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María Giménez denuncia la mala situación de la danza en el mundo
Giménez,
que obtuvo en 1998 el Premio Nacional de Danza y ha pisado escenarios
de dieciséis países, ha asegurado, en una entrevista a Efe, que ahora
"nadie está apostando" por este arte expresivo, salvo "compañías
grandes" rusas, estadounidenses, francesas y alemanas que mezclan en su
repertorio los clásicos y las versiones contemporáneas de los mismos.
Madrileña,
de 38 años, maestra de figuras como Ángel Corella o Tamara Rojo y
licenciada en Coreografía y Técnicas de Interpretación de la Danza,
cree que detrás de esta falta de apuesta se sitúan las normas que
actualmente rigen la sociedad, "donde el marketing, la promoción y la
publicidad" lo "mueven todo".
"Es verdad que
hay que vender entradas. Y es verdad que muchas veces se hacen cosas
que a lo mejor van más a lo seguro y con gente que tiene un nombre más
llamativo, aunque a lo mejor en calidad hay gente que lo podría hacer
mejor y que es menos conocida. Se hacen una serie de concesiones porque
ya sabemos que el dinero mueve los hilos del mundo", ha agregado.
En
cuanto a la situación en España ha lamentado que en los momentos en los
que las condiciones económicas fueron buenas los poderes públicos no
apoyasen la danza clásica, para la que sí que hubo iniciativas privadas
"que llenaron teatros" y acercaron el ballet a la gente.
Esta
bailarina afincada en Valladolid, donde desde este curso ejerce de
maestra y pedagoga en la Escuela Profesional de Danza de Castilla y
León, ha incidido en que en los últimos años se podía haber ayudado a
la danza clásica con fondos estatales.
Pionera
por convicción y compañera de escenario de personalidades de la danza
como Maya Plisetskaya, Carla Fracci o Maximiliano Guerra, ha asegurado
que España sigue siendo un país que valora más lo de fuera que lo
propio y ha insistido en que se debería seguir el ejemplo de Francia,
"donde siempre sitúan lo suyo en primer lugar".
"Cuando
vienes de fuera ves muchos fuegos artificiales, pero una vez que ya
estás, la cosa se queda un poco más muerta", afirma Giménez, que
también ha tenido su propia compañía (Ballet Clásico Arte 369) y de
quien la crítica ha destacado su técnica prodigiosa en la
interpretación del ballet clásico.
Quien fuera
la primera española en representar "La Bella Durmiente", en 2002, ha
reconocido que el mundo del bailarín es "muy egocéntrico" y
"narcisista", y ha afirmado que ha perdido la cuenta de las "millones y
millones" de horas que ha pasado frente al espejo corrigiendo posturas
desde que comenzó a bailar a los cuatro años.
Giménez,
que fue definida a los 15 años por la prensa como "niña prodigio", ha
expuesto los riesgos a lo que se expone el artista cuya proyección
comienza a una edad temprana.
"Chocas con las
envidias muy pronto, aprendes a defenderte, ponerte unas orejeras y
caminar tu camino. Tienes que aprender que no todo el mundo que te
halaga lo hace de una forma honesta. Desde muy joven tienes que tener
las cosas muy claras y empezar a lidiar tormentas", ha sentenciado.
La
bailarina ha mostrado su descontento por el "vacío cultural de danza
clásica" que ha existido en España durante dos generaciones, pues
"mientras los niños de París están acostumbrados a ver prácticamente
una vez al mes un espectáculo y retienen las formas o cómo se mueven"
los intérpretes, en España a los alumnos había que enseñarles
"prácticamente a peinarse".
Entre las
experiencias de las que guarda un recuerdo especial en todos estos años
encima de los escenarios se encuentra una actuación en Yakarta en 2001,
mientras que entre los lugares en los que siempre quiere volver a
bailar cita España, a la que siempre ha estado "conectada", Cuba,
Francia e Italia.
"El arte llega al corazón
directamente, no son panfletadas, es una forma de transmisión muy
directa y muy pura y eso creo que se tiene que conocer, entender y
apoyar", ha concluido Giménez, quien ha avanzado que próximamente
presentará un proyecto, que aglutina varias artes, y en el que volverá
a bailar.
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