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Marionetas, música y danza se fusionan en la obra 'Marixe'
La pieza, dirigida al público infantil, se representa mañana en Egia
La obra, que ya fue estrenada el pasado mes de mayo en el mismo escenario del Centro Cultural Egia, surge, según explicaron Faustino Aranzabal y Aitzol Iriondo, director y guionista de la obra respectivamente, como «respuesta a la necesidad que existía de cubrir un vacío estético y reflexivo desde el terreno de la danza vasca dirigido a los más pequeños, los futuros aficionados a las artes escénicas».
Un total de treinta dantzaris, cinco músicos y dos actores en el papel de titiriteros combinan su trabajo sobre el escenario para representar una fábula de tono onírico y contenido simbólico que traslada al público infantil a lejanas tierras imaginarias alejadas de todo tiempo en las que pueden contemplar usos y costumbres de oficios, cantos y bailes típicos de distintos territorios como Lapurdi, Zuberoa o el valle del Baztán, por medio de los instrumentos musicales. «Hemos querido mostrar un espectáculo de pequeño formato en el que se combinan formas, colores, sonidos y pantomimas para crear esta miniatura de tatro popular», señalan sus autores.
Es la primera vez, como apuntan Aranzabal e Iriondo, que se realiza un espectáculo de estas características (con la fusión de diferentes propuestas en torno a las artes escénicas) en el País Vasco.
Marixe se adentra en diferentes espacios poblados por una multitud de seres a medio camino entre lo fantástico y lo real, en el que viven en armonía enanos, gigantes, leñadores, gitanos, soldados, zapateros, barberos y carboneros. Todos ellos, acompañados de los instrumentos musicales deberán atravesar el territorio animal que tiene por vigilante a un astuto gato acompañado de osos, pájaros, cabras, zorros, ciempiés o gallos y en el que aparecerá la dama Marixe para protegerlos a todos ellos.
La narración se compone de una sucesión de pequeñas historias siempre acompañadas de la música de los flautistas, violinistas, acordeonistas y percusinistas que marcan los cambios de ritmo de la obra y las diferentes y enloquecidas coreografías que ejecutan los bailarines.
En este montaje destacan los colores primarios y los juegos de luces y sombras en los que danzarán conjuntamente marionetas y bailarines que intentarán a través de su coreografía imitar los gestos y movimientos de los muñecos que penden de los hilos del titiritero.
Pedagogía y diversión
El hecho de que el espectáculo esté dirigido al público infantil motivó el que los componentes del grupo de danza Kresala mostraran su trabajo de una forma pedagógica y divertida, «en el que se apuesta por una correcta utilización del lenguaje a través del juego, del color, de la forma, del movimiento y de la palabra, como siempre, válida herramienta para la transmisión colectiva».
Esta pequeña pieza teatral quiere ser, según sus creadores, «un espectáculo integrador y no elitista», y con él se pretende conseguir «fomentar la afición y el amor a la cultura de la danza y la música popular vascas entre los más pequeños».
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