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Muere la coreógrafa Pina Bausch, gran renovadora de la danza moderna
Cinco días después de que se le diagnosticara un cáncer
La coreógrafa y bailarina alemana Josephine (Pina)
Bausch, una de las artistas más importantes de la danza contemporánea,
falleció ayer cinco días después de que se le diagnosticara un cáncer.
Estuvo hasta el último momento al pie del cañón, como recordaba Ursula
Popp, portavoz de Tanztheater Wuppertal -la compañía que fundó hace más
de 35 años-. «El domingo pasado todavía se subía al escenario».
Bausch estaba considerada una de las más ilustres
coreógrafas contemporáneas. Su fama internacional comenzó en el
Metropolitan Opera de Nueva York, donde deslumbró con un estilo
expresionista único. Al principio provocó la polémica, si bien
enseguida fue reconocida mundialmente.
Después de pasar por el templo neoyorquino, la célebre
mujer de rostro sombrío introdujo el concepto de 'danza-teatro' en
Alemania y el mundo entero. De esta forma, impuso en el teatro un
estilo de danza muy personal, basado en la exageración y la
contradicción, mezclando lo inmenso a lo insignificante, tanto en los
gestos de los bailarines como en los decorados. Bausch cambió el papel
del bailarín y dio otra utilización a los objetos, introduciendo en el
escenario esquíes, bicicletas, muros y acantilados.
Algunos críticos la consideraban una coreógrafa única y
sin igual en la dirección de sus temas predilectos, como el miedo o la
guerra de los sexos, y destacaban «la vitalidad artística» que
destilaban sus obras. No obstante, sus problemáticas extremistas y sus
arquetipos (la histérica, la esclava...) molestaban a otros expertos.
«Lo que me interesa no es tanto cómo se mueven las personas, sino lo
que las emociona», se defendió ella en una entrevista.
Su carrera se relanzó con el nacimiento de su
Tanzteather, cuyo 25º aniversario se celebró con un festival de tres
semanas en Wuppertal, cuna de sus creaciones expresionistas y gloria
del ballet alemán. Allí presentó una muestra de sus ballets, desde los
más antiguos a los más recientes, pasando de 'Ifigenia en Táuride'
(1974) al 'Limpiador de ventanas' (1997), estrenado en Hong Kong en
ocasión de la devolución de la colonia británica a China. Asia la
inspiró. En 2006 viajó a India con una parte de su compañía y luego
presentó 'Bamboo Blues'.
Bailarines procedentes de todo el mundo frecuentaron su
Tanztheater en Wuppertal, Renania, que con el paso del tiempo se
convirtió en uno de los templos de la danza moderna mundial. Bausch era
esperada a mediados de julio en Moscú, donde debía presentar su
espectáculo 'Los siete pecados capitales' en el Festival Internacional
Chejov. Por el momento, no se ha decidido el futuro de esa esperada
gira.
Admirada y odiada
A mediados de junio, Pina Bausch había presentado en
Wuppertal su última creación, 'Tanzabend' (velada danzante), un
espectáculo melancólico con un escenario negro vacío y ritmos lentos.
Ella solía viajar con su compañía por el mundo y bailaba en el Théâtre
de La Ville de París, donde las entradas siempre se agotaban. Hasta
allí se desplazaban a menudo personalidades como Pedro Almodóvar.
El cineasta manchego conoció a Bausch en los años
noventa, «después de una sesión vergonzante para cierto público del
Teatro Real, que acabó abucheando su impresionante espectáculo
'Nelken'. Y esa noche fue para él una revelación. «Desde ese primer
abrazo mantuve con Pina una relación muy estrecha. Fue una fuente
constante de placer, me provocaba emociones muy diversas y me inspiraba
siempre», recordaba ayer Almodóvar.
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