Dokumentuaren akzioak
'Marixe', al ritmo de los más pequeños
El grupo de danza Kresala llenó de magia y aplausos la Sala de Cámara del Kursaal . con su espectáculo 'Marixe', dentro de la jornada infantil programada por la Quincena
Kresala, que lleva cerca de un año representando la obra por todo el territorio de Euskadi, dio vida una vez más a Markox y Kattalin, protagonistas de una aventura que transcurre en tierras imaginarias, que cuentan con la ayuda de la dama protectora de los hombres y la naturaleza Marixe, y en la que se pueden contemplar usos y costumbres de oficios, cantos y bailes típicos de distintos territorios como Lapurdi, Zuberoa o el valle del Baztán, pero llevados hasta el entorno mágico de este teatro popular a pequeña escala.
Poco antes de que la luz se apagase y los acordes de una guitarra acallasen el griterio de la sala los más pequeños se entretenían con las sillas, los papeles del programa o lo que tuviesen más a mano. Algunos, como en el caso de los hermanos Mario y Ane, ya habían visto a los dantzaris de Kresala interpretando las piezas de este espectáculo y explicaban, a su manera, lo que sus compañeros iban a poder disfrutar en unos instantes. «Hay un libro con unos muñecos, Kattalin y Markox, que bailan con los animales del bosque», explicaba Mario interrumpido por su hermana que enumeraba a los protagonistas de este cuento infantil dramatizado y bailado. «Los más bonitos son el pájaro y el gusano, y hay un lobo y baserritarras».
Comienza el espectáculo
Una vez que el titiritero abrió el libro de Marixe y comenzó el baile el patio de butacas se llenó de rostros espectantes, de chicos y grandes que disfrutaban del colorido de las luces y el vestuario de los dantzaris acompañados en sus movimientos del ritmo que imprimían en directo los flautistas, violinistas, acordeonistas y percusionistas. Así discurrieron por el escenario enanos, gigantes, animales, soldados y un sinfín de criaturas encarnadas por los 35 bailarines de la compañía. Los niños se animaron con los ritmos frenéticos en el número de los gitanos, que finalizó con una cabra (de cartón piedra) sobre el escenario, consiguiendo que mediado el espectáculo el público acompañase con palmas los bailes más movidos. Al final de cada número Markox y Kattalin arrancaban un objeto a alguno de los animales que habían bailado para de esa manera poder recuperar los colores que su mundo había perdido, colores vivos del arcoíris que se convirtieron en verdaderos protagonistas en muchos momentos a lo largo del espectáculo.
Después de más de una hora entretenidos en sus butacas el singular público de la Quincena hacía por un día de crítico indeciso destacando uno u otro personaje, la música, el baile o los guiñoles del titiritero. Aitziber comentaba, ayudada por su ama-txo, que «lo mejor ha sido el baile de los niños y me ha gustado también el ciempiés verde». Otros, como Jokin, se quedaban con lasmarionetas. «Mi favorita ha sido la princesa Marixe que al final ha salvado a todos». Y todos, con ganas de repetir el año que viene en la jornada dedicada a la cantera del futuro público.
Dokumentuaren akzioak