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Matxalen Bilbao se centra en el movimiento en «Mutis»
La coreógrafa vizcaina estrena obra hoy en Barakaldo
"Mutis" es el resultado de un riguroso proyecto de investigación con el que Matxalen Bilbao cree haber encontrado su camino. Todo cambió el invierno pasado, cuando vio en la sala La Fundición un espectáculo que le mantuvo en vilo. «No entendía nada, pero estaba completamente enganchada por el movimiento del bailarín. Comprendí que eso era lo que quería hacer yo».
Como espectadora, Matxalen Bilbao se había aburrido demasiadas veces viendo danza contemporánea, intentando comprender el mensaje y la línea narrativa que se suponía le debía transmitir la coreografía. Esta vez, ha querido dar una vuelta de tuerca y olvidarse de todo contenido dramático. Y, así, ha creado "Mutis", tras varios meses de intenso y laborioso trabajo. «Investigamos sobre el espacio, sin ninguna línea narrativa, nos agarramos a un concepto abstracto porque lo que nos interesa es el movimiento en sí», explicó ayer la coreógrafa y bailarina Matxalen Bilbao.
El espectáculo que se verá esta tarde a las 20.30 por primera vez en Barakaldo y visitará La Fundición el 8 y 9 de marzo está interpretado por la propia Matxalen, Izaskun Santamaría y Saioa Ibáñez. En la dirección ha intervenido Blanca Arrieta y la música original es de Borja Ramos. Paul Basáñez, Guillermo Almagia y Mikel Eskauriaza han creado las imágenes que se proyectan sobre el espacio escénico que prescinde de otros elementos que no sean el vestuario de Nagore Martínez y la iluminación diseñada por Olivier Quijera y Oscar Grijalba.
Todo el conjunto está dirigido a «explorar las fronteras entre lo visible y lo invisible, lo real y lo imaginario», en palabras de Matxalen Bilbao. «Lo real es la fisicalidad del espacio, de ahí que sea posible ocuparlo, recorrerlo, instalarse, pero lo que realmente me interesa es la multiplicidad de espacios que podemos percibir, aunque a veces no podamos precisarlos». La intención es «comunicar con nuestro propio cuerpo a partir de su disgregación».
Crear una arquitectura a nivel oseo
K.A.
BILBO
El proceso de composición de la música ha ido parejo al de la creación de la coreografía.
«Al principio se trataba de generar espacios desde el sonido explicó ayer el compositor Borja Ramos, de utilizar la música para recrear diferentes dimensiones». A medida que veía los ensayos de las bailarinas, sin embargo, Ramos comenzó a interesarse más por la forma que por el concepto. «Me empezó a fascinar la forma en que utilizaban el cuerpo, como un mecanismo que genera arquitecturas, geometrías». Entonces dejó apartada la idea del espacio y se centró en las bailarinas, sintiéndolas casi «como un objeto».
Lo que ocurrió fue que, a medida que iban perfilando el espectáculo, éste se iba «humanizando» y con él también la música. «Ha sido un proceso paralelo. Queríamos crear una arquitectura a nivel óseo, pero somos personas y cada movimiento de una parte del cuerpo te produce emociones», añadió Bilbao.
Esta «arquitectura» se estructura en tres solos, varios dúos y bastantes tríos. «No hay un protagonista, es un juego de tres sobre el espacio».
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