Edukira salto egin | Salto egin nabigazioara

Tresna pertsonalak
Hemen zaude: Hasiera Hemeroteka Mil dantzaris y un silbido... los nuevos récords vascos

Dokumentuaren akzioak

Mil dantzaris y un silbido... los nuevos récords vascos

Un vecino de Lezo y otro de Trápaga aspiran a entrar en el Libro Guinness. El primero puso a bailar danzas vascas a 907 vecinos y el otro quiere superar con «el silbido más agudo del mundo» a un norteamericano que tiene ya el récord
Egilea
Yolanda Vega
Komunikabidea
El Correo
Mota
Albistea
Data
2016/12/02
Lotura
El Correo

Les bastaba con 500 dantzaris, y se presentaron 907. Entre ellos una argentina que estaba de vacaciones en Euskadi, otra mujer de París y un ruso que vive en Madrid y está aprendiendo euskera. Ellos se orientaron un poco con los tutoriales de internet: 'erdizka, eskuin, jauzi...' y luego se camuflaron entre los bailarines más avezados. La cosa resultó y antes de que acabe el año esperan el premio: entrar en el libro Guinness de los Records.

Casi seguro que estarían ya dentro de haber invitado a Lezo, escenario de esta gigantesca prueba de personas bailando muxikos (danzas vascas tradicionales), a uno de los jueces del Guinness. Pero les cobraban 6.000 libras, más de 7.000 euros al cambio, y no lo podían asumir. Organizar la cita les ha costado ya 3.500 euros y medio año de preparativos. «Ha habido que buscar patrocinadores, alquilar váteres, servicio de guardarropa, que hubiera ambulancias... ¡Menudo marrón!». Lo cuenta entre asustado, divertido y orgulloso Julen Conde, vecino de Lezo de 56 años e impulsor del reto con el que quiere aumentar la comunidad vasca dentro del libro Guinness. «Soy comercial de pinturas y viajo mucho por Bilbao, así que algo se me ha debido pegar (risas) porque estaba yo pensando cómo hacer algo especial con los muxikos y se me ocurrió: '¡Vamos a batir un récord mundial!'».

Hacerlo con una macroconcentración de dantzaris no es casual. Julen fue dantzari hace años y cada «quinto domingo de mes» (así que solo lo hacen los meses que tienen cinco domingos) organizan quedadas para bailar muxikos y recuperar así un antiguo baile autóctono. «Los muxikos se conservaron en Iparralde pero por aquí se habían perdido». Con el empujón del Guinness se aseguran además, de que se conozcan en el mundo entero.

«La cosa fue un poco como cuando dices: 'A que no hay...'. Echamos la solicitud por internet en diciembre y en marzo nos escribieron desde la organización del Guinness Records para decirnos que adelante y nos dieron las directrices. Como no pudimos pagar para que viniera un juez de ellos les tenemos que mandar nosotros el material: el registro de todos los participantes, el vídeo entero, imágenes aéreas del reto grabadas con un dron...». 

Una veintena de personas, uno por cada cincuenta participantes, han tenido que hacer de jueces y anotar las incidencias de la convocatoria. «Un participante se tuvo que ausentar para ir al baño y alguno había que estaba perdidísimo con el baile, pero hicimos la vista gorda». Se ensayó antes y luego se grabó la versión definitiva: siete minutos y diez segundos durante los cuales casi un millar de personas bailan tres piezas de muxiko (Zazpi Jauzi, Txikitxo y Saratxaga), con una pausa de cinco segundos entre una y otra.

Inicialmente calcularon unos quinientos participantes, pero al final se apuntaron casi el doble. «La última semana casi no dormí, tres horas la noche que más. A las cuatro de la mañana me levantaba y me marchaba a los pueblos de al lado a poner carteles. Hemos pegado 1.500». Iban a celebrar el reto en la plaza del Ayuntamiento pero vista la respuesta de la convocatoria lo trasladaron a Goiko Plaza, que es más grande. «Pintamos mil puntitos blancos, separados un metro cada uno de otro, para que la gente supiera dónde colocarse».

Dice Julen que les salió redondo, así que muy mal se tendría que dar para no entrar en el Libro Guinness de los Records de este 2016. «Es que salió todo perfecto. ¡Hasta el tiempo se portó! Era 30 de octubre pero tuvimos 23 grados. Yo no creo en eso de los astros pero ese día se alinearon todos».

Y algo parecido espera que ocurra hoy Andoni Angulo (Valle de Trápaga, 19 años), estudiante de Ingeniería Informática (en la foto). A un silbido de entrar en el libro Guinness de los Records. Literalmente, porque va a intentarlo con el silbido más agudo. Actualmente la marca la tiene un estadounidense, al que Andoni está seguro de superar. «Se mide el hercios y su silbido son unos 4.000. Yo he medido a modo casero el mío y me salen entre 10.000 y 11.000». Nos hace una demostración por teléfono, pero no se alcanza a oír nada. Porque si uno está pensando en un silbido de esos que se escuchan a un kilómetro está equivocado. Lo que él hace es como un molesto pitido que se te mete en el oídos pero que es casi imperceptible si no estás a su lado. Como los pitidos de las prueba de oído que hacen los médicos.

- ¿Y cómo descubre uno que sabe silbar así?

- En mi caso fue por casualidad. No sé si estaba soplando o qué pero de repente me salió un sonidito agudo entre el labio inferior y los dientes de arriba. Hay que colocar la boca en la posición de pronunciar la letra 'f' y el sonido es como un hilillo, como si pasara un camión por la carretera y a lo lejos oirías el ruido del frenado. 

Entonces probó a hacerlo más veces y encontró en YouTube el vídeo de un norteamericano que tenía su misma habilidad y que, además, figuraba con récord mundial. «Cuando le vi pensé: 'Eso lo hago yo más agudo' y me apunté este verano. He practicado muchos días, con dos minutos de práctica más o menos es suficiente». Como ha estudiado música entiende bien que una cosa es lo agudo de un sonido y otro la potencia y esto tiene que ver con lo primero. «Yo escucho un silbido y sé qué nota es, lo mío consiste en llegar a una nota muy aguda, no en sumar decibelios». El resultado, dice, es «un silbido penetrante que llega a molestar».

Va a grabar hoy su récord, en un programa de ETB. Solo necesita un micrófono de calidad y un programa de internet que mida la frecuencia del silbido en hercios. La organización de los Guinness Records también le exige un par de jueces que den fe del hito -«he elegido a dos profesores de música»- y a partir de ahí solo queda esperar a que le llegue el diploma. «Sé que puedo superar el récord. Ahora se trata de que el silbido, que dura unos seis o siete segundos, salga lo más limpio posible». 

Imagen de los casi mil dantzaris que se reunieron en Lezo en octubre.

Imagen de los casi mil dantzaris que se reunieron en Lezo en octubre.

Dokumentuaren akzioak