'Mi sueño es que la danza no fuese tan marciana en esta sociedad'

Natalia Monge, Bailarina y coreógrafa

Pregunta. ¿Cómo pasó de la educación física a la danza?



Respuesta. Soy deportista nata. Estudié Educación Física, pero ya en tercero comencé con el baile. Fui a ver un espectáculo, conocí a los que lo hacían y me enganchó.



P. ¿Y tienen mucho en común ambas disciplinas?



R. Más de lo que la gente se cree. La educación física no es sólo gimnasia o deporte; engloba mucho más. Del temario de la carrera me llamó mucho la atención la asignatura de Expresión Corporal, que nadie da, que nadie conoce. Y yo estoy especializada en ello.



P. ¿Especializada?



R. He estado tres años en Amsterdam haciendo coreografía, por eso me he especializado en expresión corporal. No es que haya una especialización enla carrera.



P. ¿Su actividad profesional hacia dónde se dirige?



R. Doy clases de Educación Física de vez en cuando, sustituciones, porque de la danza es muy difícil vivir en Euskadi.



P. ¿Cuál es la enseñanza que se recibe en la SNDD de Amsterdam?



R. Es una escuela de danza, pero lo que la convierte en especial es que fomenta la creatividad. Está especialmente interesada en formar a creadores. Allí se imparte una formación completa, no sólo de movimientos, sino también de luces, sonido, composición, mucha composición.



P. ¿Qué significa para usted la expresión corporal?



R. Lo que su propio nombre indica. No hace falta más. Es algo que puede practicar cualquiera, no hace falta tener una especial forma física.



P. Y eso es algo de lo que se olvidan en los colegios...



R. En Educación Física hay un carencia de oferta, sobre todo, para los adolescentes. Al que no le guste correr o chutar un balón, no tiene alternativa.



P. Y usted propone la expresión corporal.



R. Sí, pero es una disciplina que hay que intriducir poco a poco. No se trata de ponerles a imitar a un mono el primer día.



P. Usted ha intervenido en la Muestra de Jóvenes Coreógrafos, que subvenciona el Gobierno vasco.



R. Sí, fueron cinco piezas de otros tantos coreógrafos vascos, que se mostraron en las tres capitales. Pero ya se acabó. Ése es el problema de la danza en Euskadi. Ésta es una profesión de locos. Los que estamos en ella sabemos que no tiene futuro. Y no sólo en Euskadi, sino en toda España hay poca atención a la danza.



P. ¿Qué opciones hay?



R. Marcharse fuera, como han hecho muchos. O abandonar, como han hecho más.



P. ¿Existen ayudas del Gobierno vasco?



R. Las subvenciones están congeladas desde hace dos años, tanto en cuanto a la cantidad como en su distribución.



P. ¿Cuál es su sueño?



R. Que la danza no fuese tan marciana en esta sociedad. Nadie sabe lo que es, nadie se acerca ni se interesa por la danza contemporánea.



P. ¿Y a que cree usted que se debe esa situación?



R. El primer problema es cultural. Euskadi es un país que no tiene cultura de danza. Cero. La compañía de clásica se extinguió y de contemporánea no hubo nunca. Y luego está la falta de subvenciones, de fondos. Tiramos de coleguismo todo el día. A mí lo que me alucina es lo que pasa con la pintura. Eso es otro mundo. La gente va a los museos y compra cuadros. Van al Guggenheim, aunque la mayoría no entiende ni patata, pero es fashion. Y a la danza, sin embargo la gente no se acerca.



P. Quizá tenga suerte y le toque el turno a la danza de estar de moda.



R. No creo en la suerte para nada. Cuando consigo algo es porque pongo los medios.



P. ¿Cuál va a ser su próximo trabajo?



R. Por ahora, estoy dándole vueltas a una pieza de calle, que se representará dentro del programa de fiestas de Algorta, los días 28 y 29 de julio. Es una obra creada por mí y en la que bailamos Jon Urraza, Nacho Montero y yo. Y con la música en directo de Ernesto Maestro.











PERFIL



Natalia Monge (Bilbao, 1972) es profesora de Educación Física interesada por la expresión corporal. Se inició en la danza en Euskadi, pero para crecer y ampliar estudios tuvo que irse a Amsterdam. Ha sido una de las participantes en la última Muestra de Jóvenes Coreógrafos vascos.