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Medio siglo de danza
Hace cincuenta años que Juanita Unzueta creó la primera escuela de ballet en Eibar, después de volver del exilio en la antigua Unión Soviética
La primera sede del Ballet Eibarrés fue la propia casa que Juanita
poseía en Jardines. «Era en el salón donde impartía mis clases»,
recuerda, «pero muy pronto se hizo pequeño, porque cada vez se
apuntaban más niñas».
Juanita recuerda con cariño la primera
actuación de 'sus niñas', que tuvo lugar en el desaparecido Teatro
Amaia en 1958. «Tengo que agradecer al Orfeón de Eibar, que nos invitó
en aquella ocasión a bailar en una actuación conjunta», explica.
Fue
en el año 1962 cuando el Ballet Eibarrés se mudó hasta la sede que
ocupa en la actualidad, en la calle Fundidores. Una vez ubicado en un
local más amplio, el interés por la danza clásica se incrementó en la
villa armera. Como asegura Juanita, «llegamos a tener casi un centenar
de alumnas, y nos comenzaron a llamar para actuar en todas partes. Casi
todos los domingos ofrecíamos una exhibición de ballet».
A pesar
de que ya han pasado muchos años desde entonces, Juanita Unzueta no se
ha desvinculado de la escuela, aunque ahora la responsable del centro
sea Pili Alonso. Esta última fue una de las jovencitas que descubrió su
pasión por la danza en el Ballet Eibarrés. Esto le llevó a dedicar sus
estudios a esta modalidad en varias capitales para después volver a
Eibar y tomar el relevo de Juanita.
Hoy en día una treintena de
niñas aprenden las técnicas del ballet en esta academia. Es una cifra
de alumnas más baja que en anteriores décadas, pero como resalta Pili
Alonso, «ahora hay más ofertas de baile, nuevas tendencias, gim-jazz,
etc.».
Relevo generacional
También
reconoce la profesora de danza que en la mayoría de los casos, las
niñas se apuntan porque a sus madres les gusta. «Se da una especie de
relevo generacional. Muchas de mis actuales alumnas son hijas de
mujeres que pasaron por este centro años atrás», señala Alonso.
Quizás
por ese motivo, muchas de ellas se quedan en el camino y se desapuntan.
«Para llegar a ser una profesional, lo primero es tener vocación,
buenas condiciones físicas, y después completar tus estudios en algún
centro de alguna capital, que generalmente son carísimos. Tener todas
estas cualidades al mismo tiempo es muy difícil y por eso hay tan pocas
que llegan a ser bailarinas profesionales».
El ballet clásico
sigue siendo cosa exclusiva de chicas, aunque Alonso recuerda que ya
tuvieron su 'Billy Elliot' particular. «El único chico fue el eibarrés
Iker Gómez. El decía a sus amigos que venía a clases particulares en
vez de al ballet. Tuvo que oir de todo, pero el tenía claro que le
gustaba la danza y hoy en día vive en Barcelona y es bailarín
profesional», señala la profesora.
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