, antes de desaparecer de la plaza por la puerta del Ayuntamiento a ritmo de kalejira. La gran tromba de aplausos puso el broche final a la actuación.
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