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Miel Otxin firma su sentencia

Ander Esain Olagüe, estudiante del instituto de Larraintzar de 16 años de edad, conoce al detalle la historia mitificada del legendario y temido Miel Otxin, un bandido de caminos que en épocas pretéritas mantuvo en vilo a Lantz hasta ser capturado y ajust

Egilea
Natxo Gutierrez
Komunikabidea
Diario de Navarra
Tokia
Lantz
Mota
Albistea
Data
2009/02/25

El joven corrige al profano que se atreve a hacer una lectura particular del sentido de los personajes que encarnan uno de los carnavales con mayor proyección exterior y que en vísperas de la Cuaresma focaliza la atención de cientos de curiosos de ambos lados de los Pirineos. Cuenta el aventajado alumno de las tradiciones orales que "Ziripot", el orondo y bonachón personaje de cuerpo de helecho, fue "un chivato" y que, por ese motivo, sufre los incordios del "Zaldiko", el caballo de Miel Otxin.

Para no desbocarse entre la algarabía que se forma a su alrededor, el cuadrúpedo experimenta en sus propias carnes el asedio de los "Arotzak" (herreros) que tenaza en mano tratan de herrarle para así domar su osadía. Entre tanto, los vecinos permanecen ocultos bajo la apariencia anónima de los "txatxos" para no ser reconocidos por el forajido de leyenda, que desde el lunes es reo.

La historia del ladrón de "Mil maravedíes", que exportaron con una filmación los hermanos Pío y Julio Caro Baroja en 1964 con un permiso especial para salvar la censura de la época, alimenta el ciclo de escenificaciones populares en Carnaval que se ciñen a un recorrido por el pueblo y a la interpretación del "zortziko".

En su conservación, Lantz se vuelca por completo, porque, como dice su alcalde, David Mariñelarena Saralegi, ganadero de 33 años de edad, "es algo que tira y que está muy metido en cada uno". Esa fidelidad en la continuidad de la tradición constituye un legado de padres a hijos, que da sentido a una fiesta popular y participativa en la que los lazos de amistad quedan reforzados. La relación en torno a unas mesa repleta de vituallas engarzan las salidas de mañana y tarde del séquito que acompaña al Miel Otxin de ficción, un muñeco de tres metros de altura, 40 kilogramos de peso, blusa multicolor y extremidades de piel de jabalí.

Empujado por la melodía que brota de los tixtus, tamboril y atabal de Fermín Garaikoetxea, Fermín Salaberri y Javier Irisarri González, el bandido asiste feliz a las acometidas constantes del "Zaldiko" sobre "Ziripot". En su paseo altivo, encuentra apoyo en los hombros de varios "txatos" -entre ellos, Óscar Ziganda Etxenike, Iñaki Mariñelarena Goizueta, Iñigo Oiaregi Urriza, Aitor Sarasibar Ziga, Imanol Oiarte Barberena y Ricardo Eugi Ziga-, que danzan al compás de la música. Por delante, el grupo más joven de los "txatxos" abre paso con alaridos y escobazos a cuantos flanquean su paso. Entre quienes ocultan su identidad, hay representación femenina, porque, como dice Nerea Cabañas Marcos, "también las mujeres tienen derecho a salir". No hay injerencia alguna que modifique el guión tradicional, ni siquiera en la escena final, cuando, de noche, Miel Otxin trata de zafarse de sus perseguidores y claudica consumido por las llamas en una celebración multitudinaria que certifica el poder de la justicia. En un año resucitará de sus cenizas para regresar al corazón de Lantz.

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DN.

Cientos de personas observan los canravales en la localidad de Lantz.

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Miel Otxin, el muñeco espigado que representa a un forajido de leyenda, se abre paso entre un enjambre de espectadores y "txatxos". J.A. GOÑI

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Ritual de transformación de Joseba Ariztegi en "Ziripot". J.A..GOÑI

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El "Zaldiko" se prepara para embestir a "Ziripot", el orondo personaje de helecho. J.A. GOÑI

 

 

 

 

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