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"Mutildantza" dividida en Elizondo
LA polémica planeaba en el ambiente por los precedentes de las últimas ediciones en la escenificación nocturna, pero nunca antes se había expresado de una manera tan nítida como la de ayer: por la mañana y en el día central de las fiestas de Santiago. Por si fuera poco, el tiempo desapacible acentuó el marco de división. La lluvia persistente, en cualquier caso, no tuvo el carácter determinante para reducir la exhibición a catorce intérpretes como la presencia de cuatro mujeres, incluida la alcaldesa del valle, Garbiñe Elizegi (Bildu)). Los defensores de la Mutildantza, conforme la han conocido por sus mayores, acogieron su participación poco menos que como una injerencia de una tradición de exclusiva actuación masculina, refrendada en su propio nombre (Danza de mozos). En el grupo de ayer, abierto por el alcalde jurado, Xabier Torres, formaron parte otros tres ediles de la fuerza que ostenta la alcaldía.
La diferencia de criterios por una cuestión de género halló una expresión diáfana en el plante simbolizado por seis vecinos, quienes a los primeros sones del txistu y el tamboril formaron una hilera separada del grupo principal y, -concluido los saludos cuando los dantzaris se hubieron dispuestos a iniciar sus primeros pasos-, optaron por retirarse. Félix Mena, hijo del veterano y reputado fotógrafo baztanés de 76 años del mismo nombre que durante una década abrió el grupo y al que una limitación le impide acudir a su cita anual, encabezó el sexteto de protesta, como defensor de una costumbre que concede la exclusividad de la participación al sector masculino.
De opinión contraria, la alcaldesa del valle hizo un alegato a favor de la intervención popular sin distinción de sexos. En la Mutildantza -dijo-"todo el que quiera puede participar. No debe haber miedo a la plaza".
La actuación de algo menos de media hora, acotada por un perímetro de paraguas desplegados, evidenció las discrepancias de opiniones existentes sobre un acto apegado a la tradición del valle, que suma adeptos de forma voluntaria hasta conjugar distintas generaciones en un mismo alarde masculino. Ya en las últimas ediciones, las ausencias notables de rostros habituales entre los intérpretes y músicos -ayer tampoco acudieron los txistularis de Elizondo-, denotaron un parecer encontrado.
Ajeno a las diferencias, txistu en mano, Francisco Javier Larralde Ustarriz, vecino de Arizkun de 83 años de edad, acompasó los pasos de los dantzaris sobre las losas húmedas de la plaza de los Fueros. A su lado estuvo su hijo, Patxi Larralde Elizalde, amén de Xabier Durruti y Eduardo Laborra. "Hay que tener mucha cabeza", apuntaba el veterano intérprete con un gesto de baqueta de tamboril apegada a su testa con el que trataba de reforzar sus palabras. "La Mutildantza es una danza para bailar", remataba su hijo. Como apuntaba, "no es difícil de tocar, pero los txistularis tenemos que estar concentrados para tener en cuenta los puntos".
Sin gigantes ni banda
El clima gris de la jornada fue toda una metáfora del desacuerdo entre defensores y detractores de la tradición en una jornada de ausencia de gigantes y de la banda de música por los imponderables del tiempo. La parlamentaria de UPN y ex consejera de Administración Local, Amelia Salanueva, contempló, en compañía de representantes de su grupo municipal, unos breves instantes la Mutildantza, pospuesta al oficio religioso celebrado en la parroquia de Santiago.
El habitual pasacalles entre el templo y la plaza de los Fueros quedó reducido a un recorrido de autoridades locales y del valle, protegidos por paraguas y anunciados por los sones del txistu, tamboril y gaita.
Los más pacientes entre los espectadores de la Mutildantzahallaron recompensada su permanencia bajo un lluvia ininterrumpida con un frugal aperitivo, traslado a los soportales de la Casa Consistorial. El programa reserva para hoy un encuentro de Laxoa con el que se pretende conmemorar el 150 aniversario de la plaza del Rebote. Antes que seguir el movimiento vivo de la pelota, habrá que dirigir hacia el cielo una mirada suplicante para ahuyentar el mínimo atisbo de nube amenazante que empañe la fiesta en la calle.
Detrás del alcalde jurado, Xabier Torres, bailó la alcaldesa del valle, Garbiñe Elizegi; y el teniente de alcalde, Mikel Ortega, de Bildu. N.G.
Instante del plante simbólico escenificado por los defensores de la tradición. N.G..
La parlamentaria de UPN y ex consejera Amelia Salanueva acompañó a su grupo municipal.
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