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Medio siglo de danza

Hace cincuenta años que Juanita Unzueta creó la primera escuela de ballet en Eibar, después de volver del exilio en la antigua Unión Soviética

Egilea
Ricardo Díez
Komunikabidea
El Correo
Tokia
Eibar
Mota
Albistea
Data
2007/03/30

La primera sede del Ballet Eibarrés fue la propia casa que Juanita poseía en Jardines. «Era en el salón donde impartía mis clases», recuerda, «pero muy pronto se hizo pequeño, porque cada vez se apuntaban más niñas».

Juanita recuerda con cariño la primera actuación de 'sus niñas', que tuvo lugar en el desaparecido Teatro Amaia en 1958. «Tengo que agradecer al Orfeón de Eibar, que nos invitó en aquella ocasión a bailar en una actuación conjunta», explica.

Fue en el año 1962 cuando el Ballet Eibarrés se mudó hasta la sede que ocupa en la actualidad, en la calle Fundidores. Una vez ubicado en un local más amplio, el interés por la danza clásica se incrementó en la villa armera. Como asegura Juanita, «llegamos a tener casi un centenar de alumnas, y nos comenzaron a llamar para actuar en todas partes. Casi todos los domingos ofrecíamos una exhibición de ballet».

A pesar de que ya han pasado muchos años desde entonces, Juanita Unzueta no se ha desvinculado de la escuela, aunque ahora la responsable del centro sea Pili Alonso. Esta última fue una de las jovencitas que descubrió su pasión por la danza en el Ballet Eibarrés. Esto le llevó a dedicar sus estudios a esta modalidad en varias capitales para después volver a Eibar y tomar el relevo de Juanita.

Hoy en día una treintena de niñas aprenden las técnicas del ballet en esta academia. Es una cifra de alumnas más baja que en anteriores décadas, pero como resalta Pili Alonso, «ahora hay más ofertas de baile, nuevas tendencias, gim-jazz, etc.».

Relevo generacional

También reconoce la profesora de danza que en la mayoría de los casos, las niñas se apuntan porque a sus madres les gusta. «Se da una especie de relevo generacional. Muchas de mis actuales alumnas son hijas de mujeres que pasaron por este centro años atrás», señala Alonso.

Quizás por ese motivo, muchas de ellas se quedan en el camino y se desapuntan. «Para llegar a ser una profesional, lo primero es tener vocación, buenas condiciones físicas, y después completar tus estudios en algún centro de alguna capital, que generalmente son carísimos. Tener todas estas cualidades al mismo tiempo es muy difícil y por eso hay tan pocas que llegan a ser bailarinas profesionales».

El ballet clásico sigue siendo cosa exclusiva de chicas, aunque Alonso recuerda que ya tuvieron su 'Billy Elliot' particular. «El único chico fue el eibarrés Iker Gómez. El decía a sus amigos que venía a clases particulares en vez de al ballet. Tuvo que oir de todo, pero el tenía claro que le gustaba la danza y hoy en día vive en Barcelona y es bailarín profesional», señala la profesora.

Medio siglo de danza
NUEVOS AIRES. Pili Alonso descubrió su pasión por la danza tras ingresar de joven en la formación eibarresa. / JULIO CALLEJA

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