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Medio siglo de emoción colectiva
Ana Gandara, Enrike Hurtado, Imanol Artola y Oier Araolaza participan en las jornadas sobre el movimiento Ez Dok Amairu que acoge el museo San Telmo
El museo San Telmo acoge hoy la segunda y última sesión de las jornadas Ez Dok Amairu oroituz (Ez Dok Amairu en el recuerdo), “una mirada retrospectiva desde la actualidad” al movimiento surgido hace medio siglo y que contribuyó a renovar la cultura vasca. La cita está organizada por la Cátedra Mikel Laboa de la UPV/EHU, cuyo director, Juan Kruz Igerabide, recuerda que el grupo surgió “en un contexto encorsetado”, en plena dictadura, para llegar a “constituir un fenómeno cultural de amplia y duradera repercusión”.
“Aún hoy sigue imprimiendo su sello a diversas manifestaciones culturales: los nuevos músicos actuales hacen referencia a cantautores de Ez Dok Amairu; Laboa y Lete dieron conciertos prácticamente hasta sus últimos días; Benito Lertxundi continúa llenando salas de conciertos; sus discos se siguen vendiendo y escuchando con frecuencia y aún están presentes en los medios de comunicación”, afirma Igerabide, que introdujo las tres breves conferencias de ayer.
La primera estuvo protagonizada por Ana Gándara (Sunbilla, 1986), que realizó una aproximación al movimiento desde el punto de vista de las ideas culturales de la época. A su juicio, la “realidad etnográfica” tuvo una gran importancia en la configuración de Ez Dok Amairu -se refirió a la txalaparta, al bertsolari que según Oteiza era la figura fundamental de la estructura mental de la comunidad vasca, a Aresti...-. Otro elemento indispensable fue la creación de “reglas” que ayudaron a la sociedad vasca a percibir “la importancia de las emociones colectivas”. Así, aunque los recitales de Ez Dok Amairu tenían un innegable componente vanguardista, sus promotores introducían elementos familiares para favorecer la comunicación con el público. Mediante la repetición de estrofas o invitando a los espectadores a cantar, estos “entraban en una especie de trance que ayudaba a crear lazos afectivos hacia lo que se transmitía sobre el escenario”.
Por su parte, Enrike Hurtado (Sodupe, 1973) habló de la txalaparta en los Encuentros de Música Contemporánea de Pamplona, celebrados en 1972. Allí ofrecieron un concierto los hermanos Artze, miembros de Ez Dok Amairu y “principales recuperadores” de un instrumento que “fascinó” a músicos tan vanguardistas como los estadounidenses John Cage y Steve Reich. Ambos participaron en aquellos encuentros de la capital navarra y cayeron rendidos ante ese ancestral instrumento que acababa de salir del ámbito rural y que, pese a su carácter tradicional, compartía “conceptos” con la música experimental que ellos componían. El origen de la txalaparta es incierto -“se sabe que tenía que ver con la prensa de la manzana para hacer sidra y que se usaba en celebraciones festivas”- pero cuando estaba a punto de desaparecer fue recuperado gracias al impulso de escultores como Jorge Oteiza y Remigio Mendiburu o músicos como los hermanos Artze: “En los años 60 solo había dos parejas de txalapartaris: ha pasado casi de no existir a ser hoy en día un instrumento muy popular”.
Imanol Artola (Amezketa, 1989) disertó sobre Benito Lertxundi, una de las figuras más visibles de Ez Dok Amairu, aunque lo abordó “desde la perspectiva de la construcción nacional”. Es el tema sobre el que versa el trabajo de fin de máster de filosofía que ha realizado para estudiar cómo se refleja en la discografía de Lertxundi “el cambio social y la creación de la nación vasca en Euskal Herria”. A su juicio, hay dos benitos: el primero es un cantautor “político” que entre 1965 y los años 90 escribe contra el franquismo y canta a la nación vasca, y el segundo, a partir del disco Hitaz oroit (1996), es “más íntimo y filosófico”. Fruto de la evolución de la sociedad y de su propio camino artístico, pasa de intentar definir la nación vasca a hablar de la vida, la muerte, Orio o Pessoa en las que Artola considera “sus mejores letras”.
Clausura Las jornadas concluirán hoy a las 19.00 horas con la charla de Oier Araolaza (Elgoibar, 1972), que abordará la relación de Ez Dok Amairu con la danza vasca tradicional a través del grupo Argia, comandado por Juan Antonio Urbeltz y su mujer Marian Arregi. Ambas formaciones surgieron al mismo tiempo y sus trayectorias, repletas de colaboraciones mutuas, se cruzaron continuamente. “Bebieron de parecidas fuentes y se inspiraron en ideas de los mismos pensadores: Oteiza, la escuela vasca de arte contemporánea... Muchas veces partían de los mismos materiales y trabajaban de manera abierta y colaborativa, cada uno desde su propio ámbito”, recuerda Araolaza. Es más, una vez disuelto Ez Dok Amairu en 1972, la todavía hoy directora musical de Argia, Marian Arregi, colaboró con intérpretes como Benito Lertxundi o Xabier Lete.
El espectáculo Baga biga higa sentikaria (1970) fue concebido de manera “colectiva” e incluía música, teatro, poesía y danza. Esta disciplina abría y cerraba la función: al inicio de la misma todos los participantes -no solo los cantantes y txalapartaris sino también los técnicos y el resto del personal- salían al escenario para bailar una mutildantza del Baztan, y al final se invitaba al público a hacer lo mismo con la ayuda de dantzaris de Argia “camuflados” entre el público.
En la sesión de esta tarde en San Telmo participarán la propia Arregi que, junto a sus hijos Mikel y Maider Urbeltz, interpretarán algunas piezas de danza de la época. La cita finalizará con un acto que reflejará el carácter multidisciplinar de los espectáculos de Ez Dok Amairu: Harkaitz Cano, Antton Olariaga, Jexuxmai Lopetegi y Mitxel Muruaren presentarán a las 20.00 horas el proyecto Itzal zaunka, que aúna música, imagen y palabra, en un intento de reeditar aquella emoción colectiva que aún perdura.
Harkaitz Cano, Antton Olariaga, Jexuxmai Lopetegi y Mitxel Murua presentan hoy en San Telmo el proyecto ‘Itzal zaunka’
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