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Muskilda reúne a Otsagabia
Danzantes y el Bobo, y a su espalda la ermita de Muskilda, durante uno de sus bailes. (IBAN AGUINAGA)
A los pies de las cumbres más altas del Pirineo navarro y francés, Muskilda reunió de nuevo ayer a las y los vecinos de Otsagabia en el día grande de las fiestas. Una reunión que aúna religión, historia y folklore, con los tradicionales bailes de los Danzantes, y que para los locales es mucho más que un acto de la celebración. “Es un día muy especial, es el día grande. La cuidamos mucho, como a todas nuestras tradiciones”, expresó la mayordoma Lourdes Goikoetxea, cargo que preside el Patronato de Muskilda durante un año. El cargo se renueva cada año mediante personas que se presentan voluntariamente. “Siempre he creído que es un honor poder ser mayordoma de Muskilda, a mí me viene desde siempre y me he sentido muy arropada todo este año”, afirmó. Ayer Goienetxe estuvo más arropadas si cabe. Tres de los ocho danzantes que bailaron ayer en Muskilda eran familiares suyos, que volvieron a calzarse los cascabeles y castañuelas para la ocasión. “Lo dejé hace ya años pero hoy lo vuelvo a hacer por la familia y por Lourdes”, sostuvo Fernando Goienetxe mientras se preparaba junto a sus parientes Iker Aguerre y Carlos Azkoiti, minutos antes de comenzar a bailar. La formación la completaron Íñigo Fernández, Diego Eder, Roberto Elizalde, Joseba y Julen Sagardoy, como danzantes y José Javier Sagardoy Txepi, padre de los dos últimos y el Bobo, liderando a los danzantes.
El baile centenario de Otsagabia es la unión de todo lo que sucede en Muskilda cada 8 de septiembre. Suyo es el inicio, cuesta arriba, hacia la casa de la xerora, para continuar con el primero de los Paloteados, frente a su fachada al grito de “¡Viva la xerora y su familia!”. /Le siguió un nuevo paloteado para terminar con la ‘Jota’, que sale de las gaitas y tamboril de Jon Oroz, Martín Ariztimuño y Ekaitz Santazilia. La xerora, responsable de cuidar la ermita durante el año y vestir la talla del siglo XIV de la Virgen de Muskilda, es desde hace tres años Jone Villanueva. Cogió el relevo de su madre, ya fallecida, y es hoy la encargada de la casa que guarda Muskilda. “Mi familia lleva en esta casa todo el siglo XX y lo que llevamos de XXI”, expresaba al tiempo que tenía muy presente, que a pesar de todo aún se le hace “raro salir a la ventana en la que se ponía su madre”, que el sábado, víspera de Muskilda, hubiera cumplido 101 años, a contemplar los enérgicos movimientos de los Danzantes. Su casa fue el escenario ayer del almuerzo de los dantzaris, una vez acabaron sus actuaciones matutinas, y también de la delegación francesa de la localidad de Tardets, hermanada con Otsagabia y unos otsagiarras más cada inicios de septiembre.
El de ayer fue un día de unión de una localidad con su historia y tradición. Fue también el día grande de la mayordoma, a la que no le faltó el apoyo de su familia que le siguió en la subida, en la procesión y durante toda la jornada, encabezada por su madre, Mariasun, ataviada con el traje tradicional de salacenca, muestra de una firme raíz cultural transmitida durante los siglos.
Acabada la mañana, Muskilda dejó de estar repleta de gente, locales y visitantes, más si cabe con el buen tiempo y la coincidencia de que fuera domingo, para volver a su tranquilidad en intimidad con la xerora, su familia y el Patronato. El órgano que rige Muskilda y ahora preside Goienetxe verá, “llueva o nieve”, como el 13 de diciembre se renueva el cargo de mayordomo, con la entrada de Javier Fernández, apuntó la propia Goienetxe, cerrando el ciclo anual que volverá el próximo septiembre a reunirse en la ermita de Muskilda.
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